En su novela, La caza de la ballena azul, la periodista, ensayista y traductora Teresa Piazza aborda la crisis extendida entre los adolescentes en la que se ha obnubilado el juicio de lo real por la ficción generada por la industria tecnológica, que lejos de indagar o cuestionar, parece censurar la capacidad de discernimiento. El tratamiento que le da la autora es el de una novela de terror, una ficción creada a partir de hechos reales.
En el prólogo se da un antecedente de la idea que inspiró este volumen. “En 1816, que fue conocido como ‘El año sin verano’, en la Villa Diadoti, a orillas del lago Ginebra, el excéntrico Lord Byron (junto con un grupo de amigos) tuvo la idea de enfrascarse en la singular experiencia creativa de escribir una historia de terror en unos cuantos días de encierro. De este afortunado experimento resultaron textos emblemáticos como El vampiro de John Polidori, y Frankenstein, de Mary Shelly”.
Con este hecho histórico como referencia, surge el proyecto Diadoti, unas simulación del laboratorio novela, experimento creativo conjunto de cinco escritoras: Roslyn Ison, Linda Báez Lacayo, Alexandra Campos Hanon, Teresa Piazza y Laura Echevarría Román, quienes, respectivamente, escriben cinco novelas: El paisaje del ciego, El mar no devuelve a sus muertos, Flor de sal, La caza de la ballena azul y Berenice.
Conectar con el miedo primigenio fue uno de los principales motores para llevar a cabo este ejercicio literario en la exploración del género de terror. La vulnerabilidad de la exposición a susceptibilidades: la adolescencia, entender el miedo, indagar en la psique humana que lo provoca.
La ballena azul es un reto mortal entre jóvenes, un “juego” conformado por 50 retos donde en el último de ellos el “jugador” debe quitarse la vida.
“Los participantes no son en su mayoría hijos maltratados que no saben discernir el bien del mal, sino jóvenes que han perdido el sentido de la vida ante un porvenir sin motivaciones”, comenta la autora. Se van recorriendo los días, desde el cero al 50 de una joven de 13 años que decide aceptar jugar a través de 33 capítulos que lo van develando. No parece haber una sola explicación concreta para adoptar este camino, puesto que la psique no se rige únicamente en torno bajo premisas de índole objetivas.
Mediante la morbosidad, la ignorancia y una necesidad de aceptación surge el llamado para desafiar lo prohibido. El creador del siniestro juego, Budekin, utiliza hábiles técnicas de manipulación para reclutar víctimas; su argumento es que pretende erradicar gente que continúa proliferándose sin aportar nada a la humanidad. En los primeros capítulos se comienza por violentarse el cuerpo, pero posteriormente la que debe mutilarse es el alma.
Internet se vuelve el arma de este fundamentalismo muy peligroso que sustituye el político y religioso; esta novela corta, la primera de Piazza, le augura una gran trayectoria y le ofrece un sitio destacado entre los escritores emergentes. “Si una experiencia es un conocimiento que se logra por haber sentido o sufrido alguna situación, este proyecto nos significó sin duda un valioso aprendizaje. Tan difícil de definir el mal en estos días en los que las líneas divisorias ya son confusas. Ya ni Dios ni el Diablo ayudan. Es el espanto el que ha de hacer que la situación apeste mal… Pero, en realidad, ¿todavía podemos aterrorizarnos?”; con estas palabras cierra el libro la autora, dando cabida a la reflexión pero sobre todo abogando por la sensibilización en una época donde sólo puede imperar la perfidia.
La caza de la ballena azul. El juego suicida, Teresa Piazza. Narratio Aspectabilis, 2018; 158 pp.
Foto: Secretaría de Cultura