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A mis amigos: Justicia y gracia, a mis enemigos, justicia a secas: la 4T

A un año de que Rosario Robles fuera encarcelada cuando se presentó a dar la cara ante las autoridades, su proceso no da ni un paso atrás y menos uno adelante. Mientras narcotraficantes han sido dejados en libertad y hasta sostienen gran amistad con el Presidente, otros verdaderos delincuentes han sido liberados y otros de acusados los han convertido en soplones para no pisar la cárcel, esta mujer permanece tras las rejas pese a que su defensa ha demostrado violaciones al debido proceso.

Llama la atención ver casos como el de Lozoya, donde la Fiscalía General de la República (FGR) está concentrada y ha agilizado el proceso, mientras el de Robles Berlanga parece archivado.  ¿Será como aseguró Gibrán Ramírez, que el proceso de la ex secretaria no avanza porque no quiere cooperar, es decir, porque no se quiere convertir en soplona?

Para nadie es un secreto que el encarcelamiento de Robles Berlanga es una venganza, en la que sin pudor se ha visto la mano siniestra de Dolores Padierna, quien todavía no le perdona a la ex Jefa de Gobierno que su esposo, René Bejarano, haya sido exhibido recibiendo fajos de billetes producto de las extorsiones a las que tenían sometido al empresarios argentino Carlos Ahumada.

Pero lo peor, es que haya jueces que se han prestado a esta cruel venganza. Primero le imputaron aquella historia armada por los morenistas «La Estafa Maestra», en la que presuntamente había muchos involucrados, pero que ha la fecha solo Robles Berlanga está detenida. Ya en el proceso, el juez, sobrino de Dolores Padierna, le negó el derecho a llevar su proceso en libertad y hasta aceptó una licencia de manejo falsificada y presuntamente a nombre de Rosario Robles. Pese a que los abogados de la víctima demostraron que era falsificada, el juez se negó a dar el beneficio de la libertad condicionada.

Hoy, a un año de haber sido injustamente encarcelada, Rosario Robles publica una carta en la que expresa su sentir y la cual reproducimos íntegra:

«Hoy cumplo un año de estar privada de mi libertad injustificadamente. La venganza de unos, la cobardía y el silencio cómplice de otros, y una procuración de justicia selectiva me tienen aquí. Se me acusa de una omisión (que no de corrupción) que no merece prisión, se han violado mis derechos al debido proceso y a la presunción de inocencia. Se me juzga por quien soy y no por lo que supuestamente hice.

Se ha puesto en marcha toda una maquinaria para denostarme, difamarme, hacer escarnio de mi persona, con una saña que es proporcional al miedo y al odio que me tienen. Llama la atención que soy la única en esta condición. A quienes se les ha acusado de delitos más graves se les respetan sus derechos, y a los delincuentes del crimen organizado se les ha dejado flagrantemente en libertad. La conclusión es clara: no se trata de un ánimo de justicia. Estoy aquí porque me llamo Rosario Robles. También porque soy mujer.

Quieren borrar una vida entera de lucha por mejorar nuestro país, y por abrir espacios y pelear por los derechos de las mujeres. Quieren borrar mi historia, anularme, silenciarme. No es la primera vez. A mujeres que se han atrevido a subvertir el orden patriarcal se les ha condenado; se les ha mandado a la hoguera o a la guillotina, se les ha obligado a vestirse de hombres para ser reconocidas o confinadas a un convento. Miles han sido asesinadas por su pareja; a otras nos mandan a la cárcel para excluirnos, borrarnos.
Pero más temprano que tarde aparecerán en mi camino juzgadores que con valentía apliquen la ley y me hagan justicia.

Yo estoy tranquilo como dijo recientemente el Presidente “mi tribunal es mi propia conciencia”. El problema es para quienes mandan mensajes equivocados a la sociedad: mejor huye porque si te presentas voluntariamente, tu delito no es grave y eres leal a tus principios, pero eres considerado adversario/a, tu destino es la cárcel.

A veces despierto desolada, pero entonces pienso que lo mío es nada frente al duro hecho de que más de 55 mil familias mexicanas están de luto y abandonadas en su dolor, que muchos tienen hambre, que cientos de miles se han quedado sin trabajo y que muchas madres tendrán que optar entre trabajar para darle de comer a sus hijos o quedarse en casa para hacerle de maestras o cuidadoras porque el Estado ha delegado en ellas lo que es su responsabilidad.

A fin de cuentas, a pesar de la situación, estoy agradecida porque estoy viva y sana. Porque mi hija Mariana (mi mayor tesoro) goza de salud y ante esta adversidad ha mostrado una fuerza que me hace sentir orgullosa, porque mi familia y mis amigos se encuentran bien y no me abandonan, porque muchísima gente a la que no conozco me ha enviado su solidaridad y bendiciones.

Por otra parte, siempre me he sentido orgullosa de que soy de los pocos políticos/as que han recorrido el país, que han llegado hasta los lugares mas recónditos. Siempre he dicho que he trabajado por las comunidades más pobres, y porque las mujeres rompan las cadenas que las atan (hay una ley Robles, por ejemplo). Pero ahora he tenido oportunidad de estar con las olvidadas entre las olvidadas. Con las mujeres que nadie voltea a ver (yo misma no lo había hecho), muchas de las cuales son inocentes. Algunas porque son indígenas o porque no tienen recursos para una buena defensa. He conocido de primera voz relatos desgarradores. La cárcel tiene cara de pobreza. La injusticia tiene cara de mujer.

Aquí he asumido una causa más. La de muchas de estas mujeres que se me acercan con la esperanza de encontrar una luz, una palabra de aliento, una solución. Porque el poder (de servir) no te lo da un cargo, sino la fuerza interior y una trayectoria que aún en este lugar de oscuridad muchas respetan. No dejo de luchar entonces. Quiero demostrar mi inocencia. Pronto dejaré atrás este episodio. Estoy segura.
Mientras tanto, gracias, muchas gracias a las y los que con su fuerza me han sostenido, en especial a mi Mariana que no me deja caer.

Pronto podremos darnos un abrazo.
Rosario Robles
13 de agosto 2020

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