Metropoli

HISTORIAS EN EL METRO

En Balderas me encontré con un vagonero ofreciendo tapabocas a diez pesos cada uno

EN BOCA TAPADA NO ENTRAN VIRUS

Por Ricardo Burgos Orozco

Desde hace varias semanas he estado comentando que en el Metro casi nadie usa cubrebocas. Pues a partir del viernes 17 de abril ya es obligatorio, en medio de polémica y contradicciones si es útil o no.
Desde el miércoles anterior –según leí– se empezaron a repartir gratis cubrebocas desechables en las estaciones de la Línea A y 9 Pantitlán. Dicen que van a distribuir un millón. Esperemos que alcancen. No informaron si ese operativo será en todas las demás rutas.

Metiche como soy –y por mi naturaleza de reportero–, desde el viernes 17 he recorrido distintas estaciones para saber si la gente está cumpliendo con este nuevo ordenamiento. Ahora es más la gente que usa cubrebocas, pero mucha otra se niega a traerlo. Nadie la está obligando y tampoco veo empleados que orienten al respecto. Incluso vi a vigilantes sin cubrebocas.

Les pregunté a quienes no traían tapabocas. Muchos hasta con niños. Unas me dijeron que les molesta, otras que les da mucho calor. Un mayor número señala que informaron en televisión en la noche que no sirve de nada, que es útil sólo cuando estás enfermo.

Observé nuevos letreros pegados en las paredes de las estaciones, avisando de la obligatoriedad. El texto indica usarlo durante el tiempo de todo tu viaje en el Sistema de Transporte Colectivo Metro. Casi en los mismos espacios hay otros carteles, ahora obsoletos, manifestando que solo se use el cubrebocas en caso de tener infección respiratoria. A lo mejor los quitan en unos días, aunque contiene otras recomendaciones vigentes por ahora.

En Balderas me encontré con un vagonero ofreciendo tapabocas a diez pesos cada uno. Se quejó que no había vendido casi nada porque los están repartiendo gratis en algunas estaciones y también afuera están vendiendo ¡Hay mucha competencia! Me dijo.

El hombre traía de la mano a una pequeña de unos seis años de edad. Muy juguetona y simpática. Me la tuve que traer porque ahorita mi esposa no la puede cuidar, tiene siete meses de embarazo ¡Y con estas broncas de lana y de virus!

En la estación Nativitas encontré a otra vendedora de cubrebocas. Chaparrita y muy platicadora. La acompañé por varios vagones y no vendió una sola pieza. Se sentó fastidiada y empezó a leer en su celular. De pronto se levantó. Mejor me voy a hacer de comer, aquí no hay gente ¿Qué va a preparar? ¡Chicharrón en salsa verde! Dijo ¡Mi platillo favorito! Le contesté mientras se bajaba en Chabacano.

Foto: RBO

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