Columnas

Sobre el escribir, la escritura y l@s escritores

Por Zakie Smeke*

Ensayo

El escribir, la escritura y l@s escritores forman parte de mi cotidianidad. No podría imaginarme un solo amanecer, sin tener a la mano, libros, periódicos, ensayos y revistas para pensarme, reflexionando sobre  el mundo. Leer es mi primera actividad cada día, a veces he llegado a pensar que despierto para estudiar. Escribir, en el sentido en que percibo la escritura exige un reto mayor. Pensar el tema, buscar la información, redactar de forma coherente y correcta pensando en el lector, quien inevitablemente me trae a la mente el concepto de Ricardo Piglia sobre el “lector moderno”. Nosotros los que habitamos en ciudades, llenas de palabras impresas, carteles, de publicidad, nos transformamos en un “descifrador” de signos y de símbolos.

Si escribir es algo más que esa actividad casi mágica de representar las ideas con signos, si escribir implica atreverse a decir lo que pensamos. Si, desde mi punto de vista, escribir tiene un sentido profundo de crear y reconstruir la realidad en el sentido literario, entonces considero que la escritura es una acción y un efecto de nuestro espacio/tiempo y de nuestra condición personal. Y, voy a intentar mostrar mi tesis en este breve ensayo.

Virginia Woolf, en Un cuarto propio, reflexiona sobre la escritura de las mujeres; sostiene la tesis que argumenta a lo largo de todo el ensayo. Para escribir, novelas y poesía: “una mujer debe tener dinero y un cuarto propio. Solo a partir de esas dos posesiones puede empezar a crear”.

Uno de argumentos que presenta Woolf, nos conduce al tema de las mujeres y la pobreza. Al pensar en las condiciones que requieren las mujeres escritoras en la Inglaterra de finales del siglo XIX y principios del XX, la escritora cuestiona: ¿qué influencia ejerce la pobreza sobre la literatura? ¿Qué condiciones requiere la creación de una obra de arte? ¿Cuántos libros de mujeres se publican al año? ¿Por qué nuestras madres y nuestras abuelas no se dedicaron a ganar dinero? La respuesta a estas preguntas, es necesariamente parcial, pero sí es un hecho que las mujeres estuvieron vinculadas a la maternidad y las labores de su condición femenina por muchos años. Sí es cierto que no tenían un espacio propio.

De ahí la importancia de mencionar algunos de los nombres de las grandes pioneras de las letras inglesas que fueron abriendo el camino de la escritura femenina: Jane Austen y las Brontë, entre otras. Un lugar especial para  Aphra Behn quien demostró que se puede ganar las tan deseadas quinientas libras al año escribiendo.

¿Cuáles son las resonancias de la tesis de Woolf en nuestra actualidad? Casi un siglo después, Sara Sefchovich, a quien en mis andanzas periodísticas tuve la preferencia de entrevistar, en su libro Mujeres en espejo 2, afirma: “Es necesario repetirlo: escribir es un privilegio de clase. No escriben los campesinos, ni los obreros y menos aún sus mujeres. Escriben quienes pueden, escriben las mujeres que tienen su vida material resuelta, una educación formal y tiempo libre”.

Estas dos escritoras tan alejadas en el tiempo afirman que la escritura literaria sí requiere de condiciones materiales y recursos como un elemento esencial para escribir y ser escritor o escritora. Es decir, condiciones externas favorables, pero viajemos ahora a otro tiempo y otro espacio para pensar la escritura y la soledad del escritor o escritora.

Marguerite Duras en Escribir, afirma: “La soledad no se encuentra se hace. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era allí donde estaría sola para escribir libros. Sucedió así. Estaba sola en casa. Me encerré en ella, también tenía miedo claro. Y luego la amé. La casa, esta casa, se convirtió en la casa de la escritura. Mis libros salen de esta casa. También de esta luz, del jardín. De esta luz reflejada del estanque. He necesitado veinte años para escribir lo que acabo de decir”.

Así Duras, en otro espacio, tiempo y condiciones económicas favorables nos comparte que “sin la soledad de la escritura el escribir no se produce”. En este texto Duras nos comparte su pasión por la escritura que tiene que ver con el silencio y con la sensación de “hallarse en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que solo la escritura te salvará”. Ahí en esa casa, con esa luz, con esa soledad y silencio, Duras, escribió El vicecónsul  que le ocupó tres años. Ahí, escribió El arrebato de Lol V. Stein.

La soledad de la escritura de la que habla Duras es una soledad elegida. Es una soledad con amantes, con amigos, aunque en ocasiones, pudiera ser una soledad angustiosa con alcohol, con miedo, con dudas. “Un escritor es algo extraño. Es una contradicción y también un sinsentido. Escribir es también no hablar. Es callarse. Un escritor escucha mucho”.

