*Por Zakie Smeke
No hay nada de absoluto.
Todo se cambia, todo se mueve, todo revoluciona,
todo vuela y va.
Frida Khalo
En el corazón de Coyoacán, el Museo Frida Kahlo, conocido afectuosamente como la Casa Azul, se erige como un espacio vibrante dedicado a la vida y obra de Frida Kahlo, una de las figuras más icónicas de México. La Casa Azul es el universo íntimo de Frida Kahlo. Ella pasó aquí la mayor parte de su vida, primero con su familia y, años después, al lado de Diego Rivera.
La ofrenda, homenaje, 2024, que el museo dedica a Frida Khalo se titula, Viva la Vida, el legado de Frida Kahlo. El título, Viva la Vida, alude a la que se considera la última pintura al óleo de la artista que pertenece al género naturaleza muerta. El cuadro de las sandias se encuentra en el Museo Frida Kahlo de la Ciudad de México. Fue pintado en 1954. La pintora lo intervino días antes de morir con una frase que deja huella en su legado de trascendencia: Viva la vida.
Este año, la ofrenda de la Casa Azul recuerda a la pintora a 70 años de su muerte. El homenaje se inspira en una tradición morelense de profundas raíces nahuas, y que es reconocida como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad. Este altar se compone de piezas hechas especialmente en Oaxaca para depositar las ofrendas a los muertos, elaboradas por maestros del arte popular: jarrones de barro vidriado conteniendo las flores, cazuelas de barro verde para tamales, tazas de barro colorado conteniendo chocolate, ollas y jarros para preparar atole.
El diseño de esta ofrenda-homenaje es circular: un ciclo continuo, como la obra de Frida y nos convoca a reflexionar sobre su vida, sus tragedias, sus dolores y sus amores. La artista plasmó sus sentimietos en más de 140 pinturas al óleo.
La ofrenda integra los elementos de la tradición al estilo de Frida. El papel picado recrea el símbolo del colibrí que ella utilizó en su pintura. Los objetos que aparecen en sus cuadros reflejan su comprensión de la vida, relojes que atrapan el tiempo; raíces y hojas que son el origen y el alimento de los ciclos vitales; frutas que dan vida a sus naturalezas muertas; espejos con los que creó sus icónicos autorretratos que utiliza para su conocimiento personal. En su arte se inscribe su amor por México, por su fauna, su naturaleza y por el arte popular.
La museografía de la ofrenda está dividida en tres partes. El centro lo ocupa la paleta de pintora representada como un corazón, el órgano vital que bombea sangre. Este símbolo está presente en muchas de sus obras porque así pintaba Frida, con el corazón y su amor a la vida.
La idea fundamental del centro de la ofrenda, Viva la Vida, proviene del concepto de las sandias que se presenta en una dimensión 3D. Se ofrece al espectador una perspectiva del espacio arquitectónico en tres dimensiones para observar con mayor precisión el tamaño, la distribución y las proporciones del espacio.
En el papel picado que adorna la parte superior del centro de la ofrenda están los colibríes que provienen de el autorretrato en la que ella lleva el collar de espinas y el colíbri.
En las partes laterales de la ofrenda podemos observar retratos y autoretratos y todas las referencias de la naturaleza que también están representados en un plano 3D.
Están las frutas mexicanas, el maíz azul, el coco, las pitayas rojas. Vemos los objetos que ella amaba y que coleccionó. Están lo perritos, los milagritos, que también vuelven a ser parte de su pintura para narrar sus historias. Frida tenía un gran amor por sus xoloitzcuintles que según la leyenda guían a sus dueños en el viaje por Mictlán.
Llegar al museo Frida Khalo, visitar en particular la ofrenda, Viva la Vida, es una experiencia única. Caminar por los diferentes espacios del altar me llevaron a sentir los olores frescos de un bosque que me hicieron pensar no solo en la muerte de Frida que está representada en su ofrenda homenaje sino en el sentido de la vida.
La recepción con la que cuenta el museo Frida Khalo ubicado en la calle de Londres 247, CDMX, es impresionante. Las localidades se encuentran agotadas meses antes. El aforo diario es de 1500 visitantes, con un porcentaje de aproximandamente el 70 por ciento de extranjeros. Los turista llegan de lugares distantes a la Casa Azul por la dimensión internacional con la que cuenta la vida y de la obra de esta importante artista mexicana.
La ofrenda nos convoca a unirnos al homenaje a la gran artista que fue Frida Khalo que con su arte desplegó el esplendor de las tradiciones, símbolos, colores y sabores de la cultura mexicana. No podemos olvidar que a pesar de la parte trágica y dolorosa de su vida ella siemrpe brilló como una estrella enorme y alumbró el universo del arte mexicano.
*Zakie Smeke, Doctora en filosofía política, maestra en periodismo y psicoanalista