Por Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo*
La ciencia básica que muestra la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global se conoce desde hace décadas. En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) convocó a la Cumbre de Acción Climática, desarrollada en Nueva York el pasado 23 de septiembre.
El objetivo de la reunión era que todos los países miembros de la ONU presentaran “planes concretos y realistas para mejorar sus contribuciones a nivel nacional para 2020, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050”. Más allá de las habituales declaraciones políticas características de este tipo de reuniones, la aritmética simple muestra que la Cumbre quedó muy lejos de alcanzar sus objetivos.
En un tuit fijado en la cuenta UN Climate Change (cambio climático de la ONU) se reporta que el 66% de los países miembros del organismo no asumió compromiso alguno de reducir a cero sus emisiones de dióxido de carbono para el año 2050. Entre los países “omisos” destacan los Estados Unidos, cuyo gobierno federal ha decidido retirarse de los acuerdos de París, alegando motivos económicos. Las reducciones comprometidas por los 65 países mencionados por la ONU (en su mayoría emisores menores), son absolutamente insuficientes para evitar la catástrofe climática derivada del calentamiento global antropogénico.
De la Cumbre no emergieron comunicaciones dirigidas verdaderamente a las nuevas generaciones, ni mucho menos se detallaron cifras para mostrar la gravedad de la situación actual. Este hecho ha causado una enorme molestia en los sectores sociales más activos que se manifestaron el pasado 20 de septiembre en el marco del movimiento “viernes para el futuro”.
Es indispensable que este tipo de movimiento se apoye en planeaciones educativas rigurosas que enfaticen el cuidado del planeta, uniendo a las llamadas ciencias duras con todos los sectores sociales. La tarea no se puede limitar a la realización de “acciones ecológicas de buena voluntad”, sino debe abarcar trabajo interdisciplinar de alta complejidad en el contexto de prevención, adaptación y mitigación de los efectos de la actividad humana sobre la ecología en todas las regiones del planeta.
*Académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México e Investigador Nacional Nivel II (SNI).
Twitter: @Fred_FisMa