Columnas

Valle de México, el inmenso laboratorio de contingencia ambiental

Por Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo*

Desde hace más de una década, la megalópolis del Valle de México se ha convertido en un inmenso laboratorio atmosférico cuyos datos pueden ser consultados y analizados por la ciudadanía. Estos datos son particularmente relevantes en el caso de contingencias ambientales como la ocurrida el pasado 30 de marzo. Dicho evento dio lugar a la suspensión de diversas actividades en el área metropolitana, con el objetivo de proteger la salud de la población.

El ozono causante de las contingencias no es emitido directamente por los automóviles. Las altas concentraciones de este gas son consecuencia de una cadena de reacciones que involucran óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y radiación solar. Los días secos y muy soleados, junto con poca presencia de vientos y temperaturas superiores a los 25 grados centígrados favorecen estas reacciones y en ocasiones dan lugar a concentraciones que superan los 150 puntos IMECA.

Es importante observar las particularidades de las contingencias ambientales de forma que la ciudadanía pueda anticipar el fenómeno y siga de manera informada las medidas implementadas por las autoridades. Los niveles de ozono a lo largo de un día promedio siguen un patrón definido.

En las primeras horas del día, entre las 5 y las 8 de la mañana, las concentraciones son bajas y relativamente estables. A partir de las 9 de la mañana los niveles adquieren una tendencia ascendente, llegando a valores máximos alrededor de las 3 de la tarde, para decaer de manera abrupta al descender los niveles de radiación solar. Por las noches las concentraciones de ozono son mínimas (ver la figura 1, correspondiente a los niveles de ozono en la estación Pedregal el 30 de marzo de 2019).

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Los parámetros meteorológicos son fundamentales para comprender la dinámica del ozono urbano. Al tiempo que la humedad aniquila el ozono, los valores mínimos de esta variable coinciden con los valores máximos de este gas. De hecho, a las 7 de la mañana del 30 de marzo ocurrió un pico de humedad que causó un mínimo de ozono, mientras que a las 3 de la tarde la humedad tuvo el menor valor del día, al mismo tiempo que se registraron 159 puntos IMECA en la estación pedregal (ver figuras 1 y 2).

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Un hecho análogo ocurrió con la temperatura en ese mismo día, los máximos de temperatura coincidieron con los valores máximos de ozono, fenómeno que anteriormente ya ha sido identificado y reportado en la literatura especializada.

Las relaciones entre los parámetros atmosféricos y las contingencias ambientales no son meramente anecdóticas. Éstas permiten anticipar días especialmente riesgosos para la población y al mismo tiempo hacen posible un acercamiento entre la ciudadanía y datos experimentales públicos con repercusiones directas en la vida cotidiana. Las condiciones de la megalópolis hacen factible que los medios tradicionales de comunicación difundan información en tiempo real que exhiba y explique este tipo de vínculos. Este tipo de aproximación a la ciencia es poco frecuente y altamente deseable en el contexto de las crisis ambientales por las que actualmente atraviesan nuestras sociedades.

*Académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México e Investigador Nacional Nivel II (SNI) Twitter: @Fred_FisMat

 

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