Sebastián Godínez Rivera
Porfirio Muñoz Ledo fue uno de los políticos más prolíficos de México, encabezó junto a Cuauhtémoc Cárdenas la escisión de la Corriente Democrática del PRI y fue artífice de la transición democrática. Conocido por su gran intelecto fue uno de los pocos personajes que entendió la necesidad no solo de la liberalización política, la alternancia en el poder, sino que insistió en la reforma del Estado como continuidad de la transición a la democracia.
En el libro Camino a la nueva república colegas, alumnos y amigos de Muñoz Ledo destacan su capacidad analítica a través de los grandes teóricos de los partidos políticos. Cuando fundó el PRD destacó la importancia de construir un instituto político alejado de la ley de hierro de las oligarquías, es decir, una élite como postuló Robert Michels. Debatió acerca de los tipos de partidos con los postulados de Panebianco; cuestionó a los cuadros profesionales desde la óptica de Duverger; y teorizó la necesidad de una izquierda alejada del socialismo radical y aspiró a la socialdemocracia.
Si bien en el párrafo anterior se describen las bases teóricas con las cuales se discutió la formación de un nuevo partido político durante el segundo lustro de los años ochenta, sus principales aportes están en la transición democrática. Muñoz Ledo entendió a la luz de la tercera ola de la democratización 1978-1990 que la alternancia en el poder no lo es todo. En ese momento histórico el mundo vivía el fin de la Guerra Fría; la democratización de varios países con gobiernos autoritarios, la caída de los partidos hegemónicos y el triunfo de la democracia liberal.
Desde la reforma que liberalizó al congreso en 1977 cuando se introdujeron las diputaciones de partido; la aparición de protestas por la crisis de 1981-1982; el fraude electoral de 1988 que obligó a reconocer triunfos de la oposición, entre otras cosas. El político entendió que si bien en México los vientos de la liberalización comenzaban a soplar, no lo era todo.
Es pertinente señalar que el concepto antes mencionado se refiere a que las demandas ciudadanas ponen en jaque al régimen autoritario, por ende, este concede espacios de apertura, flexibiliza las instituciones y cede ciertas demandas. En algunos casos, la liberalización surge producto de la crisis en el régimen autoritario, según los transitólogos Guillermo O’Donnell, Phillip Schmitter y Lawrence Withead.
En el caso mexicano, el régimen implosionó en diversos momentos; la crisis económica de 1981-1982 despertó la movilización de la clase media y alta. Mientras que en 1985 el sismo que unificó a la ciudadanía y relegó al gobierno de Miguel de la Madrid fue una muestra de la articulación social. El fraude de 1988 obligó al gobierno a reconocer los triunfos de la oposición en las gubernaturas, dando pie a una incipiente pluralidad.
1988 es el año en el que el autoritarismo entró en crisis y la maquinaria electoral comenzó a sufrir descalabros. Los estudiosos de los regímenes autoritarios como Nancy Bermeo, Juan Linz, Steven Levitsky, Larry Diamond o Thomas Carothers postularon que la ruptura de la élite genera que los perfiles moderados tengan mayor participación en las negociaciones y la transición.
Porfirio Muñoz Ledo entendió que el autoritarismo mexicano se agotaba, la cohesión se perdió, el crecimiento económico se estancó y la sociedad era más demandante Incluso, el líder perredista llegó a escribir que “la alternancia no debe ser considerada como el producto final de la transición democrática, sino como parte de esta”.
Cuando se discute sobre la transición democrática mexicana se afirma que ésta culminó con la alternancia del 2000 en la presidencia, lo cual es incorrecto. La transición según O´Donnell es el intervalo de tiempo entre el régimen autoritario y la consolidación de uno democrático. Transitólogos como Alfred Stephan, Juan Linz, Leonardo Morlino o Lucan Way a través de la evidencia empírica (la realidad) encontraron que las transición no tienen un tiempo definido.
Al contrario, hay diversas fases: 1) la crisis del régimen, cuando la élite autoritaria se divide o muere el caudillo; 2) la preparación: cuando se produce la liberalización política; 3) instauración: las elecciones fundacionales permiten el nacimiento del pluralismo; y 4) consolidación, es decir, las instituciones, ciudadanía y actores políticos han madurado.
Entre 1987 y 1990 Muñoz Ledo seguramente presenció los cambios constitucionales e institucionales de Brasil tras la caída de la dictadura. En el Cono Sur, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile reformaron sus sistemas políticos para que nuevos actores entraran a la escena democrática. En Europa del este con la desaparición de la Unión Soviética y la aparición de repúblicas parlamentarias como Polonia, Hungría, Rumanía y los países bálticos fueron sinónimo del mal llamado fin de la historia, según Fukuyama.
No obstante, la diferencia de México con todos esos países es que reformaron sus sistemas políticos e instituciones para evitar el regreso del autoritarismo. Muñoz Ledo a partir del 2000 creó una Comisión para la Reforma del Estado que pretendía hacer modificaciones de fondo al sistema electoral, transitar del presidencialismo a un modelo semipresidencial como el de Francia, fortalecer la rendición de cuentas y dotar de fortaleza tanto al congreso como al Poder Judicial.
A pesar de haber trabajado arduamente en dicha Comisión, faltó voluntad política para hacer los cambios que el país necesitaba. En Ciencias Sociales los denominados anclajes, corresponden a leyes, instituciones o actores políticos que persisten durante las transiciones como elementos de poder que en su momento pueden poner en riesgo la democracia.
Por ejemplo, los militares del Cono Sur son considerados como clivajes heredados de las dictaduras. El corporativismo mexicano y el control de organizaciones impide la democratización. En Europa del este los empresarios surgidos durante el quiebre del socialismo compraron las empresas del Estado, dando paso a una oligarquía mafiosa alineada con el gobierno.
La falta de reformas profundas evitó la aparición de cimientos democráticos, sin embargo, por omisión o por falta de oficio político se creyó que la democracia podría convivir con elementos autoritarios del régimen. México no fue la excepción, por eso desde 2018 el surgimiento del autoritarismo fue muy rápido y dinamitó los contrapesos institucionales.
Las advertencias de Muñoz Ledo fueron ignoradas, producto de la creencia que la alternancia y los gobiernos divididos eran síntoma de la transición democrática y el quiebre del autoritarismo. Empero, la coexistencia de los resortes autoritarios y elementos democráticos solamente adelantó la hibridación del régimen, demostrando que hay una agenda pendiente con la transición democrática.
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