Cultura

Los violinistas Nonna Alakhverdova y Ara Ghukasyan, dedican su vida a compartir su talento y formar nuevas

Son de origen armenio y naturalizados mexicanos desde hace más de 15 años.

Los violinistas Nonna Alakhverdova y Ara Ghukasyan, son de origen armenio y naturalizados mexicanos desde hace más de 15 años. Han dedicado sus vidas no sólo a compartir su talento arriba de los escenarios, sino también a participar en la formación de nuevas generaciones de músicos mexicanos.

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Llegaron a México en 2001 para formar parte de la Camareta de Coahuila, después viajaron a Sonora para impartir clases de música y ser parte de la Orquesta Filarmónica de la entidad hasta que decidieron radicar en Ensenada, Baja California, donde trabajan como maestros en la Facultad de las Artes de la Universidad Autónoma de Baja California.

México tiene muchos instrumentistas talentosos; violinistas y violistas con pasión y musicalidad, a quienes motivan a ir más allá de sus propios límites, con mucho orden, trabajo y disciplina, expresó Nonna Alakhverdova.

“La música es de alto rendimiento porque no tiene que ver sólo con la disciplina artística, también se relaciona con la preparación, entrenamiento sistematizado −como en el deporte−, luego viene la precisión que deviene de la ciencia; el desarrollo de los procesos que dan como resultado que un músico toque como se debe. No tocar por tocar, sino como es, en eso radica este arte”, señaló.

A decir de Alakhverdova, la retroalimentación con las nuevas generaciones siempre la enriquece. “Trabajar con jóvenes como los de la Orquesta Escuela Carlos Chávez siempre es muy gratificante. Tienen un nivel técnico instrumental muy bueno, solo a veces, deben quitarse un poco el miedo al utilizar el arco, un aditamento importante para tocar el violín, porque con él puedes dar vida a las notas. El arco pone color e intensidad a las notas”.

Para la violinista, la expresividad debe estar por encima de la técnica; en la música y en el arte en general es como la sal −metaforizó−, si es poca, será como un platillo simple y si se excede, sabrá mal. En este sentido, apunta que lo ideal es encontrar el equilibrio para degustar el sonido porque a veces cuando un músico tiene más pasión que técnica esta estorba.

“La música es tiempo y precisión, lo principal es encontrar el equilibrio entre ambos aspectos, porque −retoma otra comparación culinaria− sino tiene ese contrapeso entre técnica y expresividad es como una ensalada con mucha mayonesa, en la que el sabor de los ingredientes se pierde y no se pueden saborear y pues así no tiene ningún sentido tocar”.

Afirmó que los violinistas de La Chávez son buenos técnicamente y muy apasionados y subrayó que solo hay que conducirlos a que sigan esta simetría; que se atrevan a utilizar el arco de una forma en la que cada nota emitida hable por sí misma, que confíen más en su intuición para lograr el sonido ideal, el indicado, el que marcan las partituras.

Dar vida a las notas al frotar las cuerdas con el arco, dejar que la expresividad fluya de manera orgánica, encontrar el equilibrio entre técnica depurada y expresividad musical fueron algunos de los aspectos que la violinista Nonna Alakhverdova y el violista Ara Ghukasyan trabajaron con 14 cuerdistas de la Orquesta Escuela Carlos Chávez (OECCh), durante las clases maestras que impartieron en 2020, previo a los conciertos que la joven orquesta realizó.

Fotos: Cortesía

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