Ciencia y tecnología

Hubo transmisión directa del eclipse desde el Observatorio Astronómico de la UNAM

Para observar con precisión y sin riesgos el fenómeno

Una inmensa fila crecía entre el estacionamiento y los arbustos de la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM mientras se acercaban el mediodía y el esperado eclipse de Sol.

 

Afuera del Instituto de Astronomía (IA) la fila parecía una serpiente gigante que, entusiasta, esperaba su turno para ver el fenómeno por alguno de los nueve telescopios con filtros especiales. Nuestra estrella brillaba intensa y se escondía a capricho entre las nubes mientras llegaba la hora de apreciar lo que pareció un mordisco sobre el disco solar.

 

En casi todos los telescopios, la imagen iba del amarillo al ocre, pero en un equipo del Instituto de Geofísica (IGf), el Sol de un rojo intenso mostraba la textura de su superficie, un plasma muy caliente y lleno de campos magnéticos, según explicó previamente Alejandro Lara Sánchez, investigador del IGf y permanente vigilante científico del Sol.

 

 

Más de mil 500 personas formadas en el exterior y 350 sentadas en las instalaciones del IA, repartidas entre el auditorio antiguo de la entidad, el moderno (llamado Paris Pishmish) e incluso el pasillo principal del edificio acondicionado con sillas, apreciaron el fenómeno sin riesgos y con la precisión científica que ameritaba.

 

Hubo una transmisión directa desde el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), adscrito al propio IA y con sede en la sierra de San Pedro Mártir, en Baja California.

 

Además, en la explana de Astronomía se instalaron nueve telescopios con filtros especiales para mirar el eclipse, y hubo asesoría de expertos para disfrutarlo de forma indirecta con un espejo pequeño o con unos cartones perforados, que regalaron a quienes corrieron con más suerte.

 

La gran ausente del evento fue la astrónoma y divulgadora Julieta Fierro, de quien ofrecieron un video con una clase, en la que explicó qué son para la ciencia los eclipses y las diferentes concepciones que sobre este fenómeno tenían las culturas originarias.

 

Universum

 

Mientras tanto, en la explanada de Universum, Museo de las Ciencias, los visitantes, que se contaron por miles, disfrutaron un “festín” astronómico: observación con telescopios, talleres, charlas, planetario móvil y la transmisión del fenómeno a través de los ojos de la agencia espacial estadounidense.

 

Uno de los momentos más espectaculares fue el que se vivió en la tele-aula del museo, en donde los asistentes observaron la totalidad del eclipse, desde su comienzo en territorio estadounidense, en Salem y Madras, en Oregon, hasta Charleston, en Carolina del Sur. La última vez que se observó un eclipse total de sol de costa a costa en el vecino país del norte fue el 8 de junio de 1918.

 

Las imágenes transmitidas por la NASA fueron impresionantes, como la registrada en el Océano Pacífico por el avión G-III, donde en pleno día se hizo de noche por unos minutos.

 

La emoción fue mayor cuando se mostró el llamado “anillo de diamante”, un círculo de luz solar con un resplandor concentrado en el borde, que causó aplausos al terminar la totalidad del fenómeno.

 

Sin importar que hoy era el inicio del ciclo escolar, cientos de niños esperaron su turno en la explanada del museo para recibir el material que les permitió identificar y diferenciar los distintos tipos de eclipses, así como aprender un poco de historia (griegos, chinos y mayas), relatada por David Acevedo, anfitrión de Universum.

 

En otras actividades, los asistentes pudieron armar rompecabezas 3D de la Luna y Marte, así como saber sobre las misiones Apollo de la NASA, las cuales llevaron al hombre a la Luna por primera vez.

 

Los más solicitados fueron los ocho telescopios instalados en la explanada. Los visitantes hicieron largas filas para asomarse al cosmos a través de esas “ventanas”.

 

Armados con sombreros, paraguas y hasta sillas, esperaron para ver a nuestra estrella con ayuda de telescopios ópticos, como el coronal solar y catadióptricos (compuestos por lentes y espejos), todos con un filtro especial. No sólo observaron cómo la Luna cubrió un cuarto del disco solar, sino estructuras como las manchas, los filamentos y la corona del Sol.

 

También se instaló un telescopio de proyección, en donde se enfocó y proyectó la imagen en una hoja para que más personas pudieran mirar el eclipse, explicó Patricia Cruz, integrante del Museo. Así, los visitantes salieron asoleados, pero satisfechos de todo lo visto y aprendido.

 

Eclipse total en Estados Unidos

 

Aunque los eclipses solares totales no son fenómenos extraordinarios, sino cíclicos, pues ocurren en alguna zona del planeta cada 18 meses, lo difícil es que se puedan verse desde puntos habitados de la Tierra.

 

El de hoy se pudo captar como total sólo en Estados Unidos, de la costa del Pacífico (comenzando en Lincoln Beach, Oregon) hasta la del Atlántico (finalizando en Charleston, Carolina del Sur). La franja fue de 113 kilómetros de ancho y cuatro mil kilómetros de largo, y cruzó los estados de Oregón, Idaho, Wyoming, Montana, Nebraska, Iowa, Kansas, Missouri, Illinois, Kentucky, Tennessee, Georgia y Carolina del Norte y del Sur.

 

El próximo eclipse total de Sol se apreciará desde algunas zonas de México el 8 abril de 2024.

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