En el pantéon de San Nicolás Tolentino, en Alcaldía Iztapalapa, le dan permiso de que aproveche las cajas que ya nadie reclama.
Oportunidades de ganar dinero hay, sólo faltan las ganas y el apoyo de personas solidarias, aunque los trabajos no sean lo que mucha gente desea.
Don Juan es un hombre solo que, como el Ave Fénix, resurgió de las cenizas del alcoholismo, al que no le permitió vencerlo. Él vive solo en un cuartito en la Alcaldía Iztapalapa, cerca del panteón San Nicolás Tolentino, donde personal de este camposanto le permitió hacer uso de los ataúdes que han desechado.
En estos tiempos del Covid-19, en que las oportunidades de trabajo escasean no sólo para las personas que tienen una profesión o un oficio, Don Juan ha aprovechado que nadie reclama estos ataúdes y, arriesgando su salud, recolecta el fierro viejo que obtiene de estas cajas, para venderlo por kilo.
Desde temprana hora, Don Juan llega a este camposanto, donde los encargados le han permitido que haga uso de estos ataúdes ya desechados.
Sólo con un trapo amarrado en el rostro, que le cubre nariz y boca, y armado con un martillo, Don Juan va deshaciendo los ataúdes, en su mayoría ya con la lámina picada por el óxido, con pedazos de madera y algunos girones de tela que en su momento cobijaron el cadáver de una persona.
Así se pasa buen tiempo del día, golpe a golpe, separando el metal de los demás materiales con que son elaboradas las cajas mortuorias, hasta que junta una buena cantidad de metal que, en su viejo diablo, carga y lleva a vender a un depósito cercano al panteón.
Don Juan es un ejemplo de que no es necesario sentarse a esperar que el gobierno te ayude.
Video y fotos: Especial
