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“Quiero dejar limpio el camino que transite mi hijo en el futuro”: AVG

Fue en mayo de 2013 cuando viví uno de los episodios más tristes de mi vida, uno que en ocasiones sigue empañando los momentos más felices, aunque hay un cierto grupo (muy reducido) que asegura “jamás pasó”.
Esa tarde tenía una cita médica, días, quizá meses fui acosada por un ex compañero de trabajo que al día de hoy no se su paradero, pero que gracias al poder que en ese momento él tenía en la editorial para la cual trabajaba “era intocable”. Luego de las atrocidades que cometió, interpuse una demanda ante las autoridades en la demarcación donde se encontraba el periódico, recurrí al sindicato de la Organización Editorial para la cual rentaba mis servicios como reportera de la fuente de espectáculos.
Nada de lo anterior valió la pena, entonces fue que decidí ponerme en manos de algunos conocidos a quienes les conté a detalle toda mi situación, hoy declaro que fue lo peor que pude hacer pues las consecuencias las pagué por años, quizá aún sigo pagando una purga que lo único que quiero es que tenga un alto, y que jamás repercuta en mi hija.
De 2013 a la fecha la agresión no paró, y si bien no me planto como una víctima, pues en este proceso también llegué a lastimar a mis seres queridos por no tenerles la confianza suficiente, por acercarme en desesperación a personas incorrectas, hoy la muerte de Armando Vega Gil me hace redactar estas cuantas líneas ambiguas sobre mi caso, el cual me sigue dotando de insomnios nocturnos y porque no decirlo, en ocasiones falta de ganas de vivir.
El movimiento #Me Too Periodistas, Escritores, Músicos etc… En un inicio me dio esperanza, pero hoy y desde hace unos días que vi acusaciones hacia compañeros del gremio periodístico al cual pertenezco, y que por cierto algunos de ellos me brindaron su apoyo absoluto cuando viví la situación de la cual solo algunos sabemos los detalles, me dio mucho que pensar, y revolvió en mi esa mala sensación que se tiene cuando no quieres recordar más algo.
Quiero aclarar que traté siempre de buscar medidas legales y apoyo a través de la empresa para la cual trabajaba, recuerdo que la subdirectora en turno, en aquellos tiempos me dijo: “A quién crees que le van a creer, es algo que debes dejar por la paz, dedícate a lo tuyo y ya olvídate, eso le pasa a muchas”. Otro jefe editorial por su parte me dijo: “Ya checaste tus niveles hormonales, ya a lo que sigue”.
A mi pareja -en ese entonces-, y padre de mi hija, le prohibieron la entrada a la editorial, los motivos nunca fueron claros, sin embargo, eso no pararía, las personas involucradas siempre negaron todo, incluso años más tarde algunos por miedo a perder sus empleos decían no saber nada del caso. Cuando fui despedida de dicha organización en el año 2015, tan solo tres meses después de haber dado a luz a mi hija, me pidieron firmar un documento en el que se aseguraba que mi partida del empleo era voluntaria, y me daban la cantidad de 3 mil pesos por casi 10 años de labor, el jefe de recursos humanos mejoró, según él, la propuesta a 28 mil pesos.
Pero una de las condiciones era que no se tocarían temas de denuncias y yo desaparecería, estúpidamente acepté, aunque más tarde me di cuenta que era aceptar todo lo inaceptable. En la carta que dejó Armando tras su suicidio el día de hoy, resalta: “Quiero dejar limpio el camino que transite mi hijo en el futuro”, y quizá una de las razones más fuertes o la más importante para terminar con aquello, en mi caso fue ese mismo.
