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La seducción autoritaria

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Sebastián Godínez Rivera

El mundo ha presenciado la llegada de personajes antisistema, con ideas autoritarias que prometen una democracia verdadera, no ocultan sus discursos agresivos y descalificaciones contra varios sectores. Hombres y mujeres del mundo se sienten atraídos por estos nuevos liderazgos que señalan a los políticos tradicionales de no cumplir y ver solamente por sus intereses.

La disputa por la representación se ha tornado un concurso de popularidad, porque personajes en América como Donald Trump en Estados Unidos, Nayib Bukele en El Salvador, Jair Bolsonaro en Brasil, Javier Milei en Argentina o Andrés Manuel López Obrador de México. La gente ha optado por líderes carismáticos confrontativos con el status quo y mediante sus acciones y discursos ha logrado impulsar su popularidad, a pesar de que su desempeño en el poder ha sido cuestionable.

El caudillo salvadoreño ha popularizado el modelo de mano dura seduciendo a sus connacionales y a gobiernos extranjeros. La habilidad discursiva para ofender y descalificar a otros poderes como Milei enfrentando al progresismo, Bolsonaro confrontando a Lula Da Silva y a su partido o el mismo López Obrador que discursivamente atacó a las élites, pero que en lo oscuro se sentó a negociar con los dueños del dinero, los medios de comunicación y otros grupos de interés.

Para sus audiencias estas palabras son una forma de defensa de las élites; endulzando los oídos de un gran sector de la ciudadanía que clama justicia por los agravios del pasado. Los políticos tradicionales y democráticos pareciera que son cosa olvidada. En el escenario la estridencia, la agresividad y lo políticamente incorrecto. Sin embargo, esto no es un fenómeno único de América Latina, sino que en el orbe aparecen otros líderes que si bien gobiernan países hay otros que no.

En Europa, Geert Wilders en Países Bajos atrapó al electorado que ve en los musulmanes una amenaza; Marine Le Pen en Francia ha ganado terreno con su discurso nacionalista; el partido Alternativa por Alemania aspira a consolidarse como una fuerza en dicha nación. En el los países nacidos del colapso socialista, Viktor Orbán en Hungría, el partido Ley y Justicia en Polonia, el premier Robert Fico en Eslovaquia, Zorán Milanovic en Croacia, Vladimir Putin en Rusia o el presidente turco, Recep Tayipp Erdogan.

Algunos de estos personajes cuestionan la Unión Europea, la entrada de inmigrantes  y la obligación de darles asilo. Por otro lado, están los hombres fuertes como Vladimir Putin y Erdogan que son conocidos como el nuevo zar de Rusia y el sultán turco respectivamente. Estos sobrenombres se deben a su formación, estilo autoritario y a que se han convertido en la piedra central del sistema político. Estos personajes han seducido a sus electores y a sectores que están desencantados con la democracia.

El discurso que cuestiona la entrada de personas que no se adaptan a sus culturas ha enamorado a la población de varias naciones europeas que se sienten invadidas. En el caso de otras naciones con líderes autoritarios, el apoyo se debe al desempeño económico, el combate a la ideología de género, la persecución contra el progresismo y el respaldo a que una sola persona tome decisiones y no deba enfrentar frenos o cuestionamientos provenientes de fuerzas políticas opositoras.

Mientras tanto en Asia, el desarrollo de los estados y los sistemas políticos tuvo un diseño distinto a occidente; puesto que debido a la herencia de la colonización, las luchas de independencia y la creación de Estados fuertes, pero no democráticos, el autoritarismo se mantiene latente. Algunos líderes célebres son el Primer Ministro indio, Narendra Modi, quien ha transformado a la democracia más grande del mundo en un régimen híbrido.

También está el presidente chino, Xi Jing Ping que es admirado por el crecimiento económico que tiene su país y que supera a otras naciones del orbe. La aparición de los llamados tigres y dragones asiáticos como Singapur los cuales se caracterizan por tener un sistema de partido hegemónico; mientras que otras naciones en las que la democracia se estaba consolidando como Tailandia, Myanmar o Corea del Sur han sufrido retrocesos en su desarrollo y algunas élites se han hecho con el poder mediante golpes de estado.

Sin embargo, en algunos casos esto no ha sido cuestionado por la ciudadanía e incluso amplios sectores respaldan el ascenso de militares al poder. El respaldo a las actitudes autoritarias va en aumento, porque consideran que los desacuerdos y la fragmentación social traen problemas. Por ejemplo, las fuerzas armadas cuentan con un largo historial de intervención y la ciudadanía les respalda.

A lo largo de este texto se explican las diversas causas y contextos en los cuales los líderes iliberales cosechan apoyos fuertes de la ciudadanía. Estos personajes han convencido a sus auditorios que la democracia se reduce a elecciones, pero que el pluralismo puede ser sometido en aras de un bien mayor, una verdadera democracia. La gente de diversas latitudes está embelesada y enamorada ya sea del liderazgos, los resultados económicos o la política de mano dura contra criminales.

El nuevo autoritarismo seduce a la ciudadanía y la convence de sus bondades; apela a sus sentimientos y profundiza su descontento con las élites, la democracia u otros sectores que son vistos como enemigos comunes. El enamoramiento del autoritarismo no es nuevo en la historia, pero en el siglo XXI se ha vuelto de lo más común; atacar a las instituciones, insultar a los jueces o desmontar el sistema de pesos y contrapesos es considerado normal.

PD. Apelando a la cultura pop y la música, como diría la cantante Sabrina Carpenter “dame algo más que mariposas, me haces querer enamorarme”, en referencia a que la ciudadanía se enamora de los destructores de la democracia y sus instituciones.

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