Ciencia y tecnología

Comunidad IBERO vive una ‘Jornada de discapacidad: Un día para todos’

A través de talleres, alumnado de Ingeniería Biomédica buscan concientizar y sensibilizar sobre los problemas de las personas con discapacidad

Alumnas y alumnos de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México realizaron la ‘Jornada de discapacidad: Un día para todos’, cuyo fin es sensibilizar y concientizar a la comunidad sobre este tema, pues se calcula que en el mundo, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15% de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad.

La Mtra. María Padilla Longoria, académica de la Licenciatura de Ingeniería Biomédica de la IBERO y coordinadora de este evento, detalló que cada semestre se realiza esta activación por estudiantes de la materia de Introducción al estudio de la discapacidad, con el objetivo de “concientizar a la comunidad sobre la discapacidad y enviar un mensaje de inclusión”.

Valeria Montant, parte de la organización, explicó que es una “jornada de sensibilidad hacia la discapacidad y una explicación de lo que significa la inclusión para las personas con discapacidad, a quienes no debemos hacer invisibles”.

Para llevar esta experiencia a la Comunidad IBERO, los organizadores montaron cerca de 10 talleres y módulos: lenguaje de señas, sensorama de autismo, bastón blanco, recreación, braile, silla de ruedas, multidiscapacidad, prótesis, discapacidad visual y un centro de información.

Además de alumnado de Ingeniería Biomédica, también participan de los departamentos de Psicología, Pedagogía, el Programa Somos uno Más, el Instituto de Investigación Aplicada y Tecnología (InIAT) y algunos estudiantes de Mecatrónica de nuestra casa de estudios.

La vida con una discapacidad

Mario descubrió que caminar con prótesis no es una tarea sencilla. “Lo más difícil es mantener el equilibrio”, dijo después de participar en uno de los talleres colocados en la explanada central de la IBERO, donde se llevó a cabo la ‘Jornada de discapacidad: Un día para todos’.

Mientras él daba pasos tomado de las barras auxiliares; en un circuito aledaño, una chica intentaba mover una silla de ruedas: “Es muy pesada”, le dice a un acompañante que sólo le sonríe. Cumple con el recorrido, pero antes sufrió con una rampa parecida a las muchas que hay en la ciudad.

Por su parte, Daniela Guzmán, estudiante universitaria, se dio cuenta de la importancia que tiene la vista en nuestras vidas. Ella decidió participar en el taller de bastón blanco, el mismo que usan las personas ciegas. “Hacen falta muchas ayudas técnicas para facilitarles la vida”, enfatizó.

“Se siente muy feo”, expresó una chica al salir del sensorama de autismo, una cabina oscura con luz estroboscópica, audífonos aislantes de sonido y un video. El interior tiene espejos. Es lo más cercano que podemos experimentar lo que viven diariamente las personas con este trastorno. Es la hipersensibilidad una de sus características.

En la mesa contigua, tres jóvenes intentan realizar una actividad cotidiana: preparar un sándwich con crema de chocolate y avellana. Uno de ellos lleva un guante con el que simula tener artritis; otro, tiene tapones en los oídos y uno más, un antifaz que lo deja ciego temporalmente. El resultado: una mano llena de nutella.

Al final, el mensaje desde nuestro recinto universitario es reflexionar sobre la discapacidad y buscar alternativas que hagan más plena la vida de quienes viven con ella todo los días.

Iván Cabrera

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