Columnas

El lenguaje en la era de la posverdad

*Por Zakie Smeke

El director de la Real Academia de la Lengua (RAE), Darío Villanueva pronunció una conferencia titulada: Neolengua, entre la Corrección Política y la Posverdad, en la ceremonia de apertura del Master de Periodismo Multimedia de El Correo-UP/EHU, en Bilbao.

Para Villanueva la corrección política es una nueva forma de censura: “Esta corrección política dinamita el ideal filosófico que la enseñanza universitaria debería alentar: regir nuestras conductas con base en los sentimientos, las pasiones o los prejuicios, en lugar de orientarnos por la racionalidad, atributo privativo de nuestra especie”.

Al referirse a la Viejalengua y la Neolengua, citó la obra de George Orrwell 1984. En cuanto a la posverdad -dijo Villanueva-, “el problema está en la correlación entre los enunciados y la realidad de las cosas”.

Villanueva hizo patente su preocupación con base en  los nuevos conceptos que surgen en el contexto de la posverdad. Señaló que en clave política, hay neologismos que en el contexto de la posverdad entroncan con la sentencia de que “una mentira repetida, adecuadamente, se convierte en verdad”.

En el contexto político mexicano actual, vemos cómo se recupera una palabra que se utilizó en México en las décadas de los cincuenta y los sesenta. Esa palabra es fifí. La primera vez que el Presidente electo, Andrés López Obrador se expresó con esa palabra fue para referirse al periódico Reforma, considerado como el favorito de la clase alta en México.

Si bien, el término fifí, aún no aparece en el diccionario de la RAE, presenta varias acepciones: delicado, ocioso, cursi, presumido y el que se dedica a seguir modas.

Es importante el contexto y la connotación en la que se expresa esta palabra. Por ejemplo podemos decir Mi hermana es tan fifí que no va al restaurante que elegimos para cenar. Pero, en el ambiente político en que fue pronunciada por López Obrador, el término transmite un carácter despectivo que apunta directamente a los sentimientos y prejuicios de la persona que la formula, y de aquellos que la reciben generando un ambiente desconcertante por la división social que provoca. ¿Quiénes son los fifís y bajo qué argumentos se les puede señalar con desprecio?

La imagen literaria que retomo para representarme esta situación es la de Bartleby, de Herman Melville, escrito en 1853. La historia es motivo de muchas reflexiones por académicos y escritores de diversos ámbitos. De manera breve, se trata de un abogado de Wall Street, quién contrata a un escribiente del que nada conoce. En un principio el amanuense se desempeña de forma excelente, trabaja sin descanso y en silencio. Pero al tercer día, cuando el abogado le solicita que examine un escrito, Bartleby responde con una frase que desconcierta al defensor y los trabajadores de la oficina: Preferiría no hacerlo. A partir de ese momento, la desconcertante fórmula permea el ambiente y, es esto lo que me interesa destacar. El personaje enjuto y lívido pronunció la frase que impactó a todo el mundo. El abogado se percata con espanto de que la frase se fundamente en la lógica de las preferencias y no los presupuestos de racionalidad del diálogo y del lenguaje.

De esa forma, la palabra recuperada por AMLO para referirse a la prensa fifí, es retomada en la columna de Carlos Loret de Mola, Al Presidente le salió un hijo “fifí”.

El periodista afirma: “Las imágenes del hijo de AMLO en el Villa Magna de Madrid impactan en el corazón del mensaje de austeridad. El asunto se vuelve noticia justo porque se estrella contra los prejuicios del Presidente electo. Si él no usara el “fifí” como misil de ataque, si no pusiera bajo sospecha de corrupción a cualquiera que tenga los recursos para hospedarse en un hotel de lujo, si no tratara de proyectar sistemáticamente la idea de que los suyos viven en una especie de pobreza franciscana, la estancia del joven López Beltrán en la capital española no tendría nada de relevante porque no hay ninguna prueba de que haya sido financiada con dinero público o mal habido”.

Observamos que la palabra fifí se recupera en los ámbitos periodísticos y políticos. Se utiliza, precisamente, para destacar una grieta social. Los efectos -porque toda palabra pronunciada tiene efectos-, construye o destruye, son negativos. Desde mi perspectiva, la locución devela una cierta violencia que se cuela en el lenguaje. El mensaje que fifí expresa, concentra a una sociedad lastimada por las promesas políticas, a veces, incumplidas.

*Dra. en Filosofía Política

Maestría en Periodismo Político

Psicoanalista

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