A más de seis décadas de su inauguración, ejemplo de valor plástico y escultórico
Al sur de la capital se levanta imponente el Estadio Olímpico Universitario de la UNAM, convertido en ícono de la arquitectura nacional y casa de los Pumas de futbol americano y soccer, así como de los equipos representativos de la institución.
El 7 de agosto de 1950, en una gran hondonada situada en el Pedregal de San Ángel, se colocó la primera piedra, y el 20 de noviembre de 1952 abrió sus puertas con una ceremonia inaugural. Horas después comenzaron los II Juegos Juveniles Nacionales, y el 29 de ese mismo mes fue escenario del clásico de futbol americano Pumas de la UNAM y Burros Blancos del IPN, con un marcador electrizante de 20-19 a favor de los anfitriones.
El proyecto para su edificación estuvo a cargo de los arquitectos Augusto Pérez Palacios, Raúl Salinas Moro y Jorge Bravo Jiménez. El legendario coach de los Pumas de futbol americano, Roberto Tapatío Méndez, y el profesor Jorge Medina, participaron como asesores.
Hoy, a más de seis décadas, sigue siendo un ejemplo por su valor plástico y escultórico, además de ser el primer edificio construido en el área de lo que actualmente es Ciudad Universitaria.
El cráter del volcán
Numerosas interpretaciones se han hecho de su apariencia, algunas con marcada orientación nacionalista: la forma de un sombrero de charro o de una tortilla. Lo cierto es que semeja al cráter de un volcán, y si su forma se adaptó al terreno volcánico (se construyó en una hondonada del Pedregal de San ángel; fue una solución única), la cancha tiene la peculiaridad de situarse más abajo del nivel de acceso.
La estructura ovoide se inscribe en una circunferencia de 125 metros de radio, en cuya fachada oriente, Diego Rivera plasmó el mural La universidad, la familia y el deporte en México, elaborado con la técnica del relieve policromado, cubierto con piedras de colores y texturas naturales (tezontle, tecali, mármol blanco, piedras de río blancas, verdes y rosas).
Para las competencias nocturnas, el espacio cuenta con cuatro torres de alumbrado de 45 metros de altura en las que se instalaron 59 lámparas ahorradoras de mil 900 watts por torre, que consumen menos energía que las originales e iluminan con más efectividad. De ese modo, supera los requerimientos de la Federación Mexicana de Futbol para esos encuentros.
“Podemos ahorrar hasta 500 por ciento de energía eléctrica”, aseguró Juan José Ugalde García, administrador del Estadio Olímpico, dependiente de la Dirección General de Prevención y Protección Civil.
Además, se retiraron cuatro subestaciones eléctricas de las 13 originales. Actualmente las nueve en operación son más eficientes y garantizan el alumbrado en todo el recinto.
El Estadio cuenta con 41 accesos (39 túneles y dos puertas, ubicadas en las cabeceras), característica que lo hace uno de los más seguros en su tipo, pues se puede desalojar en cuestión de minutos.
Algo necesario en la práctica de un deporte es contar con espacios óptimos. Para evitar el encharcamiento en la cancha, desde 1986 tiene un sistema de desagüe notable. En la parte baja hay una tubería que capta las aguas pluviales y permite la permeabilidad rápida; incluso en tiempo de lluvia no se inunda.
El desagüe, aunado a los trabajos de mantenimiento que realiza la Dirección General de Obras y Conservación, ha permitido que la cancha permanezca siempre en buenas condiciones. Cabe señalar que el personal de jardinería ha combinado siete diferentes especies de pasto para aumentar las ventajas del terreno de juego, destacó.
A medida que las necesidades de la práctica deportiva aumentan, se han hecho adecuaciones, como la sala de prensa, inaugurada en 2004.
Ugalde resaltó que en el recinto deportivo también se practican otros deportes, sobre todo de pista y campo, como el Maratón de la Ciudad de México, y cuando no hay competencias, los estacionamientos brindan ese servicio a la comunidad para que en el circuito escolar pueda fluir el tránsito automovilístico.
Historia
El Estadio Olímpico ha sido sede de las finales nacionales de los Juegos Deportivos Juveniles, los clásicos del futbol americano estudiantil Poli-Universidad y los XIX Juegos Olímpicos, en 1968.
Se han celebrado, además, dos ediciones de los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe (1954 y 1990), así como los Juegos Deportivos Panamericanos (1955 y 1975).
En 1977 se efectuaron los Juegos Deportivos Estudiantiles Centroamericanos y del Caribe y en 1979 la Universiada Mundial. Además, El Estadio Olímpico fue uno de los escenarios del Campeonato Mundial de Futbol Soccer de 1986.