DE REPORTEROS

Rogelio Guedea publica «El último desayuno»

Roque de la Mora es un profesor universitario en Nueva Zelanda. Su vida transcurre entre la calma y el tedio, hasta que una de sus alumnas, Sara Pike, es asesinada en las instalaciones del campus.

Acorralado por pensamientos obsesivos y destructivos, Roque tiene la certeza inmediata de que es acechado por la policía y señalado por sus colegas como responsable del crimen. Mientras trata de desentramar su posible culpabilidad y disimular el miedo e incomodidad por los que atraviesa, Roque examina los pasos que debe dar para encontrar la respuesta a su intranquilidad. Pero en ese afán, se atraviesan amantes, una ex esposa, recuerdos y los efectos de hombre mentalmente inestable.

FRAGMENTO

“[…] ¿Y han detenido al asesino?, volví a preguntar, al tiempo que imaginaba a un puñado de estudiantes rodeando el cuerpo de su ex compañera, el arribo de la policía al lugar del crimen, una ambulancia; también pude ver cómo la sacaban del agua, con sus brazos alargados, como abrazándose a esa enorme piedra donde habían encallado sus escasos veinte años, luego de caer, o cómo la arrastraban por el lodo, jalada por las piernas, dejando un rastro infame en la tierra mojada. También pude ver cuando la tendieron al lado del río y la introdujeron en la bolsa negra de plástico con cierre en el medio, o simplemente le colocaron encima una sábana blanca por la que asomaban sus pies delgados, con las uñas de los dedos pintadas de un azul tenue, como el azul con que se pinta el cielo en las acuarelas. No, dijo Esther. ¿No qué? No saben quién es. […] Esther se inclinó un poco para decirme algo que no entendí. Lo dijo entrecerrando los dientes, apretándolos contra la lengua, así que le pedí que me hablara un poco más fuerte. Lo que me dijo me hizo darme contra el respaldo de la silla. La policía me estaba buscando para entrevistarme.”

 

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