Salud y nutrición

Con ejercicio y buena alimentación se ayuda a reducir la ansiedad y la depresión en infantes

Motiva a tus hijos a caminar, correr o andar en bicicleta

Realizar actividad física, por lo menos durante 30 minutos cinco veces a la semana, ayuda a mejorar el ánimo y mantener bajo control la ansiedad y la depresión, especialmente en población infantil diagnosticada con estos padecimientos.

 

Los especialistas recomiendan a los padres de familia motivar a sus hijos para que salgan a caminar, correr, andar en bicicleta, nadar o patinar, debido a que el ejercicio libera endorfinas, sustancias que generan una sensación de bienestar y mejoran considerablemente el humor.

 

En niños y jóvenes, la práctica de deportes grupales estimula a mantener el interés en este tipo de actividades. En los más pequeños, los ayudan a su desarrollo físico, emocional y educativo. Sin embargo, es importante que un médico familiar recomiende el tipo de ejercicio que se debe realizar de acuerdo con la edad y el estado físico.

 

Además de reducir algunos síntomas de depresión a mediano y largo plazos, el ejercicio fortalece la autoestima y permite que la persona descanse mejor durante la noche. Para evitar la deshidratación, se debe consumir agua simple antes y durante su entrenamiento.

 

Además de la actividad física como una herramienta para ayudar a controlar la depresión, es importante no suspender el tratamiento médico, el cual puede ser farmacológico y/o psicoterapia, así como de una buena alimentación.

 

La alimentación se considera básica para complementar el tratamiento de una persona con trastornos emocionales. Se recomienda seguir una dieta equilibrada, desayunar todos los días con suficiente cantidad de líquidos, de preferencia agua simple, en horarios regulares y evitar la omisión de comidas.

 

La depresión trastorna los hábitos alimenticios, y al no recibir los nutrientes necesarios provoca que este padecimiento se acentúe. Se manifiesta con tristeza y pérdida de interés de las actividades que realiza cotidianamente.

 

También presenta dolores de cabeza o estómago, problemas para concentrarse, pérdida de apetito o dormir en exceso. Un infante que pasa por un periodo depresivo presenta bajo rendimiento escolar o inasistencia, aislamiento e irritabilidad, entre otros síntomas.

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