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Evan Atar Adaha, cirujano de Sudán del Sur, gana el Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR

La única máquina de rayos X está rota el único quirófano sólo está iluminado por una bombilla y la electricidad depende de generadores que a menudo fallan

Durante 20 años, el doctor Evan Atar Adaha ha prestado sus servicios médicos a las personas que se ven obligadas a huir de los conflictos y la persecución en Sudán y Sudán del Sur, así como a los comunidades que las acogen. Su extraordinario compromiso ha sido reconocido con el Premio Nansen para los Refugiados que otorga la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR, por sus siglas en inglés).

El doctor Atar está afincado en Bunj, en el noreste de Sudán del Sur, donde dirige el único hospital operativo de la región, que atiende a más de 200 mil personas, incluyendo a 144 mil refugiados del estado de Nilo Azul en Sudán y a la comunidad local del condado de Maban, que cuenta con unos 53 mil habitantes.

Su equipo en el hospital de Maban realiza un promedio de 58 operaciones a la semana en condiciones difíciles, con suministros y equipos limitados. De hecho, el hospital no cuenta con provisiones de anestesia general, lo que supone que los médicos deben trabajar con inyecciones de ketamina y anestesia epidural o raquídea.

La única máquina de rayos X está rota; el único quirófano sólo está iluminado por una bombilla y la electricidad depende de generadores que a menudo fallan. Dado que es el único hospital en el Estado del Alto Nilo, muchas veces está saturado de pacientes y tienen que habilitar salas al aire libre.

Sudán del Sur, la nación más joven del mundo, obtuvo la independencia de Sudán en 2011 tras un referéndum pacífico.

Sin embargo, la posterior guerra civil, que ya ha cumplido su quinto año, ha generado en Sudán del Sur la peor emergencia de refugiados en África en cuanto al número, y la tercera mayor crisis de refugiados a nivel mundial. De hecho, se trata de la situación de refugiados de más rápido crecimiento en África: casi 1,9 millones de personas se encuentran desplazadas en el interior del país y otros 2,5 millones han buscado refugio en países vecinos.

«La crisis en Sudán del Sur ha tenido un impacto devastador en millones de personas forzadas a huir de sus hogares, o cuyas vidas han quedado destrozadas por el conflicto, la violencia y la inseguridad alimentaria», dijo Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. «Sin embargo, incluso en medio de la tragedia, surgen actos de heroísmo y dedicación a los demás”.

«El trabajo del doctor Atar durante estas décadas de guerra civil y conflicto es un brillante ejemplo de profunda humanidad y altruismo. A través de sus incansables esfuerzos, se han logrado salvar miles de vidas y un sinnúmero de hombres, mujeres y niños han tenido la oportunidad de reconstruir su futuro.

A menudo aun a riesgo de su propia seguridad, su compromiso de ayudar a las víctimas de la guerra y el conflicto ha resultado extraordinaria y merece recibir la atención y reconocimiento mundial».

Originario de Torit, una ciudad situada en el sur de Sudán del Sur, el doctor Atar obtuvo una beca para estudiar medicina en Jartum, Sudán, para luego formarse en Egipto. En 1997, cuando la guerra arrasó el estado del Nilo Azul en Sudán, el doctor Atar se ofreció para trabajar allí, creando desde cero su primer hospital en Kurmuk y trabajando en el corazón de un conflicto a gran escala, a menudo bajo bombardeo aéreo directo.

En 2011, el recrudecimiento de la violencia obligó al doctor Atar a empacar los materiales de su hospital del estado de Nilo Azul en Sudán, huyendo con su personal y todo el equipamiento que pudo transportar, en un periplo que duró un mes.

A su llegada a Bunj, instaló su primer quirófano en un centro de salud local abandonado, apilando tablas para montar una mesa de operaciones lo suficientemente elevada. Desde su creación, el doctor Atar ha trabajado incansablemente para asegurar la financiación del hospital y formar a jóvenes que pudieran convertirse en enfermeras y matronas.

En 2017, los refugiados representaron el 71% de los pacientes quirúrgicos, pero su compromiso de tratar a todas las personas con necesidades médicas, independientemente de su origen, le ha valido el respeto tanto de las comunidades de refugiados como locales.

“Aquí tratamos a todo el mundo independientemente de quiénes sean: refugiados, desplazados internos o comunidad de acogida», afirma el doctor Atar. «Soy muy feliz cuando me doy cuenta de que mi trabajo ha servido para salvarle la vida a alguien o ahorrarle sufrimiento».

El doctor Atar a veces llega a trabajar hasta 48 horas seguidas y en todo momento está de guardia. Su sacrificio a nivel personal es enorme: vive en una tienda de campaña de lona cercana al hospital, mientras que su familia está en Nairobi, Kenia. Apenas puede visitarlos tres veces al año aprovechando cortos periodos de descanso para recuperarse de su agotador trabajo como médico.

Sudán del Sur alberga a casi 300 mil refugiados, de los cuales el 92 por ciento son sudaneses de Kordofán del Sur y Nilo Azul, regiones cercanas a la frontera sur de Sudán.

En estos momentos, ACNUR apenas ha recibido el 15% de la cantidad necesaria para hacer frente a esta emergencia y poder proporcionar fondos para el trabajo del doctor Atar a través de su organización socia, Samaritan’s Purse (SP).

ACNUR y SP llevan trabajando juntos desde 2012 con el objetivo de proporcionar servicios de salud en el hospital de Maban ante la falta de servicios nacionales en funcionamiento. Desde su apertura, el hospital ha ido experimentando mejoras  cada año desde 2012, aunque se necesita más.

El Premio Nansen para los Refugiados de ACNUR rinde homenaje al servicio extraordinario a las personas desplazadas por la fuerza y tiene entre sus ganadores recientes a la hermana Angélique Namaika, de la República Democrática del Congo; Zannah Mustapha, abogado y mediador del estado de Borno en el noreste de Nigeria; y el servicio de Rescate Helénico y Efi Lafsoudi de la aldea de Pikpa en la isla de Lesbos (Grecia).

La ceremonia de entrega del premio 2018 se celebró el 1 de octubre en Ginebra, Suiza, y contó con un discurso inaugural por parte de la Embajadora de Buena Voluntad de ACNUR y actriz Cate Blanchett, y fue presentada por la actriz sudafricana y promotora de la campaña LuQuLuQu de ACNUR, Nomzamo Mbatha.

La ceremonia de este año contó con una increíble variedad de actuaciones, entre las que se incluyó la del internacionalmente conocido virtuoso del sitar Anoushka Shankar, el bailarín de ballet sirio Ahmad Joudeh y la estrella del pop noruega Sigrid. La presentadora británica de radio y televisión Anita Rani también fue la encargada de retransmitir la ceremonia en directo a través de Facebook.

 Foto: ACNUR

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