Policiaca

Sepultan a Abigaíl, víctima de la violencia de la Policía Municipal de Salina Cruz, Oaxaca

La intromisión de policías municipales, en una discusión de pareja, terminó con la muerte de Abigail Hay Urrutia.

SALINA CRUZ, Oax.- La violencia contra las mujeres no siempre viene de su pareja, como en el caso de Abigaíl Hay Urrutia, quien fue detenida el pasado 19 de agosto por policías municipales y, horas después, apareció muerta en la celda de la Comisaría. Las autoridades aseguraron que se suicidó, tres necropsias revelan que no fue así.

Todo se originó cuando Abigaíl y su esposo discutían a bordo de un automóvil, cuando elementos de la Policía Municipal intervinieron pero para arrestar a la mujer que, supuestamente, estaba agrediendo a su esposo.

Ella se resistió al arresto y fue obligada a subir a la batea de la camioneta de los oficiales y trasladada a la Comisaría donde fue ingresada a los separos. Todo fue grabado y difundido en redes sociales.

Horas después, las autoridades informaron al padre de Abigaíl, José Luis Hay Hay, que su hija se había suicidado con su ropa interior, lo que el progenitor rechazó desde un principio y exigió investigar la extraña muerte de su hija.

Afortunadamente, el padre no aceptó calladamente lo que las autoridades dijeron e insistió que se le realizara otra necropsia a su hija; han sido tres los estudios forenses que se le realizaron a la joven en los que se reveló que fue asesinada por asfixia y que su cuerpo mostraba golpes.

“A mi hija la mataron con sus calzones. Tenía una parte de éstos en el cuello y la otra trabada a un ‘gancho’ de la puerta de la celda”, dijo José Luis Hay.

Tristeza y coraje en sus funerales

Este miércoles, luego de cinco días de su muerte, familiares y amigos de Abigaíl llevaron sus restos al panteón municipal para darle cristiana sepultura.

El cortejo lo encabezó su padre, José Luis Hay Hay, su hermana y familiares, así como vecinos y amigos, quienes exigen justicia y todo el peso de la ley para quien o quienes sean responsables de este reprobable crimen.

En este funeral no hubo música de viento, como es costumbre, solo un silencio condenatoria hacia las autoridades. 

Al sepultarla, su familia le colocó en su ataúd, su ropa, tennis y algunos artículos personales de Abigail, mientras su padre se aferraba al pecho una fotografía de ella. “Abigaíl no descansará en paz hasta que sus aseinos sean castigados”, sentenciaron los dolientes.

Del esposo, el cobarde que no pudo defender a su mujer ante la intromisión de los policías municipales, nada se ha dicho.

Fotos: Especial

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