DE REPORTEROS

La vena autoritaria saltó en Estados Unidos

Sebastián Godínez Rivera

La historia ha demostrado que el poder absoluto y las instituciones débiles son el caldo de cultivo perfecto para que los líderes autoritarios consoliden su poder. La aprobación de enmiendas o reformas para la extensión de mandatos han sido los responsables de la destrucción de contrapesos en varias naciones.

Los politólogos teníamos la creencia de que el autoritarismo sólo se desarrollaba en países que no han consolidado el entramado jurídico e institucional. Empero, el siglo XXI nos ha demostrado que la vena autoritaria siempre puede aparecer, aún en los países con mayores índices de crecimiento económico, de larga data en la tradición institucional y con mecanismos de rendición de cuentas.

            Trump, ¿un tercer mandato?

A más de una semana que Donald Trump volvió a la Casa Blanca, un congresista ha sugerido realizar una enmienda para permitirle al republicano un tercer mandato. Más allá de si el proyecto es aprobado o rechazado, este último es el escenario más probable, lo cierto es que las simpatías por Trump se han materializado en propuestas para extender su periodo presidencial; esto no se ha visto desde que Franklin Delano Roosvelt dirigió Estados Unidos por cuatro periodos consecutivos.

Andy Ogles, congresista republicano por Tennessee presentó un proyecto  para modificar la enmienda 22, en la cual se establece que nadie podrá gobernar el país por más de dos ocasiones. El parlamentario argumentó que permitir un mandato más se debe a que el actual presidente es una figura que puede contrarrestar la decadencia política, el estancamiento económico y la crisis moral que atraviesa Estados Unidos.

En su página de internet, Ogles se basa en criterios ideológicos para justificar la reforma, puesto que sostiene que el gobierno demócrata de Joe Biden sometió a la nación y perpetró abusos de los cuales difícilmente podrá levantarse la nación, a menos que Trump se mantenga en el poder. La lectura de este texto puede sorprender a los lectores, puesto que muchas de estas justificaciones han sido utilizadas por otros mandatarios en el mundo, puesto que prometen revertir la decadencia.

La sugerencia realizada por el parlamentario no es más que una muestra de que la cultura iliberal y las simpatías por un personaje autoritario también pueden afectar a las denominadas democracias consolidadas. Sobre todo, porque desde el primer gobierno de Trump los Estados Unidos se han alejado de la doctrina liberal, como pilar del sistema político y que el actual presidente ha optado por abrazar la ola autoritaria del mundo.

            Reelecciones indefinidas en el mundo

En América Latina la tentación autoritaria es palpable y los ánimos de permanecer en el poder nunca se esfuman. En el subcontinente, la reelección indefinida se ha hecho mediante sentencias judiciales, emitidas por juzgadores afines al autócrata. Nayib Bukele en El Salvador y Juan Orlando Hernández en Honduras son muestra de que la argumentación jurídica fue modificada para argumentar que la reelección es una forma de premiar a los gobernantes y prohibir significa violentar derechos humanos.

Existen otros métodos como la reforma a la Carta Magna, en la cual una mayoría sin contrapesos puede tomar la decisión, sin importar las voces del interior y el exterior que advierten sobre los riesgos de esto. Daniel Ortega en Nicaragua es muestra de ello, puesto que desde 2006 no ha dejado el poder; el expresidente boliviano, Evo Morales, quien en 2007 implementó una reforma a la Constitución, introdujo la posibilidad de reelegirse por otro periodo y se mantuvo en el poder.

Para 2016 el Tribunal Constitucional mediante una sentencia justificó que la reelección es un derecho humano y Morales consiguió su tercer mandato. Sin embargo, tras las protestas mermaron sus planes en 2020 cuando aspiraba a un cuarto mandato consecutivo. Las movilizaciones culminaron con su renuncia y huída del país; en 2023 el Tribunal Constitucional inhabilitó al ex mandatario y en 2024 la sentencia fue confirmada por lo que fue inhabilitado.

En países de Europa Oriental, el proceso es más sofisticado ya que al contar con sistemas parlamentarios se necesita de mayorías en el congreso para formar gobierno. Hungría encabeza la lista, debido a que luego de que el Primer Ministro Viktor Orbán  volviera al poder en 2010, la nación ha sufrido una serie de reformas que han disminuído a la oposición. Orban redujo el tamaño del parlamento y en cada elección ganó la mayoría lo que le ha permitido mantenerse en el poder.

En la Rusia de Vladimir Putin, el líder ruso ha pasado de presidente a Primer Ministro y viceversa, al menos hasta la segunda década del siglo XXI cuando logró la reelección en 2024. La Duma (el congreso) está ocupada en su mayoría por su partido; el nuevo Zar como se le conoce a Putin no debe preocuparse por la permanencia en el poder. En la vecina Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, se ha consolidado como un autócrata de la Europa del este.

Lukashenko  se ha mantenido en el poder desde el derrumbe del socialismo real y el nacimiento de Bielorrusia como nación independiente. Su técnica es más agresiva y menos pulcra que la de Putin u Orbán; el mandatario ha prohibido a la oposición participar, encarcelar adversarios y reprime las manifestaciones en su contra. El domingo 26 se llevaron a cabo comicios en los que el presidente resultó electo por sexta vez consecutiva.

En Asia central, las naciones que formaron parte de la Unión Soviética se convirtieron en autocracias tras el derrumbe de esta. En la meseta asiática los países que cuentan con más años en el poder se encuentran: Gurbangulí Berdimujamédov presidente de Turkmenistán quien gobierna desde 2006 y mediante comicios plagados de irregularidades se ha mantenido en el poder. En Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha sido presidente de 2003 y sus márgenes de victorias oscilan entre el 82% de los votos y en 93%; Emomali Rahmonde Tayikistán se suma a la lista de autócratas, puesto que ha gobernado desde 1994, al igual que otros de sus pares regionales se ha caracterizado por restringir la libertad de expresión.

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