Columnas

De cómo las «benditas redes sociales» le parten la madre a una persona en un santiamén y nadie hace nada, y no pasa nada

“¡O sancta simplícitas!”

Por Jesús Sánchez Ramírez

Hará no más de tres semanas que todos nos solazamos viendo un video que grabó con su celular un usuario de Banco Santander (el de la flamita refulgente). En él pudimos observar cómo le reclama iracundo a una ejecutiva de cuenta de dicha institución de ser partícipe en el robo de 86 mil pesos que acababa de retirar de una de las ventanillas del banco, y le espeta a la mujer, palabras más, palabras menos. «Pinche vieja, muerta de hambre, tú les dijiste cuánto había retirado, porque me dijeron ‘dame los 76 mil pesos que acabas de retirar’. Pero vas a ver, te voy a meter a la cárcel con tus cómplices».

Bueno, el banco emitió pocos días después que su empleada no había tenido que ver nada en el atraso, y que tras una exhaustiva investigación se colegió que la empleada, efectivamente, no había tenido que ver nada con los malvivientes. Bueno, pese a este desmentido, hubo medios locales que daban cuenta de la aprehensión de tres sujetos, uno de ellos primo o hermano de la cajera que aceptaba su culpabilidad pero ¿qué creen, ninguna autoridad avalaba tal detención? Pese a ello, vinieron los memes.

En la mayoría de ellos se veía la imagen de cajera con su cara toda acongojada como cuando a Márgara, la de Gelipe, le negaron el registro de su partido por el cúmulo de irregularidades en que había incurrido. En otra estaba atendiendo un puesto de tamales y le pedían cuatro de rajas, pero al ver que era ella le decían «no mejor ya no me dé nada». En una más ella preguntaba dónde íbamos a estacionar el avión «que no lo tiene ni Omama». Jugamos con la honra y honestidad de una persona. Ahora que sabemos es inocente ¿qué vamos hacer al respecto?

Porque ¿qué creen? Apenas este fin de semana la Fiscalía General de justicia de Veracruz dio a conocer que tres sujetos, integrantes de una banda dedicada a asaltar a cuentahabiente habían sido detenidos en las inmediaciones de Boca del Río y que fueron ellos, precisamente, quienes desapoderaron de 76 mil pesos a la persona que no bajó de muerta de hambre a la cajera de Santander.

¿Y ahora, quién podrá limpiar la honra y la estima de tan distinguida dama? Ya la quemamos cual Santa Teresita de Jesús, inmerecidamente, y ahora ¿quién reparará el daño moral?

Empero, y de acuerdo con el el portal web cordillera.com.ar, «según la leyenda, la última frase pronunciada por el reformador Jan Hus , cuando ya estaba en el martirio de la hoguera a la que se le había condenado por hereje fue “¡O sancta simplícitas!”, o sea: ¡Oh, santa ingenuidad!, al fijarse en cómo una viejecilla, movida por su celo religioso, arrojaba más leños a las llamas en las que aquel ardía».

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