Cultura

El caso Ayotzinapa evidencia un narco-terrorismo de estado: El Fisgón

Alzando la voz por Ayotzinapa utiliza un lenguaje que permite llegar a grupos que buscan construir su propia explicación de lo ocurrido

El caso de los estudiantes normalistas desaparecidos en 2014 en Ayotzinapa, Guerrero, evidencia la existencia de un narco-terrorismo de Estado y una narco-economía que sustenta el sistema financiero nacional y alimenta el internacional, sostuvo el caricaturista Rafael Barajas El Fisgón.

Invitado a la presentación del libro Alzando la voz por Ayotzinapa –que reúne diversas miradas disciplinarias de investigadores de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) e incluye algunos de sus cartones– dijo que “la presentación del narco Estado es un problema estructural”.

El Estudio Binacional de Bienes Ilícitos presentado en 2010 por los sistemas de aduanas de Estados Unidos y México estimó que al año los cárteles introducían a México entre 19 mil y 29 mil millones de dólares producto del comercio ilícito de narcóticos y que se equiparan a los ingresos del país por las exportaciones de petróleo, que ese año ascendieron a 30 mil millones de la misma divisa.

El Estudio señala que 90 por ciento del dinero es introducido en efectivo desde Estados Unidos y casi 50 por ciento llega al sistema financiero mexicano; una parte importante sale del país vía de la banca internacional, convirtiéndose en pilar del sistema financiero nacional e internacional.

“Significa que México tiene una narco-economía que sobrevive por un narco-Estado extendido en gran parte del territorio nacional”, donde los cárteles de la droga imponen autoridades y jefes policíacos.

El Fisgón manifestó que los ideales y objetivos con los cuales fueron instituidas las normales rurales se contraponen a los intereses del sistema neoliberal aplicado en el país desde los años 80 del siglo pasado.

El sistema económico considera que la educación pública es un obstáculo al desarrollo del mercado privado de la enseñanza; el campo es un territorio plagado de rescoldos del pasado y los campesinos son un problema de política social, opinó.

Las 15 normales rurales aún abiertas en el país han sido hostilizadas de manera permanente mediante el recorte de propuestos, el discurso oficial y el tratamiento mediático.

El doctor José Octavio Nateras Domínguez, rector de la Unidad Iztapalapa, asentó en el prólogo que Ayotzinapa ha puesto de relieve la desaparición forzada de miles de personas a lo largo de toda la geografía nacional; reveló con contundencia la descomposición y la fragmentación del tejido social, la degradación del sistema político, la ausencia del Estado de derecho, la impunidad y la injusticia, y el hartazgo de amplios sectores de la sociedad.

El atraso y la crisis del sistema educativo nacional provocan condiciones desfavorables respecto del avance científico, tecnológico y humanístico, que podría verse favorecido con el fortalecimiento de la educación superior y el trabajo de investigación.

“He aquí un punto de inflexión crítico para el futuro: si no cambia de fondo esta condición, la dependencia económica, científica y tecnológica del país podría estar peor aún”.

La maestra Alma Patricia Aduna Mondragón, coordinadora del libro junto con la doctora Juana Juárez Romero, dijo que en el texto confluyen diversas disciplinas para analizar Ayotzinapa buscando brindar elementos de reflexión a las preguntas e inquietudes que alumnos, académicos y trabajadores de la universidad expresaron en diversos foros.

La obra, apuntó la académica del Departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa, combina el rigor exigido a los textos académicos y formula escritos cortos en un lenguaje que permite llegar a sectores y grupos diversos que buscan construir su propia explicación de lo ocurrido.

La presentación del libro incluyó la transmisión del documental Marchas por Ayotzinapa. De la indignación a la digna acción, realizado por el doctor Arnulfo Arteaga García, profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa, y Rodrigo Coronel, licenciado en Ciencia Política por la misma sede universitaria.

 

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