Cuando cae la noche en Xochimilco y la neblina comienza a jugar entre los ahuejotes, el silencio se rompe con un lamento que eriza la piel. Es La Llorona, la voz que atraviesa los siglos y vuelve a surgir, flotando sobre los canales, para recordarnos que en México las leyendas no mueren: reviven con el agua y el canto.
Entre luces que bailan sobre las trajineras, incienso que huele a copal y flores de cempasúchil que parecen soles navegantes, el espectáculo “La Llorona en Xochimilco” convierte cada noche en un ritual vivo. No se trata solo de teatro; es una ceremonia que honra la vida, la muerte y la memoria de quienes ya se fueron pero siguen habitando el aire.
La historia cobra forma entre tambores prehispánicos, violines, cantos en náhuatl y danzas que emergen del agua. Los actores surgen desde la oscuridad como si fueran espíritus ancestrales, y el público desde sus trajineras queda suspendido en un silencio reverente, mirando cómo la leyenda toma cuerpo entre los reflejos del canal.
Dicen que La Llorona no solo llora por sus hijos, sino por todas las almas que el tiempo ha dejado atrás. Y cuando su lamento se escucha entre los juncos, hay quien jura que no es un efecto de sonido… sino su espíritu mismo, regresando cada año a contar su pena a la luna.
Xochimilco se vuelve altar, espejo y escenario. Las aguas antiguas del valle se tiñen de historia y emoción. Allí, bajo las estrellas, los visitantes descubren que esta leyenda no busca asustar, sino recordar que el amor como el dolor puede sobrevivir a la muerte.
Las fechas y horarios de cada presentación en la edición 2025 de “La Llorona en Xochimilco: El último latido del agua” se presentará del 3 de octubre al 16 de noviembre en el Embarcadero de Cuemanco, al sur de la Ciudad de México.
Las funciones regulares comienzan a las 19:00 horas, y durante los fines de semana habrá presentaciones adicionales:
Viernes y sábados seleccionados: 19:00 y 21:00 horas.
1 y 2 de noviembre: funciones especiales a las 19:00, 21:00 y 23:00 horas.
Se recomienda llegar una hora antes del inicio para abordar la trajinera que lleva al escenario. El recorrido dura cerca de hora y media, entre música, mito y misterio.
Cada año, cientos de personas viajan hasta este rincón sagrado para vivir la experiencia. Algunos lo hacen por curiosidad, otros por devoción, pero todos terminan hechizados por el canto que resuena entre el agua.
Porque cuando la luna se asoma sobre los canales y suena el eco del “¡Ay, mis hijos!”, nadie duda: La Llorona sigue viva en Xochimilco, llorando no solo por su historia… sino por todas las almas que aún buscan un lugar donde descansar.
Fotos: Cortesía

