Cultura

Tania Rodríguez Fierros, una mujer y escritora audaz

Si leen el libro y logro transmitirles al menos una emoción, cualquiera que esta sea, rabia, tristeza, nostalgia, alegría, me sentiré muy satisfecha porque esas fueron mis emociones al escribirlo.

Tanía Rodríguez Fierros, es una mujer y una escritora audaz, y así queda de manifiesto en las letras de su novela “Vidas de Azotea” que, a los lectores sin duda, los hará experimentar la rabia tristeza, alegría y otros sentimientos que la autora vivió al momento de ir escribiendo su ópera prima.

La presentación de esta novela fue el pasado jueves, donde la autora estuvo acompañada de José Baroja, director de Audacia Editorial, y Javier Mariscal, director general de la marca Audacia, quienes dejaron en claro que la editorial está comprometida con la calidad de las obras. “En Audacia cuidamos el proceso y no descuidar la calidad final de las obras”.

José Baroja, comentó, “soy escritor, de nacionalidad chilena. Vine a México con la idea de apoyar el área editorial de Audacia. Es importante entender que hoy se ha banalizado muchas veces el trabajo literario dando la posibilidad a imprentas que se hacen llamar editoriales de publicar prácticamente cualquier cosa que les llega en la medida que hay dinero para hacerlo. En tal sentido, si bien el proceso ha sido más lento y más arduo, tuvimos por intención llevar un poco de aquello que conforma el cómo yo entiendo en particular la literatura

El primer trabajo que hicimos fue una antología Nuevas Letras Atenagóricas de Nuestro México, un nombre difícil pero que hacía homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz. Y en esa obra vine a encontrar talentosas escritoras que por x motivos no habían podido publicar, entre ellas encontré a Tania que presentó algo muy fuerte, un texto muy fuerte que espero que hayan tenido la posibilidad de leerlo que es, Ira. Texto que realmente a uno lo dejaba pensando, lo dejaba tembloroso, sobre todo porque se enmarcaba dentro de lo que se entiende por ficción, pero hay un punto en que la ficción ya no es esa inventiva que se aleja de la realidad, sino que es algo que nos presenta la realidad de una manera mucho más brutal.

Al descubrir eso, como editorial decidimos dar la oportunidad a estas nacientes escritoras o ya con muchos textos encima pero que no habían podido avanzar, de enviarnos sus manuscritos. Y ahí es donde destaca Tania.

El libro “Vidas de Azotea” puede ser engañoso en algunas partes, donde crees que lo que va a ser o lo que te va a plantear es más suave de lo que acaba siendo. En el punto en que ya en el clímax de la obra uno queda de nuevo, y creo que eso va a ser marca personal de la escritura de Tania, uno queda realmente golpeado por las escenas donde Tania muestra su talento como escritora y, ojo, que es una escritora que está recién publicando su primera novela.

Este es un libro sumamente honesto, cosa muy importante en literatura, es un libro que tiene personalidad propia que denota además y connota las virtudes, también los defectos, porque cuando uno escribe finalmente uno se termina o acaba desnudándose frente a los lectores, y este libro tiene todo eso, y siendo una ópera prima de Tania, yo en particular y Javier, como editorial estamos sumamente orgullosos de poder publicarla, presentarla y difundirla.

En su momento, la escritora mexicana, Tania Rodríguez Fierros, se describió como una persona reservada y discreta con sus emociones, “Una de las ventajas de porque me gusta escribir”, dijo.

Del nacimiento de la novela, narró que, “las primera líneas comenzaron hace aproximadamente un año y medio o dos, fue un manuscrito que terminó rápido, en seis meses, obviamente o con todos aquellos errores que jamás vemos en primera instancia y que traté de corregir en un par de revisiones.

Me urgía terminarlo porque deseaba inscribirlo a un concurso de primera novela, que publicitó la página de Escritoras Mexicanas, así que lo envié, en ese entonces con un título ligeramente diferente. La novela no ganó, por supuesto, pero me enviaron un correo en el que me hicieron saber que había quedado entre las 50 novelas finalistas de las 600 y tantos que enviaron.

Así que, este hecho lejos de desanimarme me alentó a mejorar el manuscrito. Para mí, neófita en estos asuntos de la industria editorial pues fue difícil comenzar una búsqueda de qué hacer con el manuscrito, contacté algunas editoriales de las cuales algunas jamás respondieron, aclaro que no fue Alfaguara; otras comentaron que tenían que esperar a que tuvieran una convocatoria de apertura de manuscritos y otras de manera muy informal que lo enviara y a ver qué pasaba.

