Metropoli

HISTORIAS EN EL METRO

A la chica la llevaron al servicio médico porque estaba histérica

SUCEDIÓ EN HIDALGO

Por Ricardo Burgos Orozco

Ni siquiera fue en la noche porque dicen que ya cuando está a punto de cerrar, en los últimos vagones se aparecen los fantasmas del degenere y la perdición. Fue en la tarde. Salí del vagón distraído pensando en la inmortalidad del cangrejo y en las cuentas que tengo que pagar, como es costumbre.

Tenía prisa para llegar a una cita y de pronto vi un grupito que se arremolinaba en un rincón. Iba a dejarlo sin saber qué pasaba, pero me ganó el espíritu reporteril –el chisme, dijera mi mamá– y me fui acercando. La escena era hasta cierto punto patética y para dar coraje.

Dos guardianes del orden con sus flamantes camisolas blancas, pero con las mismas panzas cheleras, jaloneaban a un tipo vestido de traje y corbata, se veía decente el tipo. Antes de que yo pudiera intervenir para preguntar, una señora más que madura se acercó y empezó a golpear con su paraguas a los policías con gritos de: ¡Déjenlo, desgraciados, abusivos, ya no hay respeto por la gente decente, los voy a demanda a derechos humanos!!!

Yo seguí escuchando, aunque por estar tan cerca, poco faltó para recibir un paraguazo porque la mujer no tenía control. Uno de los policías, el más barrigón, pidió a la energúmena fémina que se calmara para explicarle. En el minuto que se calmó, el hombre le explicó a la dama que el tipo bien trajeado iba de pié en uno de los vagones frente a una muchacha de minifalda y de pronto se sacó «la cochinada» y se masturbó delante de ella.

A la chica la llevaron al servicio médico porque estaba histérica y al tipo lo conducían detenido al juez cívico, al parecer muy arrepentido porque repetía «no supe lo que hice, no supe lo que hice, no supe lo que hice». La señora se relajó, se acercó lentamente al sujeto, le soltó un paraguazo con toda su alma en sus partes nobles y se alejó tranquilamente.

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