DE REPORTEROS

Sobre una mejor educación cívica para los jóvenes en Estados Unidos

Por Ben Monterroso
Director Ejecutivo Mi Familia Vota

WASHINGTON, D.C.- Un tema poco tratado en el debate público, pero de gran relevancia para la formación de una ciudadanía participativa e involucrada en lo que referente a la comunidad política es la educación cívica que reciben los más jóvenes.

Dos problemas atañen este tema: la calidad de la educación cívica en su forma de enseñanza, así como la brecha que hay entre los grupos minoritarios y los distritos más adinerados, en cuanto la eficiencia en la aplicación de la materia – como en casi todo, las personas blancas no hispanas reciben una mejor educación cívica que los latinos o afroamericanos.

Es por esto que nos hacemos el siguiente cuestionamiento: ¿por qué es importante la educación cívica en los jóvenes? Sin duda, el objetivo de la enseñanza cívica es formar ciudadanos participativos, que además de ejercer su voto, conozcan el funcionamiento de su gobierno y estén dispuestos a proteger el bien común de la sociedad; esto requeriría desarrollar las habilidades de pensamiento crítico y debate de los estudiantes de civismo, junto con fuertes virtudes cívicas.

Lograr que los ciudadanos participen en la toma de decisiones, con una visión crítica e involucrarse en el accionar del gobierno, se basa en la enseñanza de la civilidad. Las reglas y normas sociales las interiorizamos desde pequeños, es por eso que el civismo no se puede posponer hasta la preparatoria.

Calidad en la enseñanza y la brecha en la educación cívica

A pesar de la reducción de cursos de enseñanza en la educación cívica, el 90% de los estudiantes reciben al menos un curso para esta formación. Sin embargo, no es la cantidad, sino la calidad donde debemos poner la mira.

Los grupos minoritarios son los más vulnerables en recibir este tipo de educación debido a múltiples factores como la deserción de las escuelas o una asignación baja de recursos para la eficiente aplicación de esta materia.

La asociación ‘Evaluación Nacional de Progreso Educativo’ (NAEP, por sus siglas en inglés), se encarga de medir el conocimiento y las habilidades cívicas, fundamentales para las responsabilidades como ciudadano en nuestra democracia.

En su estudio «Boleta de calificaciones de la nación», los estudiantes de color y los estudiantes de bajos ingresos siempre han obtenido calificaciones más bajas que sus homólogos blancos y más adinerados.

Sólo el 25% de los estudiantes alcanzan el nivel de “competente”, siendo los estudiantes blancos con mayores ingresos quienes cuentan con la mayor probabilidad de pertenecer a este porcentaje, de 4 a 6 veces más que los hispanos o personas de color.Lo anterior, debido a que los estudiantes en los distritos escolares públicos más adinerados tienen muchas más probabilidades de recibir educación cívica de alta calidad que los estudiantes en las escuelas de bajos ingresos y minorías mayoritarias.

Una nueva mirada a la educación cívica

Ante la problemática en la generación de ciudadanos involucrados, 27 estados han considerado leyes o proyectos que involucren la ampliación de la educación cívica.  De acuerdo con Jim Shon del Hawaii Educational Policy Center, la educación cívica necesita extenderse a la universidad.

Este año, Florida y Missouri aprobaron un requisito de educación cívica para los estudiantes universitarios públicos.

En Florida, para la enseñanza universitaria los estudiantes deberán cursar o presentar un examen de alfabetización cívica, en el que tendrán que conocer los principios básicos del gobierno estadounidense y cómo se aplican esos principios, las decisiones históricas del Tribunal Supremo y los documentos fundacionales del país.

El gobernador de Missouri implementó una medida para que los estudiantes universitarios obtengan al menos un 70%  en una prueba similar a la que los inmigrantes presentan para obtener la ciudadanía.

El civismo también es una cuestión de grupo étnico: si hay estudiantes que no reciben instrucción adecuada en educación cívica, y si esos estudiantes se encuentran entre los grupos desfavorecidos, eso va a perpetuar algunas de las barreras a la participación y representación política que hemos visto en el pasado.

El ejercicio de la ciudadanía se practica día con día. Una educación cívica de alta calidad tiene repercusiones positivas en los estudiantes, pues serán más propensos a interesarse en temas políticos, votar, hacer trabajo comunitario y formar buenos argumentos para el debate público.

Formar ciudadanos que comprendan las responsabilidades y derechos que tienen, ayuda a reducir la brecha de desigualdad y fomenta la acción colectiva en sus comunidades.

Salgamos a votar por representantes que entiendan el problema de la formación cívica y estén dispuestos a mejorarla por el bien de nuestra comunidad, nuestra democracia, y nuestro país.

Foto: David Cantelli en Unsplash

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