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¿A dónde vamos a parar?

Por Martín de J. Takagui

 

La violencia crece. Los alcaldes, ediles, funcionarios públicos, policías, comerciantes, agricultores, transportistas y, al parecer, todos los sectores económicos y productivos, políticos y administrativos estamos bajo el acecho del crimen organizado.

El sábado fue Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán quien recibió en medio de una multitud múltiples disparos de arma de fuego, cuando se encontraba junto a su familia y coterráneos, quienes asombrados, indignados y encabronados pidieron justicia a todos los niveles de gobierno.

La gente está cansada; no hace mucho en Chilpancingo, Guerrero, durante su sexto día de mandato, como presidente municipal, hace poco más de un año, Alejandro Arcos Catalán, presidente municipal ya en funciones fue asesinado y decapitado, su cabeza fue colocada sobre el toldo de su propia camioneta, para que se leyera el mensaje de los criminales hacia el gobierno.

La semana pasada, fue asesinado en semejantes circunstancias el empresario limonero, michoacano, también Bernardo Bravo, cuyo padre, también empresario fue asesinado hace un año. Todo esto, sin que haya una respuesta eficaz del gobierno, de las Fuerzas Armadas, de las policías o de la autoridad, sea del orden que sea.

Ayer la presidenta Claudia Sheinbaum, aseguró que “la derecha” ha ejercido presiones y acusa sin motivo al gobierno y a ella misma porque seguramente “lo que quieren es que vuelva Felipe Calderón y Genaro García Luna, para que reactiven esa guerra contra el narcotráfico”.

Si. Es verdad el 10 de diciembre de 2006, el entonces presidente se puso la gorra militar de cinco estrellas sobre el escudo nacional, asumió su papel como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, se montó en un vehículo descubierto y dio inicio a esa sangrienta guerra que ha dejado en casi 19 años cientos de miles de muertos.

Pero a la presidenta debemos recordarle que, si bien Calderón Hinojosa, Genaro García Luna y todos los gobernantes de entonces tuvieron una alta responsabilidad, pero también es necesario recordarle que, al lado de Calderón, en ese vehículo descubierto, iba al frente de las fuerzas armadas que iniciaban esa guerra, el hombre que hoy es el Jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, Lázaro Cárdenas Batel, que en ese entonces era el gobernador de Michoacán.

En su primer acuerdo entre el gobernador Cárdenas y el presidente Calderón, el descendiente del general Cárdenas le pidió la ayuda del gobierno federal para frenar al que era entonces el grupo criminal más sanguinario, poderoso y desalmado del país, que era La Familia Michoacana y ese, es el verdadero origen de la guerra contra el narcotráfico.

El domingo, la presidenta llamó a todo el gabinete de seguridad, para analizar lo que pasa en el país con esto de los graves asesinatos que vuelven a encender los ánimos de la gente, ahí estuvieron además de los secretarios de la Defensa Nacional, de Marina y el comandante de la Guardia Nacional, entre otros, la secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez y el mismo ex gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, ahora en calidad de jefe de la Oficina de la Presidenta Claudia Sheinbaum.

Si bien, alguien, con el respaldo de muchos inició la guarra contra el narcotráfico, hay muchos que también tuvieron responsabilidad y hoy son cercanos colaboradores de la presidenta. El problema, el inicio o la respuesta inicial fue hace casi 19 años pasaron los gobiernos de Enrique Peña Nieto y de Andrés Manuel López Obrador.

Hace siete años inició esa guerra, con toda la corrupción y todo lo que conocemos y sería muy lastimoso hacer un recuento. Hace siete años inició la autollamada cuarta transformación, hace un año se inició el segundo piso de ésta y las cosas lejos de mejorar, han escalado.

Se dice que hay menos asesinatos, pero han aumentado exponencialmente las desapariciones y ahora, los asesinatos de alto impacto florecen. La situación actual del gobierno y de las condiciones de violencia en que vive el país no es responsabilidad, pero su responsabilidad es resolverlo y no lo hicieron ni Enrique Peña ni Manuel López y hoy Claudia Sheinbaum culpa a los anteriores.

Cuando se ocupa un espacio público, ya sea de elección popular o por designación, se acepta el cargo, se acepta el salario, se acepta el compromiso que debe cumplirse y se aceptan las responsabilidades.

Hoy es responsabilidad del gobierno en turno, que encabeza Claudia Sheinbaum poner orden en el país, acabar con la violencia y darnos seguridad a todos los mexicanos.

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