DE REPORTEROS

Violencia en Guerrero, una ‘epidemia’ con tintes históricos: especialista

Guerrero presenta rasgos históricos, geográficos, pero sobre todo de procesos políticos y sociales que han imposibilitado recomponer la seguridad en la entidad, a partir de medidas estatales típicas, afirmó la Dra. Anne W. Johnson, catedrática del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

El fin de semana pasado, casi una treintena de personas fueron asesinadas en Guerrero. El gobernador de la entidad, Héctor Astudillo, explicó ante medios que se trató de ajuste de cuentas entre integrantes del crimen organizado, sobre todo en la ruta de la amapola.

“La violencia en Guerrero es histórica, debido en parte a su difícil entorno geográfico, al aislamiento añejo, y, sobre todo, a los procesos políticos locales y estatales basados en viejos caciquismos y clientelismos”, afirmó la académica.

La especialista de la IBERO señaló que además, este territorio ha dado surgimiento a movimientos sociales, autonomías y otras formas de resistencia que ha impulsado la construcción del ‘Guerrero bronco’ que ha llegado a formar parte de la identidad de algunos actores en el estado.

Aunque, dejó claro, sería un error reducir al estado a estas experiencias de movilizaciones sociales, guerrilleras y de actores delincuenciales. “Habrá que matizar los contextos de las diversas violencias en el estado. Las políticas federales que giran alrededor de la guerra contra el narcotráfico han resultado en el recrudecimiento de la violencia que no tiene nada que ver con las cualidades de los guerrerenses, sino con problemas de violencia estructural”.

Qué hacer para frenar la violencia

Para la académica de la Iberoamericana, la solución para frenar la violencia es compleja, pues pasa por el sentir social de la inacción gubernamental y la falta de credibilidad de las autoridades, y la poca participación de las instituciones para cumplir con su labor de dar seguridad a la ciudadanía.

“Hay una sensación —justificada— de que el gobierno no ha hecho nada para frenar la violencia. Las fuerzas de seguridad tienen que darse cuenta que su función es proteger la ciudadanía, la cual no han cumplido. Por complicidad con los criminales, por corrupción, por falta de entrenamiento, o por falta de interés.

“Sin embargo, es evidente que la respuesta no es simplemente el aumento de elementos policiacos, ni mucho menos la militarización de las regiones de conflicto. Al contrario, estas estrategias han tenido como resultado un aumento en la violencia y la desconfianza de la ciudadanía.

«Al parecer, una de las estrategias exitosas para combatir la violencia ha sido la organización comunitaria, sobre todo en contextos donde la autodefensa se ha combinado con nociones de impartición de justicia y solidaridad social, más allá del armamiento de milicias locales”.

Anne Johnson señaló que las autoridades no están cegadas frente a lo que pasa en Guerrero y tampoco les conviene que se mantengan los altos índices de violencia en la entidad, aunque habrá a algunos cuantos que los beneficie este entorno violento.

“El problema es que el Estado no es una sola cosa, sino una combinación contradictoria de intereses y actores. Puede que el desorden y la inseguridad convengan a algunos, pero no a todos los elementos del poder, ya que atentan en contra del bienestar social, pero también económico, de la entidad”, concluyó.

 

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