A pesar de los resentidos sociales, pseudoizquierdosos, de «periodistas» que se creen eminencias en todo, esos que todo critican y nada les cuadra, frente a esos pocos hay mexicanos de buen corazón, que no están envenenados por el odio creado por falsos caudillos, que a la fuerza quieren el poder, es ahí donde los mexicanos de corazón han respondido para ayudar a quienes la naturaleza golpeó severamente en Oaxaca y Chiapas.
Miles de mexicanos de todos los estratos sociales se han solidarizado con los afectados por el sismo de 8.2 grados que azotó el sureste mexicano, dejando familias enteras solo con lo puesto o con seres queridos fallecidos, donando lo que pueden, pues aunque a algunos no les sobra han compartido con sus hermanos en desgracia no solo sus víveres, sino también sus oraciones, su tiempo.
El Gobierno, encabezado por el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, no titubeó ni un segundo y de inmediato movilizó a todos los secretarios que conforman el Gabinete, al Ejército y la Marina, en todos los puntos donde el desastre fue mayor.
Sin embargo, hay sitios tan distantes o agrestes donde parece imposible llegar y el arribo es más lento, lo que ha dado material para minimizar el gran esfuerzo que se está haciendo por levantar esos municipios castigados por la naturaleza, criticando o asegurando que el Gobierno no está ayudando.
Sin duda, los vivales, los carroñeros nunca se acabarán. Si, aquellos que en medio de la desgracia buscan reflectores, para sacar raja política en beneficio personal. Cómo criticaron a esas personas que se robaron la ayuda humanitaria de un tráiler que volcó en la carretera, pero se creen con suficiente calidad moral para asegurar que el Gobierno no solo no está ayudando a los damnificados sino también de querer sacar beneficio del drama, cuando su responsabilidad es brindar apoyo a sus gobernados en desgracia.
Afortunadamente son más los mexicanos que quieren un país en paz, solidario, hermanado en las buenas y en las malas y por ellos vale la pena seguir defendiendo la libertad de que gozamos y en contra de gente que con palabrerías, calumnias y cinismo que dice «primero los pobres» y es precisamente a ellos, a los pobres, a los que utiliza para sus mezquinos intereses.
Qué bueno que el Presidente no se detuvo a pedir opinión de nadie para desplegar todos los recursos humanos, materiales y económicos a su alcance para apoyar a Oaxaca y Chiapas, en una labor titánica, donde solo les dio tres días a los secretarios para levantar un censo de las casas que tendrán que derribarse para levantar nuevas.
Ojalá pronto los oaxaqueños y chiapanecos vuelvan a dormir en un hogar, confiados en que nada ni nadie podrá destruir la solidaridad de nuestro país, que siempre está dispuesto a tender la mano