Claudia Carrillo
En Atlixco, el lugar donde las flores parecen flotar con el viento y el sol ilumina las calles con un brillo casi ritual, se encuentra Cecina Marcia, un refugio donde la tradición despierta desde muy temprano. Aquí, el humo del comal se eleva como un poema tibio que anuncia que la cecina está lista para contar su historia. Antes de ver el local, el visitante ya es recibido por un abrazo aromático: una mezcla de sal, carne, brasas vivas y ese toque antiguo de aceite de hueso, herencia orgullosa de generaciones atlixquenses.
La preparación es un arte que se teje con paciencia y cariño. La carne, seleccionada con esmero, se rebana en láminas delgadas como suspiros. Se sala con manos que conocen el oficio desde siempre y luego se deja reposar entre el sol y la sombra, en ese vaivén perfecto donde el tiempo termina de moldear su textura y su carácter. Ya lista, recibe el toque ancestral del aceite de hueso, que le regala ese brillo profundo casi ceremonioso que anuncia que la tradición sigue viva. Al final, cuando la cecina toca el comal, su canto chispeante marca el inicio de un festín que se queda para siempre en el recuerdo.

Sentarse a la mesa es entrar a un ritual de color y antojo. Las tortillas recién hechas brillan como lunas calientes esperando envolver la magia. La cecina, suave y fragante, se convierte en el centro de un pequeño altar de sabores: nopales vibrantes, aguacate sedoso, queso fresco que calma, chiles en vinagre que despiertan. Cada taco es un abrazo, una historia, una forma de decir: “Atlixco sabe así, intenso, verdadero y lleno de vida”.
En Cecina Marcia, uno no solo come: se conecta. Se conecta con la tierra, con la gente, con la memoria de un Atlixco que respira entre brasas. Aquí, la comida no solo alimenta: conmueve. Cada visita es un reencuentro con lo esencial, con lo nuestro, con la belleza simple de un plato que, desde hace generaciones, sigue conquistando corazones.

Porque en este rincón cálido de Atlixco, la cecina no es un platillo…
es una experiencia que permanece.
Fotos: Cortesía