Yo, desconfiada siempre, no lo mandé y ahí estuvo guardado un tiempo más; posteriormente conocí en algunos de los cursos que tomo para aprender más de la escritura, a una persona seria que se ofreció a leerlo y darme su impresión. Me sorprendió que le gustara tanto. Esta persona me ayudó con varios signos de puntuación algunas palabras que se repetían, es decir la primera revisión no oficial del manuscrito, y nuevamente fue sepultado en espera de saber qué hacer con él.

Tuve la fortuna de conocer a José Baroja, de Editorial Audacia en redes, por medio de su convocatoria de cuento, donde fue seleccionado un cuento mío, el cual está publicado en Nuevas Letras Atenagóricas, que forma parte también del catálogo de Audacia Editorial, y ahí fue la primea conexión con ellos.

Posteriormente, recuerdo un video en donde el escritor José Baroja invitaba a los escritores nóveles a enviar manuscritos para su revisión y su probable publicación. Sin dudarlo lo envíe, para entonces ya conocía la seriedad de la editorial, habíamos tenido varias reuniones con José Baroja, con Javier, y la promoción que estaban haciendo del libro Nuevas Letras era excepcional, así que envié mi manuscrito con toda confianza.

Pasaron los meses y la respuesta fue un sí. Un sí que me encantó y por supuesto que me emocionó y a partir de ahí fue trabajar en conjunto, con José como editor, para que el libro estuviera lo más perfecto posible, revisión tras revisión, y aquí está finalmente el resultado de ese trabajo”.

Por qué “Vidas de Azotea, comentó: “Quiero platicarles el por qué, de escribir esta historia, en la cual varios de los personajes como deben suponerlo, no son humanos. Soy amante de los animales, de todos en general, pero soy una ferviente admiradora de los gatos, a quienes considero seres supremos en este universo.

 Y si veo un gato en la calle o en la casa de alguien, me cautiva inmediatamente. Incluso cuando llego a encontrarme con otro amante de los gatos, de manera automática se gana gran parte de mi confianza.

Desde niña tuve la oportunidad de convivir con varios amigos, perros y gatos, que son los animales domésticos más comunes. He tenido la desgracia de poder observarlos en la calle, en las noticas, sobre todo ahora con el auge del internet, y mediante esto conocer su sufrimiento.

Y a pesar de todas sus desgracias me queda claro que hay animales que sufren todavía más, como aquellos destinados al consumo de miles de millones de seres humanos, como los cerdos, las vacas, los pollos.

Muchos de nosotros somos ignorantes acerca de la vida que llevan estos animales destinados únicamente a servirnos de alimento. Pocos sabemos que toda su vida se la pasan encerrados en un espacio minúsculo donde muchos no pueden ni acostarse, jamás tienen interacción social con sus congéneres, jamás salen a pastar o a correr, sus músculos se atrofian y para los humanos es mejor porque significan un bistec más blando.

Las terneras y los lechones son apartados de su madre a las pocas semanas de nacidos, así la hembra puede ser inseminada de manera precoz. Olvidamos o ni siquiera lo tenemos consciente que son mamíferos como nosotros y como tales tienes apegos, inicialmente con la madre y posteriormente con sus iguales. Poseen un sistema nervioso complejo, a diferencia, por ejemplo, de un feto humano de menos de 12 semanas que no lo tiene. Y luego entonces, son animales que perciben el dolor, que sufren.

Aunque el libro no trata de este tipo de animales en particular, si habla de la inconciencia humana, del maltrato hacia ellos, en este caso de los animales domésticos más cercanos a nosotros, que son los perros y los gatos.

A estos felinos y canes comunes los vemos vagabundear por las calles en busca de comida, sobre todo a los perros, es difícil observar un gato a plena luz del día, y los ignoramos sin preguntarnos ni imaginarnos siquiera la vida que han llevado.

Algunos morirán atropellados otros con veneno, otros terminarán en la perrera para la eutanasia, unos pocos serán adoptados y después abandonados o regalados por infinidad de pretextos humanos. Y solo una ínfima parte de ellos tendrán realmente una vida digna.

