Cultura

Mi amiga María

El dolor por su partida se convirtió en el recuerdo escrito de momentos significativos de una relación de muchos años.

La muerte inesperada de su mejor amiga a causa del coronavirus hizo del encierro un momento difícil para Flavia Irene Rodríguez, en el cual, llorar en casa parecía la única forma de despedirla ante la falta de un funeral. Entonces, decidió cambiar las lágrimas por la escritura recordando la fuerza de su amistad.

De ese duelo surgió su primer libro, que tituló “Mi amiga María”. El dolor por su partida se convirtió en el recuerdo escrito de momentos significativos de una relación de muchos años, con la descripción del aprecio mutuo centrada en la identificación de un solo personaje.

“Se trataba de hablar sólo de ella, de describir por qué era tan especial e importante en mi vida”, relató la autora. Sin embargo, en la reconstrucción de su cercana amistad, había cosas muy íntimas que solo las verdaderas amigas se confían y se guardan.

“En el camino me sentí culpable de escribir situaciones muy personales de mi amiga sin su autorización, así que sumé al relato fragmentos de las historias de muchas otras amigas, y armé un personaje simbólico que mantuviera la esencia de esa valiosa relación afectiva que hay entre mujeres”, dijo.

María no es el nombre real de su amiga, sino el que eligió la autora “para darle forma a la amistad femenina, la verdadera, la que solo entendemos nosotras, donde cabemos todas las mujeres como amigas, que enseña, apoya, deja huella, y nos hace permanecer unidas a pesar de la distancia, de las parejas, de los problemas”.

Las amigas, describió, “son, somos, dulces, soñadoras, ingeniosas, decididas, divertidas, emotivas, sacrificadas, a veces ingenuas, y muy regañonas, pero con la gran cualidad que las mujeres tenemos de pensar con el corazón y compartir ese pensamiento en un dulce encuentro que se llama amistad, que puede ser temporal o durar toda la vida”.  

Mi amiga María es la historia de una amistad que empezó en la universidad, donde se conocieron la escritora y su amiga. “Teníamos tanto en común que nos convertimos en ‘El mejor equipo’, uno que nos servía para estudiar, convivir, y encontrar paz”.

Ambas coincidieron en sus fragilidades, pero también en sus fortalezas, “soñamos y planeamos juntas nuestro futuro, el cual más tarde dirigimos por caminos que se fueron distanciando pero no rompieron la fuerza de nuestra amistad, que estaba hecha desde el corazón”, dijo Flavia Irene.

Las amigas se acompañaron de la juventud a la madurez compartiendo frustraciones, éxitos y derrotas. El relato de su historia está hecho de pequeños episodios, los cuales  empiezan con la descripción de María en “Sonriendo a la vida” y llega a “La inesperada partida” que no tuvo despedida. 

Incluye tiempos marcados con anécdotas como “Éramos tan jóvenes y soñadoras” cuando buscaban disfrutar la vida en la medida de sus posibilidades económicas, o en “El engaño” de la pareja amada, un momento donde las amigas se necesitan para manejar la decepción.

Otros relatos que precisan la amistad son “Anécdotas de traición” sobre malas acciones de algunas mujeres que pasan por su vida y en un momento creen que son sus amigas, así como “La importancia de escuchar” que es una cualidad clave entre amigas.

“Siempre has estado para mi” son tiempos de fragilidad donde las amigas se reconfortan; “La distancia entre nosotras” se refiere a los espacios físicos que separan pero no rompen conexiones emocionales; “Carencias de niña” y “Solo decepciones” perfilan a su amiga y su respeto a la amistad.

Mientras que en “Los hijos, la edad, la vida” comparten la madurez y su papel de madres; en “Tiempos de reflexión” las amigas se dan un espacio para valorar su vida; y “Se acabó la confianza”, “Buscando cómo respirar” hablan de una deteriorada relación matrimonial que entre amigas se busca solucionar. 

“El momento para ser feliz” fue el espacio en el que la vida le brindó otra oportunidad a su amiga y ella no la desaprovechó. “Mi amiga María” tiene 33 episodios de relatos de una amistad que se acomodó en ambas vidas de manera permanente, y solo la muerte la pudo fracturar.

“La pérdida de mi amiga me dolió en el alma, aún no supero su partida, pero en el desarrollo de esta historia encontré el valor de nuestra sólida amistad y me envolvió un profundo agradecimiento a la vida por darme la oportunidad de tener una gran amiga a mi lado y permitirme ser su amiga”, concluyó.

Foto: DeReporteros

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