Original y Copia
Por Martín de J. Takagui
En un gobierno republicano con instituciones que integran una república, como la mexicana y más aún cuando se habla de que es un gobierno en un país demócrata las negociaciones son determinantes para mantener la imagen de autoridad y liderazgo.
Desde hace varios meses, si no es que años, los transportistas del país han levantado la voz para denunciar la gravedad en el incremento de los asaltos en las carreteras de todo el territorio nacional, se trata de un delito de la mayor gravedad que debe ser atendido.
Y no es menor ni broma el decir que se trata de un ilícito de la mayor gravedad, ya que se trata de abusar con premeditación alevosía y ventaja el asaltar en las carreteras, porque se trata de un personaje, el chofer, que trabaja jornadas largas, sometido a un nivel de estrés bebiendo kilómetros y rayas centrales de las carreteras.
De pronto en medio de un paraje desierto, en donde nadie se atreve a detenerse, aparecen dos, tres o cinco sujetos armados y echando todo su valor encima de ese personaje, por quien nadie va a responder si algo llegara a pasarle y en esas condiciones y por lo que sabe, lo que prefiere es bajarse del transporte y entregarlo sin resistencia alguna a los delincuentes a cambio de salvar su vida.
Se trata de una situación de vulnerabilidad extrema, tanto así, que hasta que, por iniciativa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, al querer hacer historia fortaleciendo constitucionalmente los derechos humanos, decidió eliminar la pena de muerte que estaba contemplada en el artículo 8 de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.
Y precisamente la constitución contemplaba la pena de muerte para quienes cometieran traición a la patria, parricidio y para quienes actuaran como salteadores de caminos, que no es otra cosa que asaltar en las carreteras y en los caminos.
Ante la gravedad del avance del flagelo que hoy discutimos, sería muy probable que si ese precepto permaneciera en la Carta Magna, sobrarían quienes propusieran que se legislara tal sanción, porque son miles y miles de millones de pesos que se pierden por parte de los empresarios transportistas, de los empleados y de las empresas exportadoras mexicanas.
La mañana de este lunes, la secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez ofreció una conferencia de prensa para descalificar los actos de protesta de transportistas y agricultores mexicanos bloqueando diversas entradas o salidas de la Ciudad de México y otras entidades del país.
Les dijo que no tenían razón para hacer esas protestas, porque existía una mesa de diálogo en la cual se estaban arreglando las cosas, por lo que debían dejar esos intentos de molestar a los ciudadanos y venir a la mesa de negociación en la Secretaría de Gobernación.
El problema es que desde hace meses, si no es que años, se les ha prometido solución, la cual no ha llegado y lejos de fortalecer las acciones de patrullaje de la Guardia Nacional, los efectivos encargados de los caminos del país se han ido reduciendo para mandarlos a cuidar a los ciudadanos de Michoacán, de Zacatecas, de Sinaloa y de Guerrero, entre otros muchos estados que se encuentran a expensas del crimen organizado y que no se logran pacificar.
Las negociaciones llegan a ciertos límites, en donde se convierten en intolerantes las condiciones que se tratan de resolver y que no encuentran respuestas claras.
El problema de todo esto es que a los transportistas, ayer se les sumaron los agricultores que siguen luchando por mejores precios de garantía, además existen situaciones que siguen creciendo, como la no atención a las madres buscadoras, como las condiciones de seguridad en las escuelas de educación media y superior.
La negociación en un gobierno que hace política, en un gobierno que se dice democrático, es imprescindible, la negociación es la única forma de arreglar los problemas en un país con intereses múltiples, en un país de 130 millones de habitantes cuyos grupos luchan por sus beneficios y el gobierno debe aprender a conciliar.
Si no hay negociación política y se opta por la descalificación el futuro se ve muy gris.

