Columnas

El Dr. Carlos Illades Aguiar se incorpora a La Academia Mexicana de la Historia

 

La Academia Mexicana de la Historia, correspondiente de la academia Real de Madrid, informó de la elección de cuatro nuevos miembros. El 6 de noviembre pasado fueron electos Mario Cerutti para ocupar la silla 8 (foránea), así como Carlos Illades Aguiar, Rafael Rojas y Felipe Castro para los sillones 10, 11 y 19 (metropolitanos), respectivamente.

Entrevista: *Zakie Smeke

¿Dr. Carlos Illades nos puede comentar cómo fue su reciente incorporación a  la Academia Mexicana de la Historia?

Sí, en esta ocasión La Academia Mexicana de la Historia lanzó una convocatoria abierta para la incorporación de nuevos miembros. A mi me tocó, por fortuna, ser favorecido por el voto y se me asignó el sillón 10 que en su momento lo tuvieron Luis González Obregón y después Edmundo O´Gorman.

Usted es un estudioso del presente político y de la izquierda. ¿Cómo se relaciona su formación y trayectoria con el ingreso a La Academia Mexicana de la Historia?

Señalas un punto importante. Las academias suelen premiar el canon. Pero en esta ocasión, la Academia se apartó de esa práctica. La elección rompió con el canon historiográfico y, además, con el canon temático e ideológico.  En primer lugar, yo trabajo la historia del tiempo presente lo cual entra en contradicción con esa idea decimonónica todavía muy presente en nuestro medio, en el sentido de que la Historia es solo lo que ya pasó.

En segundo lugar, en relación con las áreas temáticas e ideológicas me parece importante mi nombramiento porque mis temas de estudio, desde hace más de 25 años, han sido, ente otros la historia de la izquierda en México desde el siglo XIX hasta la actualidad, los movimientos sociales en México, la historia intelectual del marxismo en México como puedes encontrar en mis libros. Por eso la elección es un signo de apertura.

Es decir, ¿usted se ocupa de estudiar los sucesos actuales mientras están ocurriendo?

Así es. Además, hablamos de un presente abierto y problemático del cual todavía no podemos prever su desenlace, marcado por una victoria electoral de la izquierda en México. Todo eso, me parece, hace sentido.

¿Hay alguna relación entre el estudio de la historia del tiempo presente con la crónica periodística?

Los historiadores generalmente historizan el pasado y consideran el presente como un patrimonio de sociólogos, politólogos y de los periodistas. Pero estudiar el presente desde una mirada histórica es observarlo como parte de un proceso mayor y requiere de aventurarse a ver algo que aún no está acabado, que está en devenir. Además, la historia del tiempo presente es una corriente relativamente nueva en México, si bien hace alrededor de 30 años se formaron los primeros centros de estudio en Francia, por citar la escuela más conocida. Los periódicos, hay que decir, son una fuente básica de la disciplina histórica.

¿Considera usted que la llegada de MORENA representa un triunfo de la izquierda mexicana?

Considero que sí, aunque hablamos de una izquierda de perfil nacionalista, moderada y un tanto desdibujada ideológicamente, característica, hay que decir, de las formaciones políticas contemporáneas Entonces, lo que se va a jugar en estos años es la oportunidad de concretar una opción distinta de la orientación neoliberal o, cuando menos, limarle los filos más ásperos al sistema, porque no creo que existan las condiciones para un cambio radical.

Como historiador observo una coyuntura mundial desfavorable para un proyecto de izquierda, pues casi todas las izquierdas latinoamericanas han sido derrotadas de manera contundente. Por ejemplo, pienso en Brasil con Bolsonaro. Acabo de leer el libro de Enzo Traverso sobre las derechas extremas del siglo XXI, que el historiador italiano caracteriza de posfascistas. El neoliberalismo de segunda generación no es democrático y conlleva restauraciones brutales. Además, con Trump en Estados Unidos y lo que vemos en Europa constatamos el avance de estas derechas extremas. Luego está la dictadura de las finanzas globales. Por todo eso asumo que el margen de un gobierno de izquierda en México es más bien estrecho.

¿El nuevo gobierno en México retomaría las políticas de los años setenta?

En eso se sostiene la crítica al proyecto económico de AMLO y creo que hay algo de razón, no en cuanto a la vuelta al echeverriato, sino en las políticas desarrollistas que le precedieron. López Obrador, como lo muestra el presupuesto que envió al Congreso, cree en la disciplina fiscal, a diferencia de Echeverría o López Portillo, y no está dispuesto a endeudarse, como hicieron ambos, y más recientemente Peña Nieto. Tampoco, considero, dilapidará los recursos haciendo crecer la alta burocracia, al estilo Fox.

