*Dra. Verónica Rivas
En la actualidad, México cuenta con 11 medicamentos aprobados de los 12 que existen en el mundo. Los cuales son más eficaces y eficientes, modifican la evolución natural de la enfermedad, y son fáciles en su aplicación, además de disminuir la probabilidad de provocar eventos adversos.
Se puede decir que un medicamento es adecuado para el paciente cuando tiene el suficiente potencial de reducir los brotes y las reacciones adversas son bien toleradas.
El objetivo de los profesionales de la salud es dar a las personas que viven con la enfermedad un diagnóstico temprano y asegurarse de que reciban el mejor tratamiento disponible que se tenga en ese momento.
En nuestro país, el tratamiento que se indica depende de la situación de acceso que enfrenta cada paciente; es decir, el médico debe conocer el panorama de los alcances que tenga el paciente; si cuenta o no con seguridad social o seguro de gastos médicos mayores.
La mayoría de los medicamentos son muy costosos y las instituciones públicas de salud, como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) no siempre cuentan con ellos. En el caso del Seguro Popular no cuenta con recursos para atender este padecimiento.
También deben identificarse los factores de riesgo que están catalogados como buen y mal pronóstico, así como las características propias de cada paciente como: género, edad, raza, frecuencia de recaídas y grado de lesiones, antecedentes médicos, así como si presenta otras enfermedades crónico-degenerativas como diabetes o hipertensión, entre otras.