Ecología

Tres serias amenazas penden sobre el águila real

En 2014 había en el mundo unas 250 mil y aunque hasta la fecha no se han contabilizado, el investigador considera que debe haber menos

La fragmentación de su hábitat, el tráfico ilegal y el cambio climático, amenazan seriamente a uno de los emblemas de México: el águila real, una especie de sombrilla o paraguas, porque favorece la conservación de la biodiversidad en zonas semiáridas del norte y centro del país, afirmó Adolfo Gerardo Navarro Sigüenza, académico de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM.

Por ello, considera necesario protegerla y conservar su hábitat, pues regula las poblaciones de mamíferos que son su alimento: conejos, liebres, comadrejas o zorrillos.

El investigador del Laboratorio de Ornitología de la FC, detalló que su principal amenaza es la pérdida y fragmentación de su hábitat por el cambio del uso de suelo para agricultura y ganadería, así como para asentamientos humanos y urbanización.

Las actividades humanas reducen el número de presas para estas aves rapaces, que migan en busca de alimento, «por eso se fueron o desaparecieron del Valle de México», acotó.

¿Águila o sol?

En el escudo nacional esta ave rapaz aparece majestuosa, con las alas abiertas, parada en un nopal devorando una serpiente; en el imaginario del mexicano es la señal inequívoco del sitio donde los mexicas tenían que fundar Tenochtitlán, resaltó el ornitólogo, autor del Atlas de aves de México.

Aún se escucha en el volado ¿águila o sol?, ahora la moneda gira e el aire. En 2014 había en el mundo (Euroasia, partes del norte de África y Norteamérica, desde Canadá hasta México) unas 250 mil águilas reales.

Navarro Sigüenza refirió que en un censo de anidación en México se reportan unos 200 nidos, muy pocos para una región donde hace unos siglos esta águila fue sagrada. Figura en códices y pinturas prehispánicas, y se han encontrado entierros ceremoniales con sus huesos en el Templo Mayor y en Teotihuacán.

De la distribución del águila real, «nos toca una parte sureña». Vive y anida en desiertos del norte del país (Baja California, Chihuahua y Sonora), también en montañas de la Sierra Madre Occidental (Durango), la parte sur del Altiplano, llegando ocasionalmente al Eje Novolcánico, explicó.

Históricamente se indica que alguna vez habitó cerca del Valle de México (en Ciudad Universitaria se ha visto un águila pescadora), y últimamente ha sido avistada en Oaxaca, que «es como la colita del sur de su distribución en América del Norte).

En Mesoamérica, el águila real y el jaguar simbolizan poder, fuerza y valentía, por eso los mexicas tenían un ejército de caballeros Águila y caballeros Jaguar.

Aunque llegan a vivir hasta 30 o 35 años en condiciones naturales y mueren de viejas, son un depredador amenazado. Mueren por comer roedores envenenados, o electrocutadas al perchar en cables de alta tensión para detectar presas. O la gente las mata por miedo a que se coman a los borregos o chivos.

También las pone en riesgo el tráfico ilegal de mascotas. Un tramo de la carretera a Matehuala es famoso por la venta de animales salvajes, y el saqueo de huevos y polluelos disminuye las poblaciones de águilas y aguilillas para cetrería, deporte que era privativo de reyes y emperadores.

Águila dorada

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Navarro Sigüenza resaltó que a la especie Aquila chrysaetos se le llama águila real por su plumaje «color del oro». Aunque su tono es oscuro, tiene plumas con brillos claros amarillentos que le dan apariencia dorada a su cabeza y cuello.

El tamaño, cola amplia y plumaje son distintivos, y a diferencia de otras aves, tiene plumas hasta la mitad de sus tarsos o patas. Ligeramente más grande la hembra que el macho, llega a medir 75 centímetros de altura, y dos metros y medio de envergadura (distancia d punta a punta con las alas abiertas).

Junto con el águila arpía, es una de las aves rapaces más grandes de México. Su olfato es poco desarrollado, pro su visión binocular es ocho veces más poderosa que la humana. En su retina tiene una estructura llamada pecten, que le permite captar más luz y tener una mejor vista para detectar a sus presas a cientos, a veces miles de metros de distancia. Además, sus ojos son muy grandes y se ajustan para enfocarse mientras vuelan para atrapar a su presa. En picada alcanzan una velocidad de 250 kilómetros por hora.

Anidan en riscos y montañas para poder despegar y planear sostenidas por la corriente de aire de convección; ese aire caliente que sube del suelo le permite planear y patrullar su territorio casi sin aletear. En desiertos y bosques abiertos se alimentan de mamíferos medianos: roedores, aves, pequeños venados, borregos, serpientes, pero sus presas favoritas, en 70 por ciento de los casos, son liebres y conejos (Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad).

El universitario reitero que, se han puesto en marcha proyectos para estudiarla, pues es una especie que cuenta con pocos individuos en México. Además, por su valor ecológico es enarbolada como una «especie bandera» para la conservación. Subrayó que para preservar a la majestuosa águila real, símbolo histórico e identidad de México, es indispensable mantener su hábitat.

 

 Fotos: UNAM

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