Columnas

¿Es rentable el medioambiente?

Por Alicia Fernanda Galindo Manrique*

El impacto económico de la contaminación medioambiental asciende a más de 350 millones de dólares (mdd), y de acuerdo con la OCDE se estima que en 2006 sea de 3 mil 300 mmd. Sus costos biofísicos tienen un efecto directo en la salud, productividad laboral y rendimiento agrícola.

La implementación de políticas que contrarresten los daños ambientales, además de reducir los costos biofísicos y económicos de la contaminación, pueden incluir incentivos atractivos para el uso de energía y tecnología limpias. Estas acciones en la mayoría de los casos son vistas como costos en lugar de inversión y rendimiento, y como elementos de administración de riesgo, en lugar de su mitigación.

Sin embargo, nunca ha habido mayor necesidad de crear inversiones que reduzcan las emisiones, adaptación al cambio climático y búsqueda de oportunidades en la transición hacia economías bajas en carbono. La industria tiene la oportunidad de crecer de manera sostenible gracias el desarrollo, manufactura y uso de tecnologías, servicios y sistemas low carbon (de baja emisión de carbono) con costos menores.

La firma del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático en 2015, en conjunto con los Objetivos de Desarrollo Sustentable, ha marcado la pauta para generar mercados más resilientes a los cambios climáticos y menos intensivos en la generación de emisiones de carbono. Pero se requieren mayores niveles de inversión y la consolidación de una nueva rama de las finanzas: las finanzas verdes, que se refiere a la inversión en tecnología, infraestructura y servicios medioambientales.

De acuerdo con la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), las finanzas verdes o climáticas se definen como el financiamiento local, nacional o transnacional para la reducción significativa de emisiones en sectores que emiten grandes cantidades de gases con efecto invernadero.

Éstas pueden ayudar a cumplir las estrategias de un crecimiento sostenible a largo plazo a través de:

  • Incrementar el capital semilla en la comercialización de tecnologías limpias innovadoras.
  • Dar soporte al desarrollo de una nueva gama de productos y servicios que faciliten y desplieguen eficiencias energéticas de bajo costo.
  • Movilizar a gran escala inversiones en la manufactura del sector automotor para la generación de vehículos de bajas emisiones.
  • Asegurar que el sector financiero sea resiliente al cambio climático y, sobre todo, que el público inversionista considere factores ambientales.
  • Ofrecer mayor diversificación, por ejemplo, en bonos verdes e infraestructura.

Sin embargo, las finanzas y mercados verdes todavía se encuentran en etapas iniciales y con potencial de crecimiento.

Los riesgos climáticos a largo plazo se pueden resumir en mayores costos de producción por el aumento de los precios de los insumos (energía y agua), cambios abruptos en los precios de energía, ajustes en los precios de activos como combustibles fósiles, y menores demandas de productos y servicios por cambios en las preferencias de los consumidores. Todo lo anterior representa oportunidades en los mercados financieros, pero por falta de información en las empresas, podría desenfocar inversiones que son claves para el trazo del crecimiento sostenible.

Un mercado rentable

De acuerdo con la Iniciativa de Bolsas Valores Sostenibles (SSE, por sus siglas en inglés), se necesita una inversión de 90 billones de dólares al 2030 para alcanzar los objetivos de sostenibilidad. En 2018, más de 3.3 billones de dólares se movilizaron en inversiones ambientales, el mercado global de bonos verdes alcanzó 155.4 mdd en comparación del año anterior, y activos administrados en energía limpia multiplicaron su crecimiento a 335 mdd. Estas cifras demuestran que el mercado crece y es rentable.

Los inversionistas institucionales califican al cambio climático como una tendencia a largo plazo que representa un riesgo para sus inversiones. Capitales como Dubái, Hong Kong, Londres, Luxemburgo, París y Singapur han aprovechado esta coyuntura y convertido sus centros financieros en mercados verdes sostenibles de referencia internacional, lo cual beneficia a las bolsas de valores en diferentes ámbitos:

  • Atraer nuevas OPI verdes y productos financieros
  • Generar vanguardia como mercado en transición
  • Cumplir con la demanda de inversionistas en productos y servicios verdes
  • Reforzar su posición en la economía global al apoyar metas de acción climática

De hecho, los índices sostenibles, de acuerdo con la SSE, han presentado mejores desempeños que sus índices de referencia en los últimos años. Un ejemplo es el FTSE All-World Climate Balanced Factor Index, que utiliza una diversificación en activos financieros para hacer frente a los riesgos y oportunidades asociadas con el cambio climático. Este índice tiene como estrategia reducir la exposición de empresas que están relacionadas con la producción o exploración de combustibles fósiles y empresas que emiten altos niveles de CO2. Por otra parte, ese índice incrementa la exposición a empresas que producen bienes y servicios que reducen la erosión medioambiental, escasez de recursos e impactos ecológicos. El rendimiento acumulado en 5 años ha sido de 46.9 %, y una volatilidad implícita de 10.3 %. Actualmente, está formado por 2,023 emisoras y otorga una rentabilidad de dividendos del 2.98 %.

Los rendimientos alcanzados han demostrado que existe un ganar-ganar en las inversiones verdes, no solo por el beneficio financiero, sino también por el beneficio social a nuestra comunidad y país, al asegurar un mejor mundo para las siguientes generaciones. El reto es grande, sin embargo, los beneficios son potenciales y es una apuesta a la que vale la pena hacer.

*Catedrática en EGADE Business School en la materia Fundamentos Analíticos para los Negocios

Foto: Google Plus

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