Se conocen más de mil 100 especies en el mundo; de ellas, 120 son mexicanas
¿Estaba usted enterado de que los murciélagos no son aves; que no tienen plumas, sino pelo? ¿Sabía que son los únicos mamíferos voladores del reino animal?
Y ahora que se han presentado casos de chikungunya, “me atrevería a decir que son aliados, porque se alimentan de todos los moscos transmisores de esa enfermedad. Tan solo en una noche sin insectívoros estaríamos infestados de insectos”, comentó Osiris Gaona Pineda, investigadora del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
Estos seres singulares pertenecen a la familia de los filostómidos (Phyllostomidae), y alrededor de ellos se han elaborado historias de terror y mitos fantásticos que no corresponden con su verdadera función en los ecosistemas terrestres.
Hasta hoy, los taxónomos han registrado más de mil 100 especies en el mundo, de las cuales alrededor de 120 viven en México. Se les encuentra en los más variados ambientes, lo mismo en los grandes conglomerados urbanos –como la Ciudad de México–, que en las selvas tupidas–como las del sureste del país.
Catalogados por su forma de alimentarse (polinívoros, frugívoros, piscívoros o ictiófagos, carnívoros y hematófagos), en realidad brindan grandes beneficios a los humanos. Por ejemplo, los frugívoros dispersan semillas, y lo hacen de dos a cinco veces más que las aves, informó.
“Son benéficos porque ayudan en los procesos de regeneración y sucesión de las especies vegetales, como las existentes en las selvas húmedas tropicales; sin ellos sería imposible que se restablecieran. O los que se alimentan de insectos, que en realidad son controladores biológicos, pues regulan las plagas del maíz o de la papa y el trigo”.
Respecto a los hematófagos, como Desmodus rotundus, Diphylla ecaudata y Diaemus youngi, a los que se les vincula con las historias del conde Drácula, la especialista refirió que esa imagen se debe a un proceso cultural cuyo origen se encuentra en las ideas que sobre ellos concibieron los conquistadores españoles. “De las mil 100 especies que hay en el mundo sólo tres son hematófagas, es decir, se alimentan de sangre, y se encuentran en América”.
De los polinizadores, Gaona Pineda destacó: se sabe que Leptonycteris yerbabuenae (murciélago magueyero) es un polinizador del Agave tequilana, de donde procede el tequila. No sólo poliniza agaves, sino otras especies de plantas que abren de noche con flores expuestas, como las Agavaceae o Moraceae.
Comentó que los murciélagos “son migratorios, con una historia de vida sorprendente. Algunos organizan cuevas de maternidad que sólo habitan hembras preñadas; en otras sólo hay machos, y existen unas más destinadas a la copulación”.
En México viven alrededor de 120 especies, lo que implica una gran biodiversidad. “Una endémica es Musonycteris harrisoni, de Nayarit, especialista en polinizar plátanos. Otra es Myotis planiceps, que crece entre las yucas, es chiquito y de cabeza plana para adaptarse a su hábitat. Se le consideraba extinto, pues hacía 30 años que no se le veía”.
De acuerdo con la investigadora, algunos de estos organismos pesan entre tres gramos (lo mismo que cuatro cacahuates) y un kilogramo. “Otros son del tamaño de un dedo pulgar; unos más, abiertos de alas, miden un metro, como el Vampyrum spectrum de Chiapas y Campeche, que es carnívoro, pero no se alimenta de grandes mamíferos, sino de pequeños batracios y lagartijas”.
Uno de los mitos más difundidos acerca de los murciélagos es que son ciegos, pero se ha comprobado que poseen el sentido de la vista, aunado a un sistema de ecolocalización que los ayuda a ser mucho más hábiles en la noche. La mayoría son nocturnos, pero también hay diurnos como Saccopteryx bilineata (murciélago de sacos), de las selvas húmedas tropicales.
Al igual que los mamíferos, los murciélagos gestan de tres a nueve meses un individuo, excepto el Lasiurus borealis (murciélago colorado), que puede tener partos gemelares.
Respecto a su conducta de apareamiento, ciertos machos como Saccopteryx, Artibeus y Rynchonycteris (murciélago de trompa), tienen glándulas con las que marcan a sus hembras en una especie de harem, donde domina un alfa.
Es una conducta aún no vista a profundidad, pero Leptonycteris Yerbabuenae, la especie que actualmente estudia Gaona Pineda, “se ‘tatúa’ un ‘parche’ con orina y hormonas cuando está en etapa reproductiva, de tal modo que la hembra lo puede ver mejor en la oscuridad, ya que vive en cuevas. Este ritual le da al macho tatuado más oportunidad de aparearse”.
En cuanto a Desmodus rotundus, el hematófago que causa derriengue a las vacas (por lo que es combatido por los ganaderos), la bióloga aseguró que es muy fácil de controlar. “En cualquier farmacia veterinaria se encuentra una solución que se aplica en la espalda del murciélago. Como son muy cariñosos, en la colonia se acicalan y entonces tragan la solución. De esta forma el control es efectivo. Afecta sólo a aquellos que causan daño al ganado y dejan con vida a los murciélagos que son nuestros aliados”, concluyó.