DE REPORTEROS

Estados con mayor población indígena registran tasas más altas de mortalidad por cáncer cérvicouterino

cancer cervico

En México, de acuerdo con nuestro contexto sociocultural, existe una desigualdad de género que se ha hecho notoria en los últimos años. Esta brecha, que ha generado que las mujeres tengan menos acceso a oportunidades y derechos que los hombres, también ha determinado la manera en que atienden su salud. 

Los roles y estereotipos de género han provocado que muchas mujeres posterguen su salud para dar prioridad al cuidado de otros.

El Cáncer Cervicouterino (CaCu) es un ejemplo de ello. Existen familias en donde las decisiones para que una mujer tenga acceso a detección, diagnóstico y tratamientos no dependen de ella, sino más bien de hombres cercanos a ella, como pareja, padres o hermanos, afectando su autonomía. 

Esta situación constituye una limitación para que las mujeres puedan acceder a un diagnóstico oportuno y poder recibir así un tratamiento eficaz contra este tipo de cáncer, que se ha encontrado es 100% prevenible.

La problemática de género también ha provocado el estigma que muchas personas tienen hacia la infección causada por el Virus del Papiloma Humano (VPH), enfermedad de transmisión sexual que es el principal factor de riesgo para desarrollar cáncer cervicouterino. 

Muchas mujeres suelen tener sensaciones de culpabilidad, vergüenza y frustración al sentirse juzgadas por tener una vida sexualmente activa y desarrollar la enfermedad.

Pese a que los hombres también son portadores de la enfermedad, quienes principalmente tienen afectaciones mortales, de no contar con atención y tratamiento oportuno son las mujeres. Debido a las características fisiológicas, la infección se presenta de forma más rápida y es difícil de eliminar.

Sobre las condiciones de igualdad de acceso a tratamientos, la doctora Lucely Cetina Pérez, responsable del Programa MICAELA, que desde 2018 brinda atención integral a pacientes con este tipo de cáncer, destacó que “tanto hombres como mujeres deben tener la misma oportunidad de gozar las condiciones de vida y servicios que les garanticen una buena salud, sin enfermar e incluso fallecer por causas injustas y sobre todo evitables, como el Cáncer Cervicouterino”.  

La brecha para el acceso a diagnóstico y tratamiento oportuno no sólo se deriva de las desigualdades de género, sino también de las desigualdades socioeconómicas. 

En nuestro país, el CaCu afecta principalmente a mujeres indígenas, así como mujeres de escasos recursos y aquellas que viven en situaciones de alta y muy alta marginación. 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública, los estados con mayor población indígena registran las tasas más altas de mortalidad por esta enfermedad. Estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero tienen un riesgo 2.3 veces mayor de padecer este tipo de Cáncer.

“Es urgente generar acciones en beneficio de la salud de las niñas y las adolescentes dentro de las poblaciones vulnerables y así disminuir el riesgo frente al CaCu. Nosotros buscamos brindar tratamientos de calidad para aquellas mujeres que debido a su condición no pueden acceder a otro tipo de tratamientos”, destacó la oncóloga.

Ante este panorama, el programa MICAELA se ha encargado de diseñar e implementar las herramientas necesarias para atender a aquellas pacientes que no cuenten con ningún tipo de seguridad social, asumiendo el compromiso de dar un acceso a tratamiento integral de alta calidad al mayor número de pacientes posible.

Foto: Archivo (Ilustrativa)

Salir de la versión móvil