Columnas

SEGURIDAD: ¿ESTADO FALLIDO?

Por Marcos E.C.

Las funciones del Estado pueden definirse como medios o formas diversas, que adopta el derecho para realizar los fines del Estado. Las funciones del Estado tienen un sustento lógico y jurídico. Es mediante los fines que se reconocen las etapas para alcanzar un objetivo específico, por las funciones se consagran procedimientos de la legislación que necesitan para la realización de las tres funciones esenciales del Estado:

  • SALUD
  • SEGURIDAD
  • EDUCACIÓN. 

Este comentario es sobre la SEGURIDAD.

La violencia no depende del modelo económico, político, ni tampoco es exclusiva para un género en particular, o bien se orienta únicamente a las preferencias sexuales de las personas.
Si bien ha habido un considerable aumento, en casos de violencia contra las mujeres, al extremo que se han manifestado con exigencias justas (si bien, grupos muy específicos y de origen aparentemente oficialista) han desvirtuado, el legitimo reclamo, de leyes mas duras contra sus agresores, pero sobre todo ¡ACCIÓN! De nada sirven leyes estrictas, si no hay Ministerios Públicos, Policía de investigación y Jueces capacitados, para ejercer dichas leyes.

La violencia, como tal, nos está afectando a todos, no distingue condición económica, credo o preferencia política. Aunque se ha fomentado un odio que trata de dividir a la sociedad, a través de un discurso de “ricos vs pobres” “pueblo vs fifís”. Un discurso populista e incendiario, con un alto riesgo. La línea que divide al discurso, de la violencia generalizada, es muy delgada. El tigre puede despertar y en una de esas… ¡se come a su domador!

El Estado aquí, y en China, en materia de seguridad tiene tres principios básicos que justifican su existir: paz, orden y seguridad.

Guste o no, hoy gobierna nuestro país un partido populista y representa al Estado. Como tal es la institución jurídica política, dotada de territorio, población, orden jerárquico de leyes, y como tal debe asumir sus responsabilidades más allá de culpar a otros; enterrar sus propios fantasmas y pensar en un presente y un futuro, que se vislumbran nada fáciles.

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