Cultura

Tihosuco, en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, es Zona de Monumentos Históricos

Protegida federalmente y amparada por los lineamientos del INAH, abarca a un total 31 edificios patrimoniales, construidos entre los siglos XVII y XIX.
 

FELIPE CARRILLO PUERTO, Q Roo.- En la arquitectura parcialmente incompleta del Templo del Santo Niño Jesús, un inmueble del siglo XVII que se localiza en el poblado de Tihosuco, de este municipio, es posible revivir mentalmente la algarabía del pueblo maya y el batir de los cañones y de las armas que, en 1847, se alzaron a lo largo y ancho de la península de Yucatán, en un enérgico llamado al reconocimiento y en contra de la oposición.

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Esta belleza, construida por la orden franciscana, cuya portada ausente es ahora un testigo silenciosos de la resistencia del pueblo maya, cuenta con el reconocimiento de Zona de Monumentos Históricos (ZMH), que fue publicado el 13 de marzo de 2019 en el Diario Oficial de la Federación. Se trata de una declaratoria que evoca el pasado pero cuyas miras están en futuro.

Dicha declaratoria tiene hoy sentido, gracias al sustento que los habitantes de Tihosuco han promovido desde hace décadas para su legado histórico. El perímetro declarado ZMH comprende un área de 0.331 kilómetros cuadrados.

Dentro de esa poligonal se reconoce a 20 manzanas que, a su vez, contienen un total de 31 edificios construidos entre los siglos XVII y XIX, cuyos usos pretéritos fueron variados: templos religiosos, exconventos, cementerios, escuelas y edificaciones civiles.

Tihosuco, cuyo nombre maya es Jo’tsuk -vocablo que significa «cinco estómagos» o «cinco rumbos»- en tiempos prehispánicos fue la capital del cacicazgo de Cochuah. Su ubicación geográfica hizo que, luego de la llegada de los españoles y de la conquista que en la región emprendió Francisco de Montejo «El Mozo», se estableciera allí, a mediados del siglo XVI, el punto nodal franciscano para la evangelización en los territorios periféricos.

Debido a su bonanza regional y su posición geográfica entre Valladolid y el puerto de Bacalar, Tihosuco fue blanco de piratas y filibusteros. En 1686, el encomendero de Tihosuco, Ceferino Pacheco, enfrentó a los corsarios Lorencillo y Agrammont. En 1772, corsarios ingleses atacaron a los pueblos de Chunhuhub y Telá, llegando hasta Tihosuco.

El acontecimiento histórico más recordado en Tihosuco, aún viviente entre sus habitantes más señeros, ya que se inscribió dentro de la insurrección indígena más larga de América Latina: la Guerra de Castas, que inició en 1847 y concluyó hasta entrado el siglo pasado.

La Escuela Primaria Jacinto Pet -asentada en parte de un inmueble histórico comprendida en la ZMH- hereda el nombre del líder que, en el siglo XIX, organizó a las comunidades y enfrentó a los criollos que, en el caso de Tihosuco, se atrincheraron en el Templo del Santo Niño Jesús, atacado finalmente por la fuerza maya.

Luego de la Guerra de Castas, el centro histórico que ahora cuenta con la declaratoria de Zona de Monumentos Históricos, quedó totalmente abandonado, por lo que, paulatinamente, fue «redescubierto» por campesinos llegados al sitio desde Valladolida y otras regiones de la península de Yucatán.

Fotos: Cortesía

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