Otro gran grupo de animales que no podemos pasar de largo cuando hablamos de maltrato son desde los pequeños ratones hasta los grandes simios, que son sometidos a estudios clínicos para probar nuevos fármacos, cosméticos, estudiar enfermedades, todo en pro de una humanidad execrable y decadente la cual ha evolucionado con la creencia de ser los amos del planeta.

Amos que se persignan y rezan a dioses inexistentes, pero amos a fin de cuenta en su corta inteligencia, con la cual justifican el sentido de superioridad con respecto a otros seres vivos.

No sé ustedes, pero cuando yo observo a mis cuatro amigos gatos que tengo en casa, que algunos conocen, y de repente me pasa por la mente algún bípedo compañero de trabajo, algún conocido, inclusive algún familiar, siempre les digo a mis felinos con cariño: sus vidas son indiscutiblemente más valiosas que las de fulano o perengano”.

Sin ningún tapujo y sin ninguna vergüenza, he de decir que me conmueve más el sufrimiento animal que el sufrimiento de humanos extraños. Si alguno de mis pocos seres amados sufre, por supuesto que soy empática, pero tengo que tener un vínculo con el doliente, de lo contrario sinceramente no me acongoja.

En cambio, con los animales me sucede algo distinto, a todos los considero mis amigos y si mis amigos sufren, yo también.

Ojalá que unos cuantos renglones, un párrafo, o una novela como esta fuera capaz de reformar las ideas recalcitrantes, de generar al menos una duda de que si lo que hacemos con los animales está bien o mal.

Ojalá fuera tan sencillo como plasmarlo en hojas de papel, con antelación les digo que no tengo ninguna esperanza, porque, parafraseando a Nietzsche, “la esperanza es el peor de los males, porque prolonga el tormento del hombre” y porque dice el inigualable y extraordinario Fernando Vallejo, “el hombre nace malo y la sociedad lo empeora”.

Después de citar a estos dos brillantes pesimistas, como yo, ustedes pueden pensar bueno, entonces para quién es el libro. En primer lugar, es para mí, porque de no escribir y decir lo que siento y pienso no tendría un solo momento de regocijo en mi vida. Después, es para los amantes y amigos de los animales que seguramente se identificarán con las historias aquí escritas.

Debo decir que la realidad supera con mucho a la ficción en cuanto a crueldad se refiere. La historia más trágica de este libro Vidas de Azotea, seguro se queda a medias de otras que han vivido nuestros pequeños amigos. La única ficción que supera a la realidad, en mi opinión claro, es cuando hablamos de novelas rosas y el amor perfecto. Esta es una novela empapada de realidad y verdades, y la realidad es áspera, y las verdades incomodan.

Una de las verdades incómodas que debo decir, es que la crueldad con los animales sucede a todos los niveles no es exclusiva de las personas con medio socioeconómico bajo , en el gremio médico, que conozco a la perfección, aquí están muchos, donde muchos se vanaglorian de su posgrado hay quienes tiene aversión a la adopción, ellos compran animales de raza, no dejan entrar a sus hogares aquellos huérfanos sucios y malolientes, llenos de parásitos y pulgas, y se asustan de tan solo pensar en la convivencia de estos callejeros, con sus pequeños e impolutos niños dioses.

Otros anuncian muy orondos en sus redes sociales que ya tienen lista para vender la primera camada de sus peludos amigos, sin saber con certeza en qué clase de hogar irán a parar los cachorros, ya que por más que pague y prometa el ser humano, jamás se tiene la seguridad del cuidado y cariño para toda la vida del animal.

Los albergues están llenos de animales abandonados de aquellos que alguna vez ya tuvieron un hogar y fueron la novedad en su tierna infancia, para después ser desechados. El ser humano es de tan ingente estupidez, que llama o acude a estos albergues para preguntar si tienen algún animal de raza en adopción, porque al Firulais no lo quieren, a los gatitos negros tampoco.

Y, muchas veces, cuando adoptan creyendo así que el cielo inexistente les abre las puertas por su benevolencia, no dejan de molestar en el albergue para tener consultas veterinarias y esterilización gratis. Si es que en el albergue no lo pudo esterilizar en ese momento, ya que generalmente los entregan con la cirugía que impide procrear más sufrimiento y miseria en sus mundos.

