Cada año, el dengue grave cobra la vida de 12 mil 500 personas, es decir 2.5 por ciento del medio millón de personas que la padecen a nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La enfermedad se ha convertido en un apremiante problema de salud para América, Asia y Europa porque las medidas para controlarlo han resultado insuficientes.
La estrategia para enfrentar este mal se ha centrado en el control del vector transmisor: los mosquitos del género Aedes, que transmiten el virus de las personas infectadas a las personas sanas por medio de su picadura, pero su eficacia se halla en entredicho porque las intervenciones se ejecutan de manera errática, de acuerdo con estudios del doctor Hugo López Gatell, del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
“Es notorio que las medidas tradicionales de control del dengue, que se basan fundamentalmente en el control del mosquito vector, (…) hasta el momento sean una de las intervenciones más usadas, pero también son de las intervenciones que más recursos consumen, no solamente financieros sino tecnológicos, humanos, materiales, etc., y lo cierto es que todos coincidimos en que no da resultados”, dijo López Gatell.
Como alternativa a las medidas propuestas en la Estrategia Global del Control del Dengue 2012-2020 de la OMS, que además incluye la constante vigilancia epidemiológica y el buen manejo clínico de los casos, en 2016 salió al mercado la primera vacuna contra esta enfermedad viral, Dengvaxia (CYD-TDV), de Sanofi Pasteur, para personas entre 9 y 45 años.
La respuesta médica no se hizo esperar y ese mismo año el INSP advirtió sobre los posibles efectos secundarios tras aplicar la vacuna en individuos sanos, sin embargo, hasta esta semana, los laboratorios Sanofi Pasteur publicaron en el New England Journal of Medicine el estudio titulado Efectos de la vacuna del dengue en el estado serológico: Eficacia y Seguridad.
De acuerdo con el estudio, vacunar a personas seronegativas, o sea aquellas que no han estado en contacto con el virus, aumenta el riesgo de su hospitalización por dengue severo.
En cifras presentadas por el doctor Gatell, la vacuna tiene una eficacia de alrededor de 50 por ciento para el serotipo 1 del dengue, y prácticamente nula, de 32 por ciento, para el serotipo 2. En México, ambos serotipos representan 95 por ciento de los casos.
Respecto de las consecuencias de la adopción temprana de la vacuna contra el dengue, la OMS recomienda que la vacuna sea sólo una medida auxiliar de prevención y que se aplique en zonas que presenten una alta tasa de morbilidad.
En paralelo, el INSP advierte en su revista interna que aplicar la vacuna de forma indiscriminada puede convertirse en un problema ético porque se estaría poniendo en riesgo a los seronegativos con la pretensión de proteger a todos los seropositivos.