El sondeo realizado en México es un ejercicio sin precedente en el mundo.
En 2016 se incluyeron doce preguntas a la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), que representan una primera aproximación a la situación que miles de mujeres viven en México en las salas de parto. Los doctores Roberto Castro Pérez y Sonia M. Frías, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como Aurora del Río, del Centro Nacional de Salud y Género de la Secretaría de Salud, fueron responsables de las preguntas de su posterior interpretación.
Algunas de las preguntas de la encuesta fueron: ¿la obligaron a permanecer en una posición incómoda o molesta para usted (en la sala de parto)?, ¿le gritaron o la regañaron?; ¿le dijeron cosas ofensivas o humillantes?; ¿la ignoraban cuando preguntaba cosas sobre su parto o sobre su bebé?; ¿le colocaron algún método anticonceptivo o la operaron o esterilizaron para que ya no tuviera hijos sin preguntarle o avisarle?; ¿usted dio permiso o autorización para que le hicieran cesárea? Estas preguntas fueron clasificadas en dos categorías: 1) abuso y violencia y 2) atención no autorizada, este última se interpreta como colocación de un método anticonceptivo sin consentimiento.
La encuesta estuvo dirigida a mujeres de 15 a 49 años que en los últimos cinco años hubiera experimentado un parto. Se estima que en esta condición había alrededor de 8.5 millones de personas en el país y la muestra abarcó a un total de 24 mil 126 mujeres.
Una vez realizada la encuesta y procesados los datos, se reportó que 5 mil 402 mujeres indicaron haber sido objeto de algún acto de abuso y violencia, 18 mil 620 mujeres dijeron no haber sufrido de alguna forma de violencia; 3 mil 876 reportaron haber sido objeto de atención no autorizada, y 20 mil 146 indicaron no haberlo sido.
Al sumar las distintas formas de violencia obstétrica, se tiene que el 33.2% de las mujeres encuestadas sufrió una o varias formas de abuso durante el parto, lo cual, de acuerdo con Castro Pérez, es un gran avance pues no se contaba con datos de México, que además abarcaran a una muestra de miles de mujeres, convirtiéndose en un ejercicio sin precedentes en el mundo.
“Es una innovación a nivel mundial, no existe en ningún otro país una encuesta en la que se haya preguntado a miles de mujeres esta batería de preguntas. Un antecedente es una encuesta que se hizo en Italia que es específica para violencia obstétrica, y aunque fue nacional la muestra no llegó a más de mil mujeres, por lo que el poder de los resultados fue limitado. Mientras que la ENDIREH es una encuesta de hogares que representa a todas las mujeres de México a partir de los 15 años. Esto no se ha hecho en el mundo y no tenemos con qué compararlo porque vamos al frente, estamos abriendo camino”, indicó el sociólogo.
La Ciudad de México fue la entidad con más alta proporción (30.5%) de reportes de maltrato; en proporción menor pero no menos alarmante están el Estado de México, Querétaro, Aguascalientes, Coahuila, Tlaxcala, Yucatán, Jalisco, Morelos e Hidalgo con (25%). Las entidades con más baja prevalencia (debajo del 20%) fueron Chihuahua, San Luis Potosí, Guerrero, Sonora, Nuevo León, Campeche, mientras que Chiapas fue la entidad con el reporte más bajo (15%).
Estos datos, señaló el académico, tienen dos lecturas: “Que las entidades donde se registró un mayor maltrato es porque el abuso es una práctica habitual en los hospitales públicos y privados o que las mujeres son más conscientes de este tipo de violencia y por tanto son menos tolerantes a esas prácticas, por ende, más proclives a reportarlo en una encuesta. O quizá es una combinación de ambas cosas”.
Lo mismo se puede interpretar con estados que reportaron bajos índices de violencia, como Chiapas, que resultó ser la entidad con menos prevalencia de las diversas formas de violencia y maltrato obstétrico y la pregunta es ¿será que los hospitales allá son ejemplo de trato digno o la violencia se presenta de tantas formas para las mujeres que ni siquiera es prioridad expresarlo cuando se les pregunta?, comentó el investigador del CRIM.
Sociodemográficas e institucionales
Tanto el abuso y violencia como la atención no autorizada se presentaron con menor frecuencia en mujeres unidas o casadas, mientras que las prevalencias más altas se registraron en mujeres sin pareja. El promedio de edad de las mujeres que sufrieron de atención no autorizada fue de 27.7 años, en contraste con las que no sufrieron esta forma de abuso, 28.7 años. Las mujeres que sufrieron de abuso y violencia son en promedio un año más jóvenes (27.7 años) que las que no lo sufrieron (28.8 años).
En relación con el contexto institucional, el abuso y violencia se presentó con más frecuencia cuando el parto fue atendido en instituciones estatales de salud con 29%, seguido del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), 28.7%, y de los Centros de Salud, 26.5%. La atención no consentida se presentó con mayor frecuencia en el IMSS (22.7%), seguido de las instituciones estatales de salud (18.7%) y del Centro de Salud (16.7%).
Las mujeres que se atendieron en las instituciones estatales de salud presentaron un riesgo 4.61 veces mayor de sufrir abuso y violencia en el parto en comparación con las que se atendieron en clínicas privadas.
El integrante de la Academia Mexicana de Ciencias comentó que, dado que las preguntas estaban sujetas a cierto margen de interpretación, sería necesario en futuros ejercicios añadir preguntas más específicas. Además, al formar parte de una encuesta mucho más amplia, la ENDIREH, en la que las mujeres responden sobre otros temas, quizá sería necesario idear y realizar una encuesta exclusivamente sobre violencia obstétrica.
Castro Pérez añadió que se ha pensado en formas de prevenir y erradicar la violencia obstétrica como dar cursos de sensibilización a médicos, enfermeros y personal asociado. No obstante, la mejor solución, aunque más radical, sería que a largo plazo se construyeran casas de parto aledañas a los hospitales para que las mujeres fueran atendidas por parteras, y solo en caso de emergencia se accediera a los servicios de salud de la clínica.
“Esa sería una solución que llevaría tiempo implementar, pero tendría un impacto enorme en la humanización en la atención del parto que conllevaría dejar de ver el alumbramiento como si fuera una enfermedad. El parto es un proceso natural y no debería estar tan medicalizado”, manifestó.