La relación entre la soledad y la escritura me parece que es un tema actual y recurrente en la literatura latinoamericana. La soledad se inserta en la novela de Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad, de una manera trágica. En esa magnífica historia mítica del mundo y de América Latina, que se produce entre el realismo mágico y la realidad en la cual los inventos que van llegando nos dan una pista del momento que se vive. No obstante, hay dos estigmas presentes en la familia de los Buendía: 1) engendrar a un hijo con cola de cochino y 2) el estigma de la soledad que es la verdadera tragedia de la historia. Macondo ese mítico lugar sin tiempo y sin espacio narrado y creado por García Márquez da cuenta de la soledad que se filtra e infiltra en los personajes a lo largo de Cien Años de Soledad.

 Vayamos, por último, a la relación de la escritura y del escribir en zonas de catástrofe, en condiciones de guerra y de violencia. ¿Qué significa para un escritor escribir bajo estas condiciones, cómo lo percibe, cómo lo enfrenta y resuelve?

David Grossman en Escribir en la oscuridad, reflexiona sobre la experiencia de su escritura bajo la influencia de una situación traumática, catastrófica, que se ejerce sobre una sociedad y sobre un pueblo.

“En efecto, tras muchos años de vivir en la situación extrema y violenta de un conflicto político, militar y religioso, puedo decirles, con tristeza, que el ratón de Kafka tenía razón: (“El ratón, mientras la trampa lo encierra y el gato lo acecha por detrás, dice: ¡Ay! “El mundo cada día se hace más estrecho.”) efectivamente el mundo se estrecha y se reduce día con día”.

¿Cómo percibe Grossman esta estrechez del mundo? El vacío condiciona la existencia en casi todos los aspectos de la vida, pero se intenta llenar con apatía, cinismo y por encima de todo desesperación”. Desesperanza ante la imposibilidad de que la situación pueda cambiar, de librarse de ella”.

Hay un miedo, en este caso, a diferencia del miedo en Duras, el miedo es permanente y real: miedo al sufrimiento, a la muerte, a una pérdida insoportable a la humillación de los ciudadanos prisioneros del conflicto que restringe la vitalidad interior y nos asfixia.

El escritor se refiere a la reducción del lenguaje a una secuencia de clichés y eslóganes. “Empieza por un lenguaje creado por las instancias que se ocupan del poder y del conflicto: el ejército, la policía, los ministerios, los medios de comunicación que informan sobre el conflicto”.

El lenguaje se reduce y se retuerce. Los significantes van penetrando el lenguaje privado e íntimo de los ciudadanos y como en Bartleby de Herman Melville, en que el escribano responde a las órdenes de su jefe el abogado bajo unn lógica imposible de comprender en un sistema de subalterno, (I would prefer not to, Preferiría no). Pero la frase penetra el ambiente de la oficina de una manera poderosa, porque introduce la lógica de la preferencia, es decir la lógica del deseo.

Grossman, afirma que hoy miles de personas se enfrentan a un tipo de situación en la que sus valores y su libertad están amenazados. “En cualquier otro lugar, otro escritor que se dedica a este oficio extraño de crear en el seno de una realidad que contiene violencia, alineación y limitaciones, pero que es poseedor de un poder increíble, el poder de cambiar y recrear el mundo con su escritura”.

Imposible no mencionar a Ernest Hemingway, con su escritura asociada a situaciones de conflicto y escrita en condiciones  de riesgo. Adiós a las armas (A Farewell to Arms), una de las novelas de guerra más leídas del siglo.

Para concluir, retomo mi tesis: la escritura es una acción y un efecto de nuestro espacio/tiempo y de nuestra condición personal. La forma como me represento esta tesis es con la Banda de Moebius y la interpretación que de ella dio Jacques Lacan.

La banda, cinta o anillo de Moebius es una superficie con una sola cara y un solo borde. Es una de las figuras más estudiadas por Lacan dentro de su topología. Ilustra el modo en que el psicoanálisis problematiza oposiciones binarias como interno/extemo, amor/odio, significante/significado, verdad/apariencia.

Los términos de estas oposiciones suelen ser presentados como radicalmente distintos, pero los términos opuestos no son vistos como discretos (separados) sino como continuos. La banda, cinta o anillo de Moebius es una superficie con una sola cara y un solo borde.

De tal forma que, en este breve recorrido en que Virginia Woolf señala la importancia de las condiciones económicas, Duras, apela a una cuestión, a mi parecer interna, la necesaria soledad de la escritura y Grossman nos lleva al mundo actual y a las condiciones en las que se ejerce este maravilloso oficio de escribir y contar la realidad ejerciendo nuestra libertad de pensamiento y de expresión.

Allá, donde los caminos se borran, donde acaba el silencio, invento la desesperación, la mente que me concibe, la mano que me dibuja, el ojo que me descubre. Invento al amigo que me inventa, mi semejante; y a la mujer, mi contrario: torre que corono con banderas, muralla que escalan mis espumas, ciudad desvastada que renace lentamente bajo la dominación de mis ojos”. 

            “Contra el silencio y el bullicio invento la Palabra, libertad que se inventa y me inventa cada día”. (Octavio Paz, Libertad bajo palabra)

 

*Doctora en Filosofía Política

Maestría en Periodismo Político

Psicoanalista

[email protected]

Twitter: @z_smeke

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