En la Ciudad de México hay muchos charlatanes conozco a muchas chicas que les han robado y les han hecho atrocidades y daños irreversibles
Aunque el derecho a la salud es una garantía individual, en la práctica diaria no siempre se ejerce, sobre todo cuando se trata de grupos poblacionales estigmatizados, como es el caso de la comunidad transexual.
Las barreras que encuentran las personas transexuales al acercarse a los servicios médicos, públicos o privados, como la negación del servicio o los malos tratos debido a su condición sexogenérica, siguen siendo muy marcadas pese a que el Código Penal Federal sanciona la discriminación por cuestiones de género, sexo y peferencias u orientación sexual y establece penas a quien atente contra la dignidad humana o anule o menoscabe los derechos y libertades de las personas, entre ellos, el derecho a la salud.
Esta situación, así como la falta de apertura para hablar del tema dificulta a los hombres y mujeres transexuales el recibir una adecuada atención médica durante su proceso de transición, sobre todo en la terapia de reemplazo hormonal e intervenciones quirúrgicas, orillándolos a la automedicación o la búsqueda de soluciones baratas con graves consecuencias para su salud, en el largo plazo.
«Lamentablemente, en la Ciudad de México hay muchos charlatanes, conozco a muchas chicas que les han robado y les han hecho atrocidades y daños irreversibles», comentó la activista independiente Nadia Ayala.
De acuerdo con el informe La situación de acceso a derechos de las personas trans en México, 65.9 por ciento de las personas trans en el país tienen acceso a seguro médico; la mayoría cuenta con seguro social: 33.1 por ciento con IMSS, 5.7 por ciento con ISSSTE, sin embargo, «muchas veces no se acude por su ineficacia en la atención médica en general.
En este caso, los hombres trans (56.9 por ciento) tienen mayor acceso a estos servicios que las mujeres trans (41.4), debido a que logran tener mayor rentabilidad labora», se lee en el documento.
Es así que muchas personas trans siguen recurriendo a métodos reconstructivos y estéticos baratos e inseguros como la infiltración de sustancias; 8% acude a un servicio médico privado que se ofrece en cadenas de farmacias por bajo monto económico. “Te inyectan desde aceite de cocina, aceite mineral, aceite humectante, vaselina, biopolímeros, ácido hialurónico, grasa de bovino, y todo eso es un cuerpo extraño y a la larga te produce terribles consecuencias, y no hay cura”, continuó Ayala.
Algunos otros tratamientos pueden ser lipotransferencias, con un costo aproximado de 80 mil pesos, así como implantes de prótesis que, de acuerdo con Ayala, pueden rondar entre 20 mil pesos si son recicladas y de 60 hasta 100 mil si son nuevas;
Más aún, cuando acuden a las instituciones con problemas de salud relacionados con este tipo de procedimientos, se les niega la atención médica bajo el justificante de que fue un problema autoinfligido. “Si llegas con dolor, si lo que te infiltraron migró a las extremidades, a las rodillas, incluso hasta los pies, no te atienden. ‘No hay solución, no se te puede hacer nada, es algo que tú te provocaste’, te dicen”, relató Ayala.
Ante esto, la existencia de clínicas especializadas como la Condesa o el Centro de Atención Médica y Psicológica para Personas Trans constituyen una opción, y aunque la labor que realizan son un buen punto de partida, para Ayala esto realmente es más un retroceso pues la comunidad transexual debería recibir la atención adecuada en los centros de salud públicos.
“¿Por qué si somos parte de la sociedad tenemos que ir necesariamente a una clínica especializada? Yo tengo ISSSTE, otras conocidas tienen seguro. Me hago visible, pongo mi caso y si no me quieren atender voy hasta donde tenga que llegar porque yo estoy pagando mis cuotas para el ISSSTE”, concluyó la activista quien además reflexionó que una de las formas para solucionar estos problemas son generar una unión no solo entre la población transexual sino de toda la comunidad LGBT.
En la foto: Nadia Ayala
Foto: Myriam Vidal