A López Obrador le preocupan los derechos sociales, pero se queda corto en relación con los derechos de las minorías. No obstante esto, no creo que revierta derechos ya adquiridos como el matrimonio igualitario o la interrupción del embarazo, incluso (al menos en voz de la secretaria de Gobernación) podría haber una apertura mesurada a la legalización de la mariguana. Curiosamente, la veta conservadora de AMLO le ayudó a ganar, porque ya no resultó su candidatura una amenaza para el electorado de los enclaves conservadores del Bajío y el norte del país. Si observas en 2006 el voto conservador se lo llevó Calderón y en cambio en 2012 hubo un giro y ese voto se depositó en AMLO.

¿Cómo impactó el Movimiento por La Paz con Justicia y Dignidad y la voz de Javier Sicilia en el discurso político de AMLO?

Lo más importante del movimiento de Sicilia es que visibilizó a las víctimas de la guerra contra el crimen organizado porque estaban ocultas. Entonces, sin Sicilia y, otras cosas por supuesto, no hubiera resonado tanto Ayotzinapa. En la lógica de Calderón la guerra era una especie de cruzada contra el mal. Yo creo que el cambio discursivo que se nota en AMLO a partir de 2011 o 2012 (“la República amorosa”) tiene algo que ver con el movimiento de Sicilia.

¿Qué piensa usted sobre la cancelación del aeropuerto?

Yo no estuve de acuerdo con el proyecto de Texcoco desde un principio, pero eso no quiere decir que me parezca razonable cancelarlo cuando hay un tercio ya construido. La propuesta debió ser seriamente debatida cuando lo anunció Peña Nieto en su segundo informe de gobierno. Ahí veo una gran responsabilidad de los medios de comunicación y la clase política que no solo no advirtieron de los problemas ecológicos o vigilaron la transparencia en el uso de los recursos, sino que se dedicaron a aplaudir y ahora se rasgan las vestiduras cuando el proyecto se cancela. Ahora me parece bastante oneroso echar atrás el proyecto, aunque siga siendo discutible su impacto ambiental y en las comunidades aledañas. En todo caso, limpiar lo que hubiera que limpiar en materia de corrupción y hacerlo más austeramente, pero a mí me parecía más adecuado terminarlo. Tengo la impresión que AMLO hizo gesto político para diferenciarse del proyecto neoliberal en el que hipotéticamente manda la economía sobre la política; invertir los factores.

¿Es posible separar lo económico de lo político, cómo pretende AMLO?

Aislar la economía es la ilusión neoliberal, con la idea de que las leyes económicas son naturales (justo a eso apunta la crítica de Marx a la economía clásica). AMLO, me parece, piensa que el nudo de la corrupción está en el vínculo espurio de la clase política con el mundo del dinero. Él lo que quiere separar no es la política de la economía, antes bien, pretende desmontar la colusión entre los políticos y los empresarios porque esa es su definición de corrupción. Cuando él habla de corrupción no está pensando en el policía de la esquina sino en estos grandes negocios.

Parte del entusiasmo de AMLO con respecto del desarrollo estabilizador, de los cincuentas hasta Echeverría es que éste tenía dos características; fue un crecimiento sin deuda muy ordenado. Él lo que admira de eso es que se redistribuía a través del gasto. Eso era la seguridad social hace treinta años en esa época, tal como lo retrata Alfonso Cuarón en Roma. Los hospitales eran dignos, pero si ahora entras a un hospital público lo que ves es precariedad.

¿Considera que el presupuesto es factible?

Lo que está por verse es si los cálculos están bien hechos por parte del gobierno. Para que cuadren las cuentas públicas será necesario que no caiga el precio del petróleo y que aumente la recaudación fiscal. Si no se cumplen esas dos condiciones, entonces, supongo, vendrá un recorte al gasto federal porque AMLO no piensa subir los impuestos ni endeudarse.

¿Cuáles son los retos que enfrentará MORENA?

Es importante preguntar qué es lo que va a hacer López Obrador con MORENA. Considero que debería tener un proceso de separación, para que MORENA funcione como un verdadero partido y no como un apéndice del Ejecutivo. Hasta el momento, MORENA ha demostrado ser una maquinaria política tremendamente eficaz, lo cual es mucho, pero es también insuficiente. Está por verse si MORENA será solo esa maquinaria o concluirá su metamorfosis como partido porque tiene un espacio político muy amplio para negociar con los demás partidos y, de manera muy importante, fungir como vínculo del Estado con los movimientos sociales y las otras izquierdas, en particular la neozapatista. Si MORENA no quiere ser arrollada por la figura presidencial, tendrá que canalizar las demandas sociales de abajo para arriba y no las políticas públicas de arriba para abajo como ha sucedido hasta hoy. También tendrán que salir de allí los nuevos liderazgos políticos, acaso una generación nueva.

* Zakie Smeke

Doctora en Filosofía Política

Maestra en Periodismo Político

Psicoanalista

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