Por lo tanto, el problema del planeta no son los maravillosos animales sino los homo sapiens terribles, nosotros, los de casi 8 mil millones de habitantes infestando esta tierra sin un gramo de conciencia; los deseosos de trascender a través de los genes que dejen porque los suyos no sirvieron para gran cosa. Y otros, la inmensa mayoría, aquellos que jamás se preguntaron ni se mortificaron por traer o no, más humanos al mundo.

Confío en que aquellos que tienen descendientes, no los encierren en burbujas dañinas de cristal, donde no se escuchan las palabras fuertes ni las maldiciones; que no les venden los ojos infantiles a la realidad y crueldad del ser humano.

En un mundo cada vez más caótico es indiscutible que el más fuerte sobrevivirá, sobrevivamos pues, sin hacer daño al prójimo que también es el animal, y eduquemos a los menores para que los respeten y jamás los dañen.

Si leen el libro y logro transmitirles al menos una emoción, cualquiera que esta sea, rabia, tristeza, nostalgia, alegría, me sentiré muy satisfecha porque esas fueron mis emociones al escribirlo.

Estoy en algo nuevo entre comillas para mí, y digo entrecomillas porque escribo desde niña, no se ha qué edad, no recuerdo, comencé a escribir versos mal hechos y los anotaba en un cuaderno. Posteriormente, en mi adolescencia, las malas rimas se convirtieron en prosa dramática por los amores mal correspondidos de la preparatoria y la universidad. Después te corresponden y todo se va al carajo, y dejas de escribir o escribes bobadas que escurren dopamina, porque el mundo entero te parece un terrón de bondad.  

Sinceramente, creo que escribe mejor el decepcionado, el que cuestiona, el que piensa, el que sufre, el que añora, el que se siente impedido acariciar algo que desea, es decir, el inconforme.

Por muchos años mantuve oculto el hecho de escribir, incluso como si fuera algo malo. Cómo se atreve una doctora a escribir, pensaba yo, sin ningún estudio en letras, sin ninguna experiencia.

Los únicos maestros que he tenido han sido los libros desde mi niñez, leo todos los días, hora tras horas, libro tras otro, porque me gusta vivir otras vidas y viajar sin gastar, porque leer me aleja del mundo, de las personas reales, y de la medicina, por un largo rato. Y escribir me hace desaparecer y soy muy dichosa siendo un fantasma,

Ha sido difícil el mundo editorial, como muchos otros pequeños mundos, es cruel, es de los amigos, es de la lectura fácil como lo han dicho José y Javier, de la lambisconería, y en un país con promedio ridículo de lectura es ir cuesta arriba.

Pero no solo es el país vivimos una época en donde el ser humano cualquiera para media vida en el internet, viendo videos, memes, tomado fotos de su comida para publicarlas en redes, etcétera.

Mi opinión es que vamos en retroceso, en involución, los más jóvenes saben leer, pero no entienden ni razonan aquello que leen. Las tareas se copian por internet, no son capaces de recordar un número telefónico, una cuenta de banco, el cerebro se atrofia, se vuelven imberbes emocionales, e incapaces de sobrevivir la realidad. Y algo más triste que veo es que los adultos y hasta los viejos, ya son esclavos también de la realidad virtual, ¿quién nos queda para leer? los locos, los contumases, los libres.

Ser mujer es otro gran obstáculo, creí que solo lo viviría en mi vida hospitalaria, pero no es así, el mundo editorial también es de hombre, a los cuales se les publica más, se les lee más, se les halaba más. Las mujeres se han rebelado y han creado grupos para apoyar a las mujeres escritoras mexicanas mediante concursos y difusión, pero, oh sorpresa, caes en la cuenta de que esas mismas mujeres que están inconformes con el monopolio masculino, también apoyan sólo a sus amistades, te cierran las puertas, te ignoran, te discriminan, en resumen, tampoco te ayudan ni te difunden.  

Esa es la realidad de las mujeres, estamos todavía a siglos de ser un género independiente, libre de las cadenas de los paradigmas sociales, del miedo a no cumplir las expectativas que siempre nos ha exigido esta sociedad, desde tener una pareja, ser madre, ser sumisas calladas, castas, débiles, en resumen, ser cobardes.

Para mí es un gusto mayúsculo que Editorial Audacia haya convocado a un concurso solo para escritoras mujeres siendo que los directivos son hombres, y qué felicidad además que me han permitido a mí, una mujer, ser su primera novela”.

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