En el Geoparque de la Mixteca Alta, en Oaxaca, que desde 2017 forma parte de la Red Mundial de Geoparques de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, se mantienen los usos y costumbres de las localidades para conservar un territorio único que abarca nueve municipios y 16 comunidades con vasta geodiversidad, biodiversidad y diversidad cultural.
De acuerdo con Xóchitl Ramírez Miguel, técnica académica de la Unidad Académica de Estudios Territoriales Oaxaca, del Instituto de Geografía de la UNAM, y nativa de Santo Domingo Yanhuitlán, comunidad sede del sitio, los pobladores reconocen sus raíces históricas, pues el pueblo mixteco fue uno de los primeros asentamientos mesoamericanos que se instalaron junto a fuentes de agua y tierra fértil para desarrollar agricultura. “Posteriormente hubo industria cerámica y tecnificación”.
Han sido valiosas algunas aportaciones tradicionales para la construcción y evolución del área del Geoparque, como es el caso del “tequio” (palabra que deriva del náhuatl tequitl) o trabajo por el bien común que se ha llevado a cabo en las distintas etapas del lugar, en el cual participan la población local y las personas visitantes.
Se trata de servicio comunitario -sin retribución económica- que se realiza de manera voluntaria: preparar comida para las fiestas del pueblo, limpiar el espacio donde viven y, recientemente, reforestar; recoger basura en los espacios públicos, entre otras tareas. En las actividades religiosas adquiere un matiz colaborativo de los pueblos originarios, señaló la geógrafa.
Un método que se conserva desde hace más de dos mil años en la Mixteca es el uso de lamabordos, sistemas de terrazas agrícolas que se construyen sobre los canales naturales de drenaje o cañadas.
De acuerdo con la página electrónica de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, tienen entre sus beneficios capturar el agua y contener los suelos; mitigan la degradación ambiental y crean tierras productivas en laderas escarpadas.
A través de ellos, se pueden manejar los escurrimientos superficiales y retener la humedad, además sirven de refugio para la biodiversidad, entre otros servicios ecosistémicos.
“Estas terrazas de cultivo se forman a partir del orden de un río y captan tanto el agua como los sedimentos. Es como si estuvieran atrapando los suelos y el agua alojados en zonas ubicadas entre la montaña y el valle”, detalló Ramírez Miguel.
Al atrapar el vital líquido y sedimentos se forman suelos ricos para la agricultura, ya que son abundantes en minerales, “Ahí se siembran cultivos como el maíz, y en el pasado lo que consideramos la milpa, una combinación de maíz, calabaza y frijol”, relató.
Actualmente la Mixteca tiene zonas secas o con poca lluvia, y estos camellones o lamabordos facilitan los cultivos a través del aprovechamiento de estas zonas húmedas de agua y suelo para alimentar a la población. “Es importante que exista una continuidad en las poblaciones en cuanto a sus costumbres, y que estas terrazas agrícolas son una alternativa en tiempos de sequía”, consideró.
La geógrafa se congratuló de que con la instalación del Geoparque de la Mixteca Alta existe mayor patrimonio natural y cultural de la región, así como respeto a los usos y costumbres locales.
“Ahora tenemos visitantes, sobre todo estudiantes e investigadores, que realizan o realizaron proyectos en el territorio sobre geoparques, geografía, manejo de residuos sólidos, geología, paleontología, antropología, turismo, educación, arqueología, desarrollo sostenible, economía, migración y conocimientos tradicionales”, destacó.
Fotos: UNAM