Durante años viví el acoso de pensar que esas personas acosadoras seguían cada uno de mis pasos. Incluso me hicieron creer que cuando estaba dando a luz a mi hija me la podrían robar, dentro de la clínica tuve un shock paranoico cuando a las 7 de la noche todas las mujeres de la sección donde estaba internada tenían a sus bebés en brazos, menos yo. Entonces como una total loca, comencé a pelear con una enfermera a decirle:
“¿Dónde está mi hija? Quiero a mi hija”, ahora lo pienso y sé que parecía una total loca, sé que cualquiera habría dicho que me callaran, media hora más tarde me entregaban a Leonora, por otras causas ajenas, nada que ver con lo que en mi mente estaba sembrado. El miedo y la incertidumbre son dos cosas que pueden matar a un ser humano.
Nada paró, al padre de mi hija por su parte le rastreaban sus redes sociales, él asegura que fui yo, hasta la fecha en él hay un odio permanente a mi persona, pues por desgracia, por ese proceso me enteré de cosas que no sabía yo de él y que por mi propia cuenta, aunque parezca increíble, jamás me habría querido enterar. En su familia, algunos integrantes han sido severos, diciendo que mentir era mi única forma de tener a un hombre como él.
Al igual que mi acosador, él se convirtió en un investigador a través de redes sociales y entrevistas presenciales a personas de su confianza, de su confianza no de la mía. Eso provocó violencia en la familia que le intentábamos dar a mi hija, y así entre la crianza de mi pequeña, el miedo, y los conflictos transcurrieron los primeros años de vida de una niña, que no tenía la culpa de llegar a un mundo tan podrido.
Recuerdo mucho una ocasión en un supermercado donde el padre de mi hija me gritaba en voz alta, “¿Crees que me trago el cuento ese de que te violaron?, ve como estas, quién va a quererte para algo así, eres una mitómana”, solo recuerdo el llanto del bebé en medio de sus gritos y mi llanto, yo solo quería que alguien, quien fuera le hiciera ver las cosas, me llevé muchos años tratando de comprobarle algo que como me dijo una gran amiga y jefa de redacción: “Entiende así le lleves a toda la redacción a decirle qué pasó, él no te va a creer”.
En numerosas ocasiones, me gritaba que le dijera la verdad, que le dijera por qué inventé eso, Hoy #Me Too, me remueve la herida y jamás pondría en duda ninguna de las denuncias que ahí se exponen, algunas las leo cargadas de dolor, otras de rabia, pero me pregunto, y lo hago de manera personal, ¿Vale la pena?, Jamás hice, al menos yo, algo en el anonimato, a mis seres más queridos traté de no lastimarlos, él cree que solo decidí lastimar o involucrar a su familia.
Pues en el proceso salieron varias cosas familiares, una de las más interesadas y “agredidas” por mi parte, decidió, manejar términos a mi persona como: “una mujer despechada hace de todo para perjudicar a quien no la ama”, a la fecha la señora justifica la violencia que vivimos ambos, porque fuimos dos, con un “él no es así, ella lo provocó”.
En ocasiones llegué a pensar en el suicidio como única salida, pero quizá soy muy cobarde o no tan valiente, una de esas veces llegó hasta mí, mi ex jefa y su esposo, me llevaron a mi casa, y hoy se los agradezco infinitamente, de lo contrario no podría estar compartiendo esto, no podría contar que al recibir un escupitajo en la cara del hombre que más he amado en mi vida, estaba demostrándome lo fuerte que podía ser, pero no para seguir con esta guerra de géneros, sino para reeducarnos.
Una ocasión recuerdo que al salir de la redacción donde trabajaba durante el proceso electoral reciente, encontré al papá de mi hija con toda la boca con labial rojo, ambos disfrutábamos mucho de unos tacos riquísimos por el metro San Cosme, los tacos del paisa, ese día fue el último que los probé, al verlo así me sentí nuevamente triste, inconforme, etc.
Solo recuerdo cómo mi tuperweare Godin voló por los aires, él lo esquivo y me dijo “estás loca”, ahora creo que sí, nada vale la pena dañarte tanto, ni dañar a otro ser humano. Cuento todo esto porque la raíz de todo esto fue provocado por una sola persona, pero hoy tristemente veo en redes sociales como hombres y mujeres se pelean por tener la razón.
Hombres pierden la vida, o terminan con sus vidas por no ser víctimas del escrutinio público. Entre mis recuerdos esta pedir ayuda a toda persona cercana a mí: ERROR, no a todos les interesa nuestra vida, y “los buitres comen carne descompuesta”, la tristeza te descompone la carne. En alguna junta o muchas que tuvimos familiares, en las que intervino erróneamente mi familia y la de él, yo no paraba de llorar, mis padres de escuchar , y su familia decía todo el tiempo: “Ella mintió mucho”, como si unos malditos mensajes de FB, les comprobaran la verdad absoluta o la palabra de a quién apostamos fuera la realidad.
En este tiempo comprobé que la víctima es, entre otros calificativos: Puta, mitómana, enferma, loca, violenta, chillona, etc. El dolor me ayudó, el dolor me enseñó la forma más pura de amar, me enseñó a perdonar, pero no a olvidar. Hoy sé que mi hija tendrá otras herramientas de defensa para la vida, que el uso de redes más hecho o mal intencionado, enreda, y el nudo puede jamás deshacerse, entendí que me equivoco y que sin querer puedo dañar, debo ser más prudente y el anonimato es mortal en tema de acusaciones.
Pero señalar a alguien poderoso es igual de mortal, aprendí que a veces los profesionistas más destacados y notables en sus áreas, pueden ser tan solo hombres con máscara, que hay hombres exageradamente buenos y empáticos con la mujer y que si hay alguien capaz de destruirte es de tu mismo género (no generalizo), sin duda se trata tan solo de hombres y mujeres unos con máscaras otros sin ellas.
No soy partidaria del suicidio, pero creo que hay ocasiones que la vida se pone tan cabrona que solo quisieras salir huyendo, pero esto no es propio de hombres o mujeres sino de sensibilidades, de historias, hasta de procesos químicos, lo cierto es que todos necesitamos de ese calor humano, dejarnos de “todos los hombres son iguales”, el decir eso es limitante, es frustrante para muchos de ellos, yo he tenido en muchos caballeros mucha más sensibilidad con ciertos temas que con algunas mujeres.
Tengo un hermano caballeroso, y con errores como todos, pero amoroso hasta la madre cuando se trata de dar amor, tengo varios amigos varones que cuando más sola me siento, por la mañana preguntan “Cómo amanecieron las princesas”, eso me alegra. Lo de Armando me ha afectado severamente pues aquí está la destrucción de la humanidad, por la misma humanidad, por esa diarrea verbal de la que nos hacemos víctimas y victimarios a través de redes sociales.
Denunciemos a través de las instancias, aunque en mi caso nunca funcionó, lo intenté, lo único cierto es que todos tomamos decisiones, unas acertadas, otras fatales, y es hora de dar mejores ejemplos claros y sin máscaras a las nuevas generaciones. Renunciemos a los odios y rencores. Los problemas emocionales existen, me es de risa ver a algunas personas publicando en sus cuentas el dolor que les da ver la muerte del “Cucurrucucu”, claro que duele, pero no seamos pose nuevamente, si de verdad te duele haz algo por tu madre que te sacó adelante y enferma, haz algo por tus hijos, dales mejores valores.
Haz algo, deja de publicar pendejadas en redes que no te constan, deja de calificar a las personas porque alguien te dice que es mentiroso o ruin. Pon real atención en las nuevas generaciones, para que no lleguen a los abismos en que hoy estamos.
No fomentes el odio entre personas, no violentes a la madre de tus hijos, respétate y respeta. Y, tú mujer, ama a tu género no juzgues salvo que estés o seas un clon de la otra mujer. Que valgan los “caídos” en esta crisis de valores de congruencia en esta maldita crisis de amor.

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