Cuando llegué al Sol de Medio Día conocí al fotoperiodista Martín Celaya, él era parte del equipo fotográfico de ese medio y de inmediato fuimos amigos, tal como era él, atento, platicador y con un gran sentido del humor.
Entonces eran tiempos difíciles y ese medio no era de los mejores pagados, pese a todo había que trabajar y aceptábamos las condiciones deplorables en que nos tenían, lo que no quebrantó el espíritu de aquel equipo que con mínimos insumos hacíamos periodismo; en medio de esto él siempre buscaba hacer más llevadero el momento.
Cuando las órdenes eran muy lejos y el bolsillo no daba más, y no había ni para el camión sacaba su carro y nos llevaba a cubrir la orden de trabajo.
Para quienes lo conocieron, sabrán que se destacó por ser muy atento, sobre todo con las compañeras reporteras, a quienes defendió aún a costa de ser castigado.
“Una vez en un regaño del entonces director del Sol de Medio Día, Roberto Aguilar, intentó apagar la voz de una reportera entonces se escuchó la voz ronca de Martín que ante la orden del director de “cállese” le espetó:
“No por qué se va a callar, entones va a acusar y ella no se va defender”.
Así cuidaba a sus compañeros de trabajo, lo que hacia la vida más fácil con su gran sentido del humor, ya fuera contando anécdotas o chistes previo a las órdenes de trabajo o entre nota y nota.
Hoy, a la distancia, todo parecer tan divertido cuando se le escuchaba hablar, ser un duro crítico hacia todo mundo, observador y ácido a veces, a tal grado que tenía un apodo para cada uno: “La pisa flor, “La Chorreada”, “El cabeza de kiwi”, “El Chihuahueño parado”.
Y no era malintencionado, quizá un poco irónico, con esa capacidad de hacer reír a cada momento a sus compañeros, como cuando apodó a uno de sus jefes “El siete mugres”.
Sus anécdotas en el periodismo son bastantes, tantos años haciendo fotografía que era conocido en todo el medio periodístico.
Amante del buen trago y el puro, podía mantener largas conversaciones al contar sus experiencias periodísticas, y con los amigos.
Martín Celaya trabajó por al menos dos décadas en el Sol de Medio día, la Segunda de Ovaciones y El Sol de México; su último trabajo fue como fotógrafo en la Cámara de Diputados, hasta que el 27 de abril dio positivo a Covid-19, el dos de mayo su azúcar se subió a tal grado que fue internado en un hospital, para finalmente fallecer el 8 de mayo, Descanse en Paz.
