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¿Alguien ha visto a la presidenta de la Comisión de Vigilancia del IMSS en algún hospital?

La salud no puede ser un lujo, ni el sistema de protección social un privilegio, sino derechos que se deben garantizar, advirtió la secretaria de la Función Pública (SFP), Irma Eréndira Sandoval, el 31 de octubre de 2019, en su calidad de presidenta de la Comisión de Vigilancia del Instituto del Seguro Social (IMSS).

Palabras muy ciertas, en teoría, pues en la práctica nunca se le ha visto hacer uso de su cargo como presidenta de la Comisión de Vigilancia del IMSS, en favor de los derechohabientes que llevan meses exigiendo atención, medicinas, y mucho menos durante la pandemia de COVID-19, abogando porque médicos, enfermeras y demás personal hospitalaria tenga lo necesario para realizar su labor.

En esa ocasión, en la que presentó el informe respectivo, que incluí 13 recomendaciones para mejorar el bienestar de las personas que atiende la institución, la secretaria puntualizó que el objetivo es brindar servicios con calidad y calidez a más de 81 millones de personas, «sin confundir austeridad con pauperización del servicio público, como ocurrió entre 2012 y 2017, cuando el número de médicos se redujo de 1.77 a 1.55 y el de enfermeras bajó de 2.52 a 2.22 por cada mil derechohabientes, en detrimento de éstos».

Y como siempre, justificando su mal desempeño con las fallas del pasado, pero la secretaria cuidó omitir que a la llegad de este gobierno, fueron cientos los médicos y enfermeras que despidieron y que hoy, aprovechando la crisis sanitaria, han querido imponer pseduomédicos cubanos pagando al gobierno de Cuba miles de millones de pesos por los «servicios» de apenas 700 presuntos profesionales de la salud, que fueron corridos de otros países porque no saben ni tomar la temperatura.

En su alocución, Sandoval Ballesterios dijo que: «En este gobierno no se escatimará ni un peso cuando se trate de salud y el bienestar de las y los mexicanos».

Otra falacia, pues precisamente en esta administración, con apenas casi dos años de haber asumido el poder, es el Sector Salud, el IMSS y el ISSSTE los más golpeado, así como los médicos y enfermeras, lo que quedó evidenciado durante la pandemia que llegó a México desde febrero pasado y éstos no tenían ni cubrebocas adecuados, mucho menos equipo especial para protegerse de posibles contagios; como consecuencia de eso, cientos de trabajadores de la Salud han muerto.

Ah, pero eso si, en esta Asamblea, Sandoval Ballesteros destacó en sus recomendaciones, conocer con precisión los ingresos por conceptos de cuotas obrero-patronales y auditar el cumplimiento de las funciones de las Subdelegacions institucionales, así como atender la presión financiera por las jubilaciones y el pasivo por concepto de pensiones.

Expuso que, «según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre 2003 y 2006 en el IMSS se pagó un sobrecosto de más de 57% por colusión con el sector farmacéutico, y entre 2009 y 2015 se cubrió otro sobrecosto de más de 170 millones de pesos sólo en la adquisición de guantes de látex».

Y como según ellos, las administraciones pasadas se robaban ese dinero, éstos ordenaron parar las compras de insumos y medicamentos, y cuando la pandemia llegó no tenían ni guantes de látex, ni ventiladores que, por cierto, compraron al hijo de Manuel Bartlett a sobreprecio, reconstruidos e inútiles, y la secretaria de la Función Pública no dijo ni pío.

En su carácter de presidenta de la Comisión de Vigilancia del IMSS, Irma Erédira recomendó a la institución, entre otros puntos, «garantizar la calidad, oportunidad y seguridad en los servicios de urgencias y atención médica, y hacer un diagnóstico de capacidad, en infraestructura física, humana y tecnológica, para responder a la sobredemanda actual, pues entre 2012 y 2018 aumentó el número de cotizantes en 25% (eso significa que el empleo estaba creciendo) sin que se hiciera lo propio con la capacidad de atención».

Los conminó, «a ejercer el gasto con economía y efectividad, sin dispendio, como lo mandata la Ley Federal de Austeridad Republicana, ya aprobada, y evaluar y rediseñar la planeación y adjudicación del gasto, porque ya no se permitirán los subejercicios que en el pasado eran presumidos como ahorros o superávits, a costa de menos infraestructura y servicios deficientes».

Todo eso se oía muy bien en ese momento, pero el tiempo los desmintió, pues en plena pandemia, cuando la ola de contagios y muertes iba en ascenso, el personal médico seguía pidiendo apoyo de más médicos y enfermeras, insumos, equipo especial para atender a los enfermos, suficientes pruebas para detectar asintomáticos o contagiados, y esta es la hora en que siguen trabajando con batas rotas, mascarillas que no sellan, guantes no adecuados, sueldos magros, sobrecarga de trabajo, y la indiferencia tanto de su sindicato como del director general de la institución, Zoé Robledo.

De la secretaria de la Función Pública y presidenta de la Comisión de Vigilancia del IMSS, solo diremos que nunca, desde que inició la pandemia, se ha parado en un hospital o clínica y mucho menos ha escuchado al personal hospitalario en sus demandas.

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