Gracias a las investigaciones arqueológicas y al trabajo del Servicio Arqueomagnético Nacional (SAN) de la UNAM en el sitio arqueológico de Tingambato, Michoacán, se reveló que la zona tuvo una ocupación desde alrededor del año 0 hasta el 900 de nuestra era y, coincidentemente, el abandono del sitio es contemporáneo al nacimiento del volcán El Metate.
Avto Gogichaishvili, Juan Julio Morales Contreras y Nayeli Pérez Rodríguez, del SAN; además de José Luis Punzo Díaz, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), encargado del proyecto, detallaron que el estudio integra a varios especialistas, y un aspecto fundamental tiene que ver con los fechamientos, pues es una de las grandes dudas que se tenían hasta el momento.
“Esto nos abre las puertas para entender mejor cómo era la vida en esa época, hacia el 900 d.C. Este período es muy importante en la arqueología regional, ya que se observan grandes cambios en la estructura social, que en la región de Tingambato coincide con la erupción del volcán. Lo que genera nuevas preguntas de investigación que implicarán estudios y trabajos para avanzar en la construcción de este rompecabezas del pasado”, dijo Punzo Díaz.
El sitio es de los más relevantes en el occidente de México al ser un puente entre las regiones del Río Balsas con el centro del país. Cuenta con dos montículos piramidales, un juego de pelota, altares, un complejo tipo palaciego y cuatro tumbas: la primera fue descubierta en el siglo XIX, es sumamente rica en cuanto a objetos encontrados (que fue saqueada); la segunda descubierta en 1979, con aproximadamente 120 personas inhumadas con cientos de objetos; otra en 2012 con 19 mil piezas como ofrenda (una de las más vastas de la región); y la más recientemente hallada en 2018, precisó el arqueólogo.
Los expertos puntualizaron que, pese al conocimiento de la zona, no se contaba con un dato cronológico absoluto que definiera de forma fehaciente la cronología de Tingambato, por lo que el estudio arqueomagnético y de mineralogía magnética sobre fragmentos de sus cerámicas permitió ahondar en la historia del lugar.
A su vez, Pérez Rodríguez explicó: si bien el sitio tiene tres etapas de ocupación, aproximadamente de 300 años cada una, la investigación se enfocó especialmente en la de abandono (del año 600 a 900 d.C.), ya que de acuerdo con las investigaciones arqueológicas se tiene información de que la ciudad fue desocupada debido a un incendio. Hay que recordar que dentro de la cosmología de las culturas prehispánicas el fuego era considerado una deidad.
Al respecto, Juan Morales agregó que en los estudios realizados en el volcán El Metate se encontró evidencia de que su actividad inició entre los años 990 y 1130 de nuestra era, por lo que cabe la posibilidad de que el abandono de la antigua ciudad de Tingambato fuera originado por esta situación.
La urbe se sitúa dentro de la región conocida como campo volcánico Michoacán-Guanajuato, donde se concentran más de mil 500 edificios volcánicos, los cuales empezaron a formarse desde hace aproximadamente 5 millones de años, añadió.
El académico del Instituto de Geofísica, Unidad Michoacán, abundó que no se tienen evidencias de que el volcán -que cubrió un área de más de 100 kilómetros cuadrados- haya tenido impacto directo sobre Tingambato, ya que su actividad se caracterizó por la emisión de lava y no de grandes columnas eruptivas.
Cuando inició este proceso seguramente quedaron sepultadas varias localidades, cuyas poblaciones tuvieron que emigrar. El estrés social y ambiental que se vivió pudo haber sido la causa de la salida de los habitantes de Tingambato, refirió.
“Nayeli estudió no solo las cerámicas de Tingambato, que es un artefacto arqueológico, sino también los flujos de lava del volcán El Metate, que se encuentra a unos pocos kilómetros del sitio arqueológico; entonces, los resultados que proponemos del abandono se basan también en el estudio de material volcánico. El Metate es un volcán de tipo monogenético, similar al Paricutín, que también provocó el desplazamiento del pueblo de San Juan Parangaricutiro en 1943, algo similar pudo suceder en Tingambato, pero en mayores magnitudes”, reiteró Gogichaishvili.
Punzo Díaz apuntó que las fechas más tardías que tenemos de ocupación del sitio corresponden con los fechamientos que se hicieron de la erupción del volcán, y ahora sabemos que los últimos años de ocupación prácticamente coinciden con el nacimiento de este volcán. Este trabajo se suma a las indagaciones que ya se hacen con otros materiales, como restos vegetales y de Carbono 14, lo que permitirá comprender mejor lo que ocurrió en este lugar.
Fotos: UNAM