Policiaca

Le meten unos plomazos a custodios de Santa Martha Acatitla

Uno se murió, dos van heridos, aquí te contamos toda la historia

El sol caía a plomo y aún no era el medio día en esta Ciudad de México, la gente buscaba cualquier resquicio de sombra para evitar las quemaduras y el calor que no cedía; hasta los perros preferían echarse bajo una marquesina, un auto o simplemente no salir, pese a que su instinto les llamaba a cuidar el portal de casa, ladrarle a todo lo que se moviera y si tenía llantas que mejor.

Este sofocante clima obligó a tres amigos a detenerse en una tienda para tomar una bebida refrescante.

Habían pasado una pesada jornada de trabajo como custodios en el reclusorio de Santa Martha Acatitla; luego irían a casa donde su familia ya los esperaba como cada fin de jornada.

Y en efecto pidieron las bebidas y apenas sintieron que ese líquido bañaba su paladar cerraron los ojos, nadie sabe que pensaba cada uno, sólo que de pronto esa calma que presiente la tormenta fue rota por el ruido de un motor, aunque ellos ensimismados en sus pensamientos ni siquiera presintieron que la muerte viajaba en dos ruedas.

De pronto el sonido seco de disparos los alertó, pero las balas fueron más rápidas y no tuvieron tiempo de nada, sus cuerpos perdieron la fuerza y el equilibrio cayendo pesadamente sobre la caliente banqueta y el sofocante asfalto, al tiempo que el mismo motor aceleraba para perderse entre las solitarias calles de esta zona en Iztapalapa.

Alguien dijo a la policía que llamaron al 911 por humanidad y porque al salir y ver a los hombres ensangrentados ninguno les podía prestar ayuda.

Con la llegada de las ambulancias el lugar se llenó de curiosos que lejos de conmoverse de la desgracia sacaron sus celulares y desde la valla de seguridad trataban de tener algún aspecto del trágico escenario.

Luego el ulular de las unidades de rescate se convirtió en el colofón de este hecho de sangre, donde a uno no le alcanzó la vida para llegar el hospital, en tanto que dos luchan por salvar la vida en manos de médicos del hospital del ISSSTE de Zaragoza.

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