México

Acusaciones, propuestas descabelladas, evasivas. Primer debate presidencial

Meade el ganón del debate, salió con tres departamentos

Este domingo se realizó el primer debate presidencial. Como ya es costumbre en los debates en los tres últimos sexenios, con más acusaciones que respuestas a los cómo se cumplirán cada una de las promesas de campaña. Los cinco candidatos llegaron bien armados para atacar a sus compañeros en la carrera por la silla presidencial, hasta Margarita Zavala le entró al golpeteo, mientras López Obrador se victimizaba.

Los participantes y aspirantes a la Presidencia de la República: Margarita Zavala, José Antonio Meade, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya y Jaime Rodríguez, presentaron, algunos a medias, sus proyectos para terminar con la corrupción, la inseguridad, para de inmediato volverse contra los demás y acusarlos de mentir.

Al hablar de seguridad, Jaime Rodríguez, el Bronco, mostró una bala, dijo que él y su familia han sido víctimas de la inseguridad y que por ella perdió a uno de sus hijos. Al preguntarle cómo combatirá la inseguridad si llega a la Presidencia, dijo que como él no es  “Santo Clos” ni Superman,  recurriría a expertos para encontrar esquemas que ayuden a reducir la violencia.

Mientras que Andrés Manuel López Obrador, al cuestionarle sobre su propuesto de dar amnistía a criminales, como su estrategia de pacificar al país, dijo que convocará a especialistas para hacer un plan contra la inseguridad, si descartar ninguna opción y subrayó que ya hasta invitó al Papa Francisco a participar.

A lo que Anaya le preguntó: “Amnistía, perdonar a los criminales, ¿sí o no?”, y en lugar de responder si o no, dijo: «Todos están contra mi, echándome montón».

De inmediato Jaime Rodríguez le dijo:  “No es montón, Andrés, es que dices cada barbaridad”, para después preguntarle si también convocaría a los narcos a dialogar.

El más puntillozo desde que arrancó el debate fue Ricardo Anaya, que traía para repartir a todos, no solo en acusaciones sino también con gráficas, una de ellas fue una fotografía en la que aparece José Antonio Meade con él el exgobernador de Chihuahua, César Duarte, acusado de corrupción, partiendo un pastel, a la que acompañó con la pregunta «¿De qué tamaño fue la rebanada de pastel que te tocó?».

En el tema de seguridad, Meade Kuribreña comentó que su esposa, Juana Cuevas, ha sido asaltada en dos ocasiones. Se dirigió a López Obrador, por su pésima labor en contra la inseguridad en la Ciudad de México, cuando fue jefe de Gobierno.

Durante la intervención de los moderadores, Sergio Sarmiento, Azucena Uresti y Denise Maerker, cada uno le planteó diversas preguntas a los aspirantes, sobre promesas que hicieron en campaña y que ahora, al buscar la candidatura «olvidaron», como la que plantearon al Bronco de que no terminó su mandato.

El candidato independiente reconoció que si mintió a su gobernados y respondió «lo estoy afrontando y estoy pagando las consecuencias».

Entre el rosario de acusaciones, surgió la de los tres departamentos que se presume posee López Obrador, «según según consta en el registro público de la propiedad, tiene tres departamentos, y no los reportó en su 3de3», dijo José Antonio Meade, lo que Andrés Manuel negó y le dijo al candidato del PRI, «si existen esos tres departamentos a mi nombre, se los regalo».

En una segunda acometida de Anaya contra AMLO, acompañada de una fotografía, el panista le recordó a López que «Manuel Bartlett participó en un fraude en 1988, y ahora está en Morena, en el movimiento de Andrés Manuel López Obrador, como coordinador en el Senado».

Entre las propuestas de los candidatos para combatir la corrupción, la de el Bronco provocó revuelo pues dijo que «el que robe hay que mocharle las manos», al preguntarle una de las moderadoras, Azucena Uresti, si era solo una expresión o lo decía de forma literal, Jaime Rodríguez  afirmó, «hay que cortar la mano a los que roben».

Ya a estas alturas del debate parecía que el Bronco y Margarita habían sido olvidados y solo estaban Meade, AMLO y Anaya, en el intercambio de acusaciones. Meade acusó a López  de haber convertido a Morena en un “partido familiar”, donde cobran sus hijos, y parte de sus hermanos. Además lo señaló de haber usado una avioneta privada, para viajar durante su campaña.

Ricardo Anaya le enumeró a José Antonio Meade pecados de gobernadores y funcionarios del PRI, pero cuando Meade lo cuestionó sobre su enriquecimiento y el asunto de la nave industrial, Anaya respondió que ya fue absuelto de dicha acusación porque no hay ninguna prueba en su contra. De la multa que le impuso el Tribunal Electoral a su partido por haber usado los spots de campaña para ventilar su diferencia con el Universal, también lo negó pese a que si se sentenció al PAN por esta violación.

López, que parecía sin rumbo, sin respuestas, desorientado, enojado, respondió mostrando una pancarta, con una encuesta del diario Reforma, donde tiene ventaja. “No es para presumir, humildemente, pobremente”, dijo presumiendo los números a su favor, desdeñando responder a la acusación.

A su vez, Anaya recordó a López Obrador un texto que escribió sobre el Fobaproa, y le dijo que una persona que ahora propone como parte de su gabinete, Alfonso Romo, fue señalado en el libro como beneficiario de ese rescate bancario. Y le preguntó si era honesto, a lo que AMLO respondió «si, soy honesto. Mil veces honesto”, dijo López Obrador.

Al ser cuestionado sobre su integridad, López Obrador subrayó. “Si fuese yo corrupto, ya me hubieran destruido los de la mafia del poder”.

En una intervención, Meade acusó a Ricardo Anaya de usar un esquema ilegal similar al del exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, con triangulaciones para lavar dinero. Anaya lo negó y cuestionó a Meade si su “jefe”, Enrique Peña Nieto, había gobernado con honestidad, ya no dio tiempo de que José Antonio respondiera a esta pregunta.

A grandes rasgos, este fue el escenario en que se desarrolló el primer debate presidencial, donde volvió a destacar la actitud de López Obrador, quien desde su arribo al Palacio de Minería lo hizo a su modo, pues mientras los otros cuatro aspirantes bajaron de sus vehículos a unas calles del recinto y caminaron, él llegó en su automóvil hasta las puertas del edificio y se negó a posar para la foto en el templete que se colocó para ese fin.

Al término del debate, sin despedirse de sus compañeros de contienda, ni de los moderadores, López Obrador tomó sus papeles y salió rápidamente